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¿Qué ha pasado hoy, 23 de febrero, en Extremadura?
La Guardia Civil controla la entrada a Vegas de Coria con la intensa humareda detrás. / ANDY SOLÉ
El fuego no da tregua a Las Hurdes
REGIONAL

El fuego no da tregua a Las Hurdes

El viento cambiente vuelve incontrolable el incendio de la sierra de Nuñomoral Ya van 2.000 hectáreas quemadas y seiscientas personas evacuadas en siete poblaciones

ANTONIO J. ARMERO

Martes, 28 de julio 2009, 10:58

El fuego no da tregua en Las Hurdes. Tras varios años de tranquilidad, la comarca revive la pesadilla del humo y las cenizas, de los árboles quemados, del verde que desaparece y se tiñe de negro. Vuelven las sirenas al corazón de la comarca cacereña, que ayer fue el centro de atención de la España de los incendios.

El que comenzó el sábado al mediodía amagó con darse por vencido el domingo, pero algo sucedió durante la madrugada que revertió la situación e hizo que se cumplieran los peores presagios. El domingo por la tarde, el mando único del Infoex (Plan de Lucha contra los Incendios Forestales en Extremadura) calculaba que la pérdida rondaba las 500 hectáreas. Ayer noche, a la hora de cerrar esta información, ya eran 2.000. ¿Y qué sucedió para que en un día, la superficie arrasada se haya multiplicado por cuatro?

Los vecinos no tienen dudas. Hay una tesis que se repite en la zona, que va de testimonio en testimonio: estamos ante un incendio intencionado, y de una magnitud tal que obliga a buscar más de una mano humana para explicar su origen. Aunque no lo exprese con la vehemencia de los paisanos, también el presidente de la Junta apunta a esta dirección. «No es posible que se produzcan a la misma vez y en tres puntos distintos nuevos focos, no hay nadie que lo pueda entender, sin haber elementos añadidos como tormentas y otros factores naturales», declaró ayer Guillermo Fernández Vara.

Sospechosas coincidencias

Y su reflexión se apoya en una serie de coincidencias de lo más sospechosas. La chispa inicial saltó en tres lugares distintos (La Fragosa, Aceitunilla y Nuñomoral), todos ellos localizados en un área de cuatro kilómetros, y sin que transcurrieran más de quince minutos. El domingo por la tarde, dos frentes estaban estabilizados y uno controlado, y los responsables del operativo confiaban en que la situación fuera normalizándose a lo largo del día siguiente. Pero en la madrugada del domingo al lunes surgieron otros tres nuevos focos, en el entorno del arroyo de La Batuequilla, cerca de Rubiaco.

El viento hizo todo lo demás. En plena noche, con los helicópteros e hidroaviones esperando a que amanezca para empezar a volar, no hay más batalla contra el fuego que la de los hombres con las mangueras. Bomberos de estatura media luchando contra pinos de quince metros ardiendo desde la base hasta la cúpula. Lejos de aplacarse, el incendio redobló su fuerza. Lógica matemática.

Tanta fuerza tomó que empezó a acercarse a varias poblaciones. Primero a una, después a otra, más tarde en dirección contraria y al rato otra vez donde empezó. El sábado hubo que desalojar un centro de personas con discapacidad psíquica en Nuñomoral; en la madrugada del domingo al lunes, las alquerías de Vegas de Coria, Rubiaco y Arrolobos; ayer por la mañana Cambrón y Cambroncino y por la tarde, Huerta y La Dehesilla. En total, unas seiscientas personas según las cifras oficiales, tomadas a partir de los censos de población. Sin embargo, la realidad a pie de acera ayer era distinta. En todas esas poblaciones se quedó gente. Se fueron los mayores, trasladados hasta Caminomorisco, Nuñomoral o Las Mestas por un operativo impecable coordinado por Cruz Roja y con abundancia de autobuses fletados por la Junta de Extremadura esperando su momento.

Alguno, eso sí, lo hizo a regañadientes. A Eulalia y Clemente, residentes en Cambroncino, les tuvieron que convencer entre su hijo Eduardo y media docena de voluntarios de Cruz Roja. Cariño y buenas palabras para vencer al sentimiento, a la raigambre. «Si tú hubieras estado como he estado yo desde los ocho años pateando ese monte, descalzo, me ibas a decir lo mismo...», le soltaba Clemente, garrote en mano y camisa por fuera del pantalón, a su hijo Eduardo. De fondo, un monte con su cima tapada por una nube que va cambiando del gris oscuro al negro rabioso. Siguiendo la escena, Claudio Iglesias, de Cambrón de toda la vida aunque con varios países en su currículum profesional de perfecto emgirante. «Esto es terrorismo puro, y terrorismo organizado», resume con la vista puesta en esos montes de nombres evocadores, de los que sólo los abuelos saben explicar por qué se llaman así: 'La cuenca del pajarino', la del 'chapallá', 'los valendrinos', 'los jerigaos'.

28 medios aéreos

Unos más y otros menos, todos perdieron ayer parte de su vida, o sea, de su historia. Por todos ellos hicieron decenas de vuelos bajos helicópteros e hidroaviones, descargando esas bolsas que los técnicos llaman 'bambis' pero que no recuerdan para nada a dibujos animados. A lo largo del día de ayer, se pelearon con llamas imponentes 28 medios aéreos, entre los que estaban los propios del Infoex, los del Estado, los que aportaron la Diputación de Cáceres, la Diputación de Salamanca, el gobierno de Castilla y León y también los que cedió Portugal. Un despliegue llamativo que dejó poco lugar -poco pero alguno, sí, es lo normal en estos casos- a la crítica vecinal. La mayoría, de hecho, destacó el despliegue que ayer noche seguía plantando cara a la desdicha.

Hasta que se escondió el sol permanecieron en torno a las sierras de Nuñomoral 19 medios aéreos y trescientos agentes. Allí estaban concentrados la mayoría de los recursos del Infoex, una buena parte de los que tiene el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, la quinta y la sexta sección de la UME procedentes de Torrejón de Ardoz y Morón respectivamente, guardias civiles de la zona reforzados con 37 compañeros llegados de Valdemoro, 36 bomberos y 21 vehículos de Portugal.

Todo ello para combatir al primer gran incendio del verano en Extremadura, el enésimo que sufre Las Hurdes en la última década. Como ayer el que mandó fue el aire, la esperanza la transmitía el último parte informativo de la Junta, que anunciaba «un ligero descenso en la intensidad del fuego en el frente de Caminomorisco», el más preocupante. Entre los motivos principales de esa mejoría, claro, «la ausencia de viento que está facilitando las tareas de extinción». Bulldozers y operarios seguían afanados en la apertura de cortafuegos (prender una porción de terreno para que cuando las llamas lleguen a ese punto se apaguen por falta de combustible).

Esfuerzos contra un fuego caprichoso que castiga desde el sábado uno de los contados rincones verdes que guardaba esa montaña del norte de la región. Una parte de las sierras de Caminomorisco y PInofranqueado ardió en agostro de 2003, el mes ominoso de los incendios en Extremadura. Y las sierras de Nuñomoral, casi intactas hasta hace tres días, se han vuelto del mismo color triste que las de al lado. La culpa es de ese fuego que casi todos en la zona creen intencionado, al que quizás alguien hizo nacer y que después se movió durante todo el día al son que le marcó el viento. Como un bailarín primerizo, torpe pero devastador. Ya van dos mil hectáreas. Otras dos mil hectáreas menos en una comarca que empezaba a olvidarse de las sirneas y el humo negro.

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