
40 años de la muerte del actor
Secciones
Servicios
Destacamos
40 años de la muerte del actor
Viernes, 14 de Marzo 2025, 10:45h
Tiempo de lectura: 6 min
Su cabeza rasurada y sus alabadas interpretaciones en películas como El rey y yo, Anastasia o Los siete magníficos convirtieron a Yul Brynner en uno de los actores más reconocidos de la historia del cine. Tuvo, sin embargo, una faceta más desconocida: la fotografía. Al fin y al cabo, fue un artista de lo más completo, con talentos ignorados que adquirió a lo largo del intenso viaje que fue su vida, culminada con el éxito en Hollywood y truncada a los 65 años por un cáncer de pulmón.
Nació, para empezar, en un lugar tan poco propicio para alcanzar el estrellato cinematográfico como Vladivostok, punto final del ferrocarril transiberiano, muy cerca de la remota frontera rusa con China y Corea del Norte, a más de 9300 kilómetros de Moscú. Su padre, Boris Brynner, era ingeniero de minas y su madre, Marousia Blagovidova, actriz y cantante de origen gitano. Ambos frecuentaban círculos intelectuales y en su familia se hablaba ruso, inglés, francés, chino, coreano, checo y japonés.
El 11 de julio de 1920, día en que el pequeño Yuli Borisovich Brynner vino al mundo, su país vivía inmerso en las turbulencias posrevolucionarias. Razón por la que, seis años después, la familia acabaría emigrando a Harbin, en el norte de China. Vivieron allí, asistiendo a una escuela de la YMCA, hasta que sus padres se divorciaron. Su madre se llevó a Yuli, de 14 años, y a su hermana a París, donde los matriculó en el Lycée Moncelle, una de las mejores escuelas de la ciudad. El joven desarrolló allí la primera de sus habilidades artísticas: la guitarra.
Dejó, dos años más tarde, los estudios para sumarse a un grupo de gitanos que actuaba en los clubes rusos de la ciudad, un ambiente bohemio en el que se cruzó con gente como Jean Cocteau o Picasso. Se unió después al popular Circo d’Hiver, donde se hizo trapecista y, al poco, descubrió una nueva pasión por la interpretación como aprendiz en el Théâtre des Mathurins (todavía en activo). Algo vio su madre en él, ya que, al poco de cumplir los 20, se lo llevó a Estados Unidos y lo alistó en la escuela que dirigía Mijaíl Chejov, actor y director teatral, sobrino del célebre escritor, recién llegado a Nueva York huyendo de la guerra en Europa.
Chéjov incluyó a Yul en el elenco de varias obras de Shakespeare, y no tardó en conseguir su primer papel en Broadway. Tras dos notables interpretaciones, sin embargo, la falta de oportunidades lo encaminó hacia la televisión. En 1950, fue contratado por la CBS como productor y director, trabajando de la mano con dos futuros mitos del celuloide: Sidney Lumet y su entonces asistente John Frankenheimer. Fue allí donde desarrolló su pasión por la fotografía.
Persistió, sin embargo, en su carrera como actor y, pronto obtuvo el papel que definiría su carrera como rey de Siam en El rey y yo. Primero, lo interpretó en el exitoso musical de Broadway, que lo llevaría al escenario 4625 veces a lo largo de toda su carrera y le proporcionó el primero de sus dos Tonys. Cuatro años después, como protagonista y codirector de la versión cinematográfica, remató la faena con el premio de la Academia al mejor actor. Fue el paso definitivo que lo convirtió en una estrella.
Cuatro décadas después de su muerte, por un cáncer de pulmón, en 1985, recuperamos aquí algunas de las imágenes que tomó en varios rodajes. Se le daba tan bien que algunos productores requirieron sus servicios exclusivamente como fotógrafo. Brynner, además, retrató a muchos de sus amigos de Hollywood fuera de los estudios y platós, tal y como nos muestran estas fotografías.
Ingrid Bergman
Brynner se afeitó la cabeza en 1955 para convertirse en el rey Mongkut de Siam en El rey y yo. Le gustó tanto que decidió hacer de ello su imagen de marca. Un año más tarde, en Anastasia, conoció a Ingrid Bergman y se hicieron grandes amigos. Como ella era más alta, aunque fuera por apenas dos centímetros, la actriz le sugirió actuar subido a una caja. A Brynner la idea no le gustó un pelo. «Le voy a demostrar al mundo que eres un caballo», le replicó él en tono jocoso. En 1961, Brynner fue contratado como fotógrafo de rodaje por la producción de No me digas adiós. Allí le hizo a la ganadora de tres Oscar este sugerente retrato ante un espejo.
Frank Sinatra
El cantante y actor de origen italiano, muy dado a los apodos, se refería a Yul Brynner como’ El Chino’. El ostensible racismo detrás del apelativo no impidió al actor de origen ruso convertirse en uno de los grandes amigos en Hollywood de La Voz. Durante los años sesenta, ambos fueron habituales de Las Vegas, donde jugaban al golf y, sobre todo, protagonizaron juergas legendarias. Esta foto, en la que se ve a Sinatra bajando de su helicóptero con un vaso de bourbon en la mano, da buena fe de ello.
Sophia Loren
Yul solía causar un gran impacto en las mujeres. Según el actor Roddy McDowall, «era encantador con ellas. A su lado les hacía sentirse seguras». Aprovecho esa especie de embrujo que proyectaba para lograr que divas como la Loren –le hizo este retrate en el rodaje de Cintia, en 1958–, Audrey Hepburn, Anita Ekberg, Joan Collins o Liz Taylor, extremadamente celosas de su imagen, posaran para él con total naturalidad.
Dean Martin
Junto a estrellas como Dean Martin (aquí, en casa de Sinatra, en 1963), a quien también inmortalizó cogiendo en brazos a Jerry Lewis durante un programa de televisión, Brynner retrataba todo lo que veía. En los descansos de Los 10 mandamientos (1956) inmortalizó numerosos detalles con su cámara Leica, escondido tras el trono de Egipto para sorprender al resto del equipo. Meses antes del rodaje, tras saber que trabajaría frente a Charlton Heston y con el torso desnudo, se puso a hacer pesas como un loco. En aquel tiempo, por cierto, vivió un intenso romance con Marlene Dietrich.
Grace Kelly
En 1966, Brynner obtuvo este raro retrato de Grace Kelly posando con una amapola, durante la producción de Las flores del diablo, un telefilme que alertaba de los peligros del tráfico y consumo de heroína. Fue su primera y única (además de muy fugaz) aparición en una ficción desde su boda con el príncipe Rainiero de Mónaco, una década antes. Yul, por su parte, se casó cuatro veces –con la actriz Virginia Gilmore, con la modelo chilena Doris Kleins, en el set de Los siete magníficos (1960); con la socialité francesa Jacqueline De Croisset y con la bailarina malaya Kathy Lee– y tuvo un hijo y cuatro hijas, dos de ellas adoptadas en Vietnam.
Mia Farrow
En 1970, una radiante Mia Farrow lucía barriga días antes de dar a luz mellizos, sus primeros hijos. Casada con el músico André Previn, la actriz estadounidense conocía a Brynner de sus años con Frank Sinatra. Fueron amigos hasta su muerte, en 1985, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. Nueve meses antes de morir, el actor, que fumaba cinco paquetes de cigarrillos al día y había empezado con el vicio a los doce años, realizó un intenso alegato sobre las consecuencias de la adicción al tabaco. La Sociedad Estadounidense del Cáncer convirtió sus palabras en pieza central de una célebre campaña mundial contra tabaquismo.