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El Casco Antiguo como inspiración
BADAJOZ

El Casco Antiguo como inspiración

Ahora exponen de forma conjunta en la Diputación para reivindicar la esencia cultural del barrio en el que residen Escultores, pintores o artistas plásticos se siguen refugiando en las calles más emblemáticas

A. GILGADO

Domingo, 23 de marzo 2014, 09:52

En los últimos años se ha puesto de moda como zona de marcha, pero el Casco Antiguo guarda un ADN cultural imborrable. Poetas, pintores, escultores y artistas plásticos lo eligieron como punto de encuentro en la década de los veinte. Hoy acoge a dos museos, dos conservatorios, centros de danza, estudios de pintura y pequeñas salas de exposiciones. Los artistas del barrio reivindican en una exposición conjunta en la sala de Diputación la esencia cultural del Casco Antiguo.

Luis Píriz llegó a Badajoz con trece años desde Valencia de Alcántara. Profesor de dibujo en el instituto Reino Aftasí por las tardes y artista plástico por las mañanas. Por la ventana de su estudio se cuela la fachada de la iglesia de San Agustín. Esa amalgama de religión, estudiantes, turistas, gitanos y artistas le seduce. «No me veo en otro sitio y supongo que viviré aquí hasta que me muera».

Le gustaría que los artistas del barrio se implicaran más en el tejido social del Casco Antiguo. «Nosotros podemos contribuir a que sea mejor». Le cuesta hablar de referencias plásticas, pero cita a Giacometti y a Luis Costillo, otro vecino del Casco Antiguo. «Tengo la suerte de ser amigo suyo».

Sus últimos colages salen de los blocs de dibujos de hace años. A los que no ha indultado les ha dado otra vida, otro lenguaje. La deconstrucción para volver a construir elementos nuevos con otra lectura.

Muy cerca de donde trabaja Luis Píriz con sus dibujos, Teresa se pasa las tardes pintando. Autodidacta de inicio, más tarde se pasó a la escuela de oficios y terminó por los estudios de varios pintores. Siempre en el Casco. Añora la atmósfera bohemia de hace veinte años. «Cantaban cantautores, se exponía en los bares. Era más abierto».

El declive vino con el cierre del mercado en la plaza Alta. «Entonces quedamos aquí los soñadores y los locos».

Vive en el centro, pero cada tarde se acerca en bici hasta la calle Chapín. Allí ha reconvertido en estudio una antigua posada que había dentro de la única corrala del siglo XIX que se mantiene en la ciudad. «El sueño de mi vida era tener un estudio en el Casco Antiguo». El cuarto con el tejado sujeto por cinco puntales lo transformó en un espacio diáfano, techo de madera y arcos de medio punto. En las paredes apenas queda hueco libre entre cuadros y bocetos.

Teresa participa en la Noche en Blanco, colabora con galerías y prepara exposiciones. No concibe su dedicación a la pintura fuera del Casco Antiguo. Algo parecido le ocurre a Jose Luis Hinchado. Uno de los artistas con más proyección internacional de la ciudad. Nació en la calle San Sisenando. Vivió en Tarifa y cuando volvió recaló de nuevo en el Casco Antiguo.

Escultor que trabaja con figuras grandes de piedra y madera. Moverse entre piedras de varios metros requiere de mucho espacio, por eso ha mudado su taller a la Alcazaba. Allí trabaja con un puente grúa, andamios, martillos neumáticos, radiales y soldaduras, pero su mejor herramienta, cuenta, es la creatividad.

Habla de un germen que se reproduce en el barrio donde nació. En los centros históricos de las ciudades se concentran los artistas, pero muchos son extranjeros asentados o itinerantes. En Badajoz -advierte- la mayoría son vecinos de la propia ciudad que se juntan porque tienen intereses comunes. «El problema viene porque al formar un grupo, también te excluyes de otro».

Fuera

Alerta sobre esta variedad porque muchas veces no se valora el talento. «Si nos preocupáramos por promocionar más a gente de aquí y no a los de fuera, ganaríamos todos».

A los nueve años decidió dedicarse a la escultura. Empezó vendiendo obras en botes de cristal a sus compañeros de clase y ahora lo hace para colecciones privadas y museos de media Europa. Pasó por la facultad de Bellas Artes de Sevilla, pero se considera un autodidacta porque en su etapa universitaria no hizo mucho caso a los profesores. Las cabezas de hierro de más de dos metros en el palacio de justicia de Mérida salieron de su taller con un camión góndola.

También ha llevado obras a Rusia o Estados Unidos y ultima una exposición en una feria de arte en el Louvre de París. Habla del Casco Antiguo como un refugio para hidratarse, porque para deshidratarse ya está el taller. «Te pasas el día fuera en la calle pero no sales del Casco Antiguo, no necesitas salir fuera».

Ahora prepara la Noche en Blanco de Málaga con el escultor Jorge Juan. A sus 52 años, a Jorge todavía le cuesta definirse. Escultor que pinta, pintor que hace grabados. «Depende del momento».

Tiene su estudio en la calle Santa Lucía. También fue autodidacta porque sus padres querían que estudiara otra carrera distinta a Bellas Artes. A los treinta años por fin pudo matricularse en la Facultad de Salamanca. Allí entró en el mundo del grabado. Se considera una persona artificial que viviría en un hotel de cinco estrellas, pero sólo dentro del Casco Antiguo. «Yo aquí respiro».

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