Extremadura ya supera las 500 hectáreas de plantas aromáticas gracias al regadío
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El consumo anual mundial crece entre un 5% y un 8% de unas variedades que tienen uso alimentario, cosmético y medicinal
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El consumo anual mundial crece entre un 5% y un 8% de unas variedades que tienen uso alimentario, cosmético y medicinalTodavía su presencia es escasa, pero en la incesante búsqueda de alternativas en el regadío, un foco se ha puesto en un tipo de cultivo, el de las plantas aromáticas. Gracias a las aguas del embalse portugués de Alqueva, el mayor de Europa, el desarrollo del tomillo, la salvia, el romero, la mejorana, la albahaca o el orégano empieza a tomar forma en Extremadura. Apenas son 500 hectáreas las que ocupan –se sumarán otras 51 hectáreas a corto plazo–. El de las plantas aromáticas un subsector agrario que empieza a mirarse como opción para diversificar un regadío con evidentes problemas en algunos cultivos.
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Con el del arroz está en decadencia, sea por falta de agua o por costes, y el del maíz disminuyendo año tras año su superficie cultivable, en el regadío extremeño han ido ganando protagonismo en los últimos años el olivar y el almendro. Tanto que se han disparado las hectáreas que ocupan.
El olivar de regadío alcanza ya las 71.570 hectáreas en Extremadura (dato de 2023) y su crecimiento no tiene pinta de detenerse a corto plazo. Todo lo contrario. Como indica a HOY Alfonso Montaño, oleólogo del Centro Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (Ctaex), cada día se siembran 15 hectáreas con olivar intensivo o superintensivo en la comunidad aprovechando las mejores tierras de regadío.
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Con este panorama se explica que en los últimos seis años se hayan puesto 21.000 hectáreas de olivar con goteo. En cambio, han desaparecido algo más de 2.000 hectáreas que ocupaba el olivar tradicional de secano.
El olivar en regadío asegura producciones, como ha pasado en los años de sequía, pero existe el riesgo evidente de que a más olivar en riego, más las producciones de olivar en secano en años lluviosos, pueda producirse un exceso de producto en la comercialización de aceite de oliva y aceituna de mesa.
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Un aumento de producción y hectáreas que están padeciendo en forma de precios a la baja los productores de almendra.
El almendro ha vivido también una eclosión en la última década en nuestra región. De 2.000 hectáreas que se contabilizaban en la década pasada se ha alcanzado ya la cifra de 25.000. Más del 65% de esa superficie, explica Antonio Pérez, de la empresa Pasat, la ocupan almendros intensivos o superintensivos.
Extremadura ha pasado a ser una productora insignificante de almendra en el panorama nacional a ser la cuarta, con opciones de alcanzar las 25.000 toneladas por año, superando a regiones tradicionalmente punteras en producción de este fruto seco como Cataluña, Comunidad Valenciana o Murcia.
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La realidad es que ese incremento en suelo extremeño más el contexto internacional –Portugal va a empezar a sacar al mercado almendra gracias a 35.000 hectáreas regadas, de nuevo, por Alqueva– empieza a propiciar un descenso acusado en la rentabilidad de esas explotaciones.
Ante esta evidencia, se intensifican buscar las alternativas de cultivos en el regadío, En Villanueva del Fresno, a un kilómetro de la frontera portuguesa, se está desarrollando un proyecto de explotación de plantas aromáticas en una superficie que era de secano y ahora lo es de regadío gracias a la vecina Alqueva. Todas se cultivan en sistema ecológico.
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«El regadío se puede y debe diversificar. Y las plantas aromáticas es un subsector no solo con futuro sino con presente», explica Javier Alonso, administrador de la empresa Biottonia Naturalcare, la sociedad que explota 500 hectáreas de plantas aromáticas y que construye una fábrica puntera para cerrar el círculo. La empresa se dedica a la obtención de aceites esenciales de esas plantas, condimentos, infusiones, extracción de principios activos para farmacia, cosmética, alimentos funcionales...
Las plantas aromáticas deben su olor a la alta concentración de aceites esenciales que acumulan fundamentalmente en las hojas y las flores. En algunas especies las partes más olorosas también pueden ser la corteza, la resina, las raíces, los frutos o las semillas. La destilación de estos compuestos da lugar a las esencias empleadas en la elaboración de perfumes, por ejemplo.
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Muchas de estas especies poseen propiedades medicinales con aplicación directa en la industria cosmética. Pero también en la alimentaria, tanto para el hombre como para los animales.
Las ventajas de las plantas aromáticas son palpables, insiste Javier Alonso. Para empezar, es mucho menor consumo de agua que requieren respecto a otros cultivos de regadío y, por tanto, menos expuestas a los vaivenes del tiempo.
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Miguel Saussol, responsable agrícola de Biottonia, lo acota: «Si una hectárea de tomate suele necesitar unos 6.000 metros cúbicos, por ejemplo, una de plantas aromáticas oscila entre los 1.500 o 2.000 como mucho. Estamos hablando de un ahorro evidente en el consumo y eso es muy importante», remarca Saussol.
De otro lado las aromáticas son más resistentes a las sequías, a las enfermedades. «Son cultivos que surgen en un espacio o entorno digamos salvaje, con maleza, terrenos pobres, y están acostumbradas a la resistencia», enfatiza Javier Alonso. Eso supone que apenas tienen costes en cuanto a fertilizantes o insecticidas, todo lo contrario que ocurre a cultivos digamos tradicionales de regadío.
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Las aromáticas son plantas más resistentes al cambio climático que ahora afecta a otros cultivos de regadío como el nogal, que dentro de los frutales sin duda es el más dañado por la meteorología porque cada vez hay menos horas de frío no solo en Extremadura sino en la Península Ibérica.
Además de todo, Javier Alonso apunta una realidad fundamental para saber si una explotación merece la pena: su rentabilidad. Estrechamente ligada al consumo, a la demanda. Y en este aspecto el sector de las plantas aromáticas está viviendo una época más que interesante. «No todo es sencillo porque obviamente estamos hablando de producciones cortas por hectárea pero ofrece unas oportunidades muy notables», aclara Alonso.
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Hay un nicho de mercado en el que el crecimiento de la demanda de plantas aromáticas en el conjunto de sus usos posibles aumenta a un ritmo de un 5% en el mundo. Eso es un buen dato. Y sube aún más, dice Alonso, con un crecimiento anual de un 8% en el caso de la plantas cuyo aprovechamiento es para condimentar alimentos y como elementos para la conformación de los llamados superalimentos (especialmente ricos en uno o varios nutrientes) y productos medicinales.
La fábrica que Biottonia Naturalcare está levantando en Villanueva del Fresno, a un kilómetro de Portugal, tiene tres líneas de procesado. Una de destilación de las plantas para la consecución de aceites esenciales. Otra de deshidratación, para la obtención de condimentos, de especies. Y la tercera para la extracción de moléculas cuya utilidad es el mercado cosmético pero también alimentario.
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«Queremos diversificar el mercado. En Extremadura no hay nada de plantas aromáticas salvo nuestra explotación y en España apenas. Lo que no existe en nuestro país es una planta de procesado como la que estamos construyendo en Villanueva del Fresno», explica. Contar con esa instalación significa «una disminución de los riesgos porque las plantas aromáticas que se transforman se comercializa para diversos usos: farmacéuticos, aromaterapia, alimentación...».
En este sentido, resalta que Extremadura tiene un potencial enorme porque dispone además de plantas autóctonas. Por ejemplo la jara, que en el caso de la fábrica villanovense va a ser destilada.
Miguel Saussol añade que la explotación de Villanueva del Fresno cuenta con romero, laurel, salvia, tomillo, orégano, mejorana, albahaca, melisa, anís verde, ajenjo, hierbabuena, hinojo y eneldo, además de naranjo amargo, del que se valora por sus propiedades medicinales.
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Además, cuentan con un campo de ensayo de otras variedades de plantas aromáticas en el que se estudian hasta 60 especies diferentes con vistas a un posible cultivo en la finca comunal de Villanueva del Fresno.
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