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Aparte del tiempo, claro, lo que nos preocupa cada vez más es la mano de obra. La cada vez más difícil tarea de encontrar trabajadores ... para la campaña de la cereza, tanto en el campo como en la central«. José Antonio Tierno, presidente de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, pone voz a la inquietud de un subsector agrícola con enorme peso en el nordeste extremeño. »Nos faltan y no los encontramos aquí«, remata el cabeza visible de un ejemplo pionero, y de éxito, del cooperativismo agrario extremeño.
En el Valle del Jerte y en también algunos pueblos de La Vera, la cereza es un cultivo vital para la economía de miles de familias. Directamente, en la Agrupación de Cooperativas hay 3.000 agricultores, repartidos entre sus 15 cooperativas socias, que se ganan la vida con este fruto. Hasta no hace mucho, buena parte de la mano de obra que se requería para las campañas procedían de las propias familias.
«No hay relevo generacional y las familias son cada vez de menos miembros. Es decir, tenemos menos gente en nuestras propias casas para sacar adelante las campañas. Y además también han explotaciones de mayor volumen, para intentar ser más competitivos», relata Emilio Sánchez, cerecero de El Torno.
«Solo para las instalaciones centrales, en Valdastillas, necesitamos entre 1.200 y 1.300 trabajadores a partir del 15 de junio, ya en pleno funcionamiento la campaña de trabajo de selección y envasado. Pero no estamos llegando a más de 800/900 empleados cada año», apunta Tierno.
Ante esta realidad, se ha intentado captar mano de obra de la zona, incluso de pueblos a no más de 50 o 60 kilómetros del valle, «porque a más distancia es casi imposible que alguien venga a trabajar para tres o cuatro meses». Pero apenas hay resultados.
Con este panorama, el sector cerecero extremeño concede año tras año un valor preferente a la mano de obra extranjera. Tanto la procedente de otros países de la Unión Europea -que ha ido perdiendo presencia, admiten- como fundamentalmente la de fuera del ámbito comunitario.
La Policía Nacional, a través de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras, colabora para facilitar la contratación de trabajadores no comunitarios. Sudafricanos y sudamericanos últimamente, se indica desde el sector.
Los agentes están en Cáceres pero, desde hace algunos años, suelen trasladarse a unas dependencias de la Comisaría de Plasencia cuando empieza la campaña de la cereza. Ahora, se plantea dar un paso más que allane la labor a agricultores y a la Agrupación de Cooperativas.
Alcaldes de la mancomunidad Valle del Jerte y cooperativistas han trasladado a la Subdelegación del Gobierno que esa oficina de extranjería se aproxime aún más al territorio. Que en lugar de Plasencia trabajen, dos días por semana, en Cabezuela del Valle, donde se encuentra la sede de la mancomunidad, que agrupa a once municipios.
«Es bueno que la Policía favorezca los trámites para contratar. Cuanto más cerca la brigada de extranjería de nosotros, mejor. Estamos esperando a que nos lo confirmen que van a ir a Cabezuela a partir de la segunda semana de mayo, que técnicamente pueden instalar sus equipos en la sede de la mancomunidad», dice José Antonio Tierno.
Se trata, expresa la Subdelegación del Gobierno, de facilitar la contratación de trabajadores extranjeros, «acercar la administración a los ciudadanos y de este modo agilizar la obtención de la documentación necesaria para el alta en la Seguridad Social».
Con todo, el trabajo de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en la campaña de la cereza trasciende el ámbito administrativo para permitir que llegue mano de obra foránea. Guardia Civil y Policía Nacional tienen encomendadas también tareas de lucha contra los hurtos de producto y la venta ilegal del mismo.
«Hay pequeños robos en campo pero no es un problema principal», coinciden en señalar Tierno y Sánchez. El de la venta ilegal de cereza (que se pone a la venta sin conocer de dónde procede y con algunas deficiencias) es otro asunto que empieza a encauzarse, sostienen.
Desde hace dos años, los agricultores entregan toda su cosecha a las cooperativas y de ahí a la central de Valdastillas, donde se procesa y selecciona según calibre y calidad. «Antes era el agricultor el que hacía ese trabajo previo. Ya se ha eliminado y reduce la posibilidad de que cereza no apta o con deficiencias salga a la venta. Se va controlando», finaliza el presidente de la Agrupación de Cooperativas.
«Otra cosa es un productor de cereza que no esté en ninguna cooperativa y pueda venderlo directamente. Eso es ya más difícil», remata.
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