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A. Gilgado
Martes, 18 de febrero 2025, 13:43
Apicultores españoles, franceses y portugueses se concentraron la semana pasada de forma simultánea con un lema muy claro: 'Los jarabes fabricados no son ... miel'.
Sigue la lucha contra las importaciones masivas de producciones asiáticas que se comercializan en Europa como miel sin serlo realmente. Mucho más barato el jarabe y los siropes porque utilizan menos material extraído del panal, critican. Casi no hay polen, insisten.
Las cooperativas y las organizaciones profesionales denuncian la avalancha de sucedáneos que se pueden comprar en los lineales de las grandes cadenas de distribución europeas. Y la «permisividad» de las administraciones está dinamitando, argumentan, los esfuerzos de los profesionales por ofrecer un alimento sano y sostenible.
«La Unión Europea tiene que actuar de inmediato, reforzando los controles en frontera, validando los métodos de análisis y prohibiendo la ultrafiltración», explica el responsable del sector apícola de COAG, Pedro Loscertales.
La organización alerta que la Comisión Europea publicó en marzo del año pasado un informe redactado conjuntamente por la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF), el Centro Común de Investigación de la Unión Europea (JRC) y la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea (DG Sante). En este documento, explican, se detectó que un 46% de las muestras europeas analizadas fueron fraudulentas y un 66% de las empresas importadoras controladas tuvieron, al menos, un resultado positivo.
En el caso de España, los porcentajes se elevan a un 51% de importaciones con producto fraudulento y un 85% de empresas importadoras con, al menos, un resultado positivo. La conclusión es que cada vez cuesta más encontrar miel real en las estanterías de los supermercados.
«Esta es una realidad inasumible para un sector que está apostando, cada vez más, por las producciones sostenibles y de calidad. Y tenemos que adaptarnos a los efectos del cambio climático, que son devastadores para las abejas y para nuestra actividad», ha subrayado Loscertales.
Por eso piden ayuda. Quieren que los responsables de controlar las aduanas se tomen en serio el comercio de miel fraudulenta.
Están viendo que cada vez hay más cadenas de supermercados que desplazan sus producciones y ponen siropes etiquetados como miel. «No sólo está en juego el futuro de un sector profesionales Europa, se juega la polinización de campos y cultivos y todos sus beneficios asociados a la alimentación y la biodiversidad», ha reiterado.
Una forma de atajarlo sería certificar a nivel europeo un laboratorio de referencia para verificar las adulteraciones, aplicar las normas de trazabilidad y rechazar acuerdos comerciales que puedan poner el peligro un sector que es relevante para el medio ambiente como es el apícola, explican los representantes agrarios que han liderado la última concentración.
Ven muy necesario que los consumidores conozcan el país o los países de origen, el porcentaje de cada uno, el tipo y el porcentaje de cada tipo. Al haber más transparencia, sostiene, quizás las triangulaciones por los importadores no tengan una venta tan generalizada.
En España la miel se vende a unos cuatro euros el kilo y según explican los profesionales hay muy poco margen de beneficio. Prácticamente sale casi al coste y solo les salva las campañas el volumen. Vender muchos kilos para generar algo de beneficio. Pero cuesta acumular volumen si se van cerrando los canales de comercialización por la competencia desleal.
Las importadas se ponen en los lineales a dos euros el kilo. Las cooperativas no pueden competir. Temen que las partidas que cada año mandan al mercado alemán y centroeuropeo –las zonas de más consumo– vayan menguando.
Y en esta lucha han conseguido que al menos, que el etiquetado haya entrado en la agenda del Consejo de Ministros.
El martes se aprobó un real decreto por el que se modifica la norma de calidad. A partir de ahora tendrán la obligación de destacar el porcentaje que representa cada uno de los países de origen de la miel cuando se vendan mezclas.
Destaca el ministerio que España fue pionera en la Unión Europea en la clarificación del etiquetado. En 2020 puso como obligatorio diferenciar cuando la miel era en España, en la Unión Europea o extracomunitaria.
Con este nuevo paso intentan luchar contra la variedad filtrada y se establece que, aquella a la que se le haya retirado una parte importante del polen, será considerada miel para uso industrial, y no podrá comercializarse directamente al consumidor final. El polen es un componente clave de la miel y proporciona un vínculo con su origen botánico.
El ministerio quiere garantizar a los consumidores un producto de calidad y aportar transparencia en cuanto a su origen y características.
El último censo oficial del ministerio estima que hay más de 2,8 millones de colmenas en los montes españoles entre los dos sistemas productivos –estante y trashumante– y que la producción final en 2024 se situó en 27.423 toneladas. En explotaciones, hay casi 37.000, y los profesionales, los que tienen más de 150 colmenas, producen más del 80% de la miel española.
Extremadura representa ahora el 13% del sector en número de colmenas. Tomando como referencia las 2,8 millones como último dato ministerial, la proyección colocaría a la región con 600.000 unidades. De ahí que los apicultores y las cooperativa pidan más atención para un sector ganadero del que viven muchas familias de las Hurdes y la Siberia. Y que coloca a la región entre las zonas con más influencia. Andalucía (14,4%), Castilla y León (16%), Comunidad Valenciana (16,6%) y Extremadura (13%) concentran el 60% del total de la producción de miel en España.
Hay, de hecho, dos apiculturas diferentes: la habitual en la zona norte y noroeste (caracterizada por el alto grado de aficionados y de apicultores pequeños o no profesionales que, en su mayoría, no practican la trashumancia) y la apicultura del centro, sur y sureste de la península. Extremadura se encuentra en esta línea de profesionalización y trashumancia. Lo que implica mucho volumen de colmenas y movimientos continuo de las colmenas según se van sucediendo las floraciones de diferentes especies por sierras, montes y cultivos. La multifloral es la que mejor se vende.
En cuanto a los destinos, destacan la comercialización de las cooperativas en Francia, Alemania, Italia y Portugal como principales mercados, con ligeros ascensos en Alemania y Portugal.
También hay partidas extracomunitarias a Reino Unido y Estados Unidos. Y lo que preocupa de la balanza comercial es que ya en 2023 fue la primera vez que las importaciones extracomunitarias superaron a las intracomuniutarias en España por la penetración que ha tenido en los últimos años la miel de Argentina.
Llama la atención el descenso de las producciones china y el aumento de la intracomunitaria que entra por Portugal. De ahí las sospechas que tienen los cooperativas extremeños de las triangulaciones que se está haciendo en el país vecino, que se ha convertido en un envasador de producciones asiáticas para introducirse en el mercado comunitario como local con mínimas modificaciones y casi sin polen.
Y a las dificultades por la comercialización se une la alta mortalidad de las colonias en la gestión de sus explotaciones. No encuentran en el campo alternativas para contrarrestar al ácaro destructor. Los laboratorios no invierten en sectores tan pequeños porque no hay beneficios de una posible moléculas contra la varroa. Eso la hace más resistente porque usan siempre el mismo plan sanitario.
Hasta un 40% de las abejas en algunas campañas se mueren. Se dispara porque encadenan ciclos climáticos complejos. Primaveras cálidas con otoños secos. Ya se sabe que las abejas son la especie ganadera más sensible al calentamiento global. Si llueve cuando no debe o hacer un calor excesivo se nota sobremanera en la colonia.
Fueron los apicultores los primeros ganaderos en dar la voz de alarma sobre los efectos del calentamiento global en la ganadería. Las abejas avisaron cuando aún no se hablaba de calentamiento global.
Y todo estos desafíos los asume el sector sin mucha ayuda. La apicultura es una ganadería menor, con pocos técnicos que conocen la gestión sanitaria de las colmenas. Cuesta encontrar veterinarios especializados que asesoren para abordar los problemas sanitarios.
De ahí el temor de los profesionales y de las cooperativas en las que se agrupan. En la manifestación de la semana pasada alertaron de que los dos frentes abiertos: el de competencia desleal y el sanitario, les impide rentabilizar su trabajo.
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