![Hay 245 yeguadas con reproductoras de más de 36 meses.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202103/05/media/cortadas/AGRO-5-MARZO%20(6)-kOKB--984x608@Hoy.jpg)
![Hay 245 yeguadas con reproductoras de más de 36 meses.](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202103/05/media/cortadas/AGRO-5-MARZO%20(6)-kOKB--984x608@Hoy.jpg)
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Para dedicarse a esto te tiene que gustar a la fuerza. Si no es por afición, no crías caballos». Alfonso y Javier Gil González, de 53 y 50 años, son dos hermanos ganaderos de Badajoz. Hablan con entusiasmo de su oficio pero eso no les ... hace perder la perspectiva. Afición al caballo en Extremadura hay mucha. Jinetes, bastantes. Parcelas y fincas para su cobijo y crianza, innumerables. Pero ser un criador exclusivamente de ganado equino no da, por lo general, para ganarse la vida.
«No me puedo quejar. Sin que suene mal, la verdad es que casi todo el ganado lo suelo vender. Tengo buenos clientes. Pero es imposible ser ganadero solo de equino», reflexiona Javier en la finca pacense de Don Bosco, a medio camino entre Badajoz y Olivenza. Un antiguo cebadero de becerros y que fue también una explotación porcina es el espacio seleccionado por los hermanos Gil González para tener ahora mismo ocho yeguas, un macho semental y una potra. Se hallan en una parcela que ocupa 10 hectáreas. En otra finca de la provincia pacense tienen apartadas cuatro potras que, en unos meses, empezarán a ser reproductoras.
Los hermanos son ganaderos de muchos sectores: cochinos, vacas y ovejas... y su producción equina les complementa. Como es práctica común en los casos de ganaderos de équidos que tenemos en la región extremeña. «Es la manera de que puedan salir las cuentas. Tenemos esta ganadería desde la década de los 90. Diría que somos una de las más antiguas de Extremadura», remata Alfonso. Sus caballos son todos de razas cruzadas, singularmente aptos para ayudar en labores agrícolas.
«Hay fincas en las que hay que hacer muchos kilómetros para cuidar diverso tipo de ganado, fincas en las que no se puede trabajar a pie todo el rato ni tampoco circular vehículos por cómo es el terreno. En este tipo de fincas los caballos resultan imprescindibles para los ganaderos. Son vitales», apostilla.
A unos 60 kilómetros de la finca 'Don Bosco', en el cortijo El Pampito en Mérida, cerca de Sierra Carija, Fernando Molina Alen, de 56 años, repite que tener una ganadería caballar o una yeguada es un hecho singular.
Fernando Molina Alen | Ganadero de Mérida
«Extremadura es tierra de caballos. Tiene unas dehesas y unas fincas extraordinarias. Sin duda, de aquí salen una parte de los mejores caballos del mundo, criados en libertad. Pero para que esto siga así tiene que haber ganaderos que se dediquen a ello», comenta Molina, con una cabaña de equinos solo de pura raza española. El emeritense maneja 20 yeguas y dos sementales.
Son ejemplares idóneos para concursos morfológicos. Desde Extremadura se exportan a países como Australia, Nueva Zelanda, Madagascar, China, Arabia Saudí, Marruecos, Canadá, Estados Unidos, México, Argentina, Rusia, Alemania o Finlandia. Así, resalta, se desprende de las visitas a su web, spainhorses.es.
Los datos del sector equino de Extremadura en el año 2020 sitúan a la región en la cuarta posición nacional en cuanto al censo de équidos, con 40.176 ejemplares y un total de 17.747 explotaciones, según el Ministerio de Agricultura.
Según informa a este periódico la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural, se ha producido «un incremento moderado y constante del 7%» del censo entre los años 2018 y 2019.
Otro asunto es qué explotaciones son las que se dedican a la crianza, a la producción. No es tan fácil de discernir como en el caso de los hermanos Gil González, o en el de su antepasado Antonio Gil, su abuelo, natural de Villanueva de la Serena.
Fue –señalan los nietos– un agricultor pero también un ganadero muy reconocido por su explotación de mulas y sus descendientes han seguido con la tradición no ya mular, porque ha decaído los usos de ese animal, sino equina. «Llegó a tener 75 yeguas que cruzaba con burros para tener mulos, entonces muy solicitados. Por él nos vino nuestro amor por estos animales», indica Javier.
Las explotaciones equinas se inscriben en el registro ganadero según la actividad que pretendan ejercer. Lo mismo que en otros sectores ganaderos es evidente que cualquiera que tenga hembras (cerdas, vacas, ovejas...) se dedican a la reproducción para la venta de los productos (o en algún caso autoconsumo), en el caso del caballar es más complicado determinar el fin último de las hembras que puedan existir en una explotación.
En muchos casos son animales para trabajo, deporte, rutas, paseos... y pueden terminar su vida sin haber parido nunca o, lo que sucede en muchos casos, que el propietario decide sacarlo para renovar su explotación.
En la especie equina las delimitaciones entre los ganaderos que se dediquen solo a la reproducción «es una línea más difusa que en el resto de las especies ganaderas», se argumenta desde la Administración regional.
Muchos productores que históricamente se han dedicado a criar potros de pura raza para su venta en los últimos años de crisis del sector han mantenido la totalidad o parte de sus yeguas sin cubrir pues no había mercado o estaba con precios de compra muy bajos y preferían no malvender.
Con estos matices, para afinar el número de ganaderos que se dedican a criar en Extremadura, hay que poner el foco en todas las explotaciones con cinco o más hembras reproductoras e inscritas en el registro como ganadería de reproducción, aclara la Dirección General de Agricultura y Ganadería.
Con esas premisas, la Junta contabiliza 245 yeguadas con 3.080 hembras reproductoras mayores de 36 meses. Además hay 17 ganaderías con 153 burras mayores de 36 meses.
Ganadero enamorado de los caballos desde hace casi tres décadas, Fernando Molina sentencia que la crisis sanitaria de la covid-19 ha derivado en una económica que ha impactado también en el sector del equino.
«Ha debilitado mucho las compras porque buena parte de ellos son animales para competiciones y estas han quedado aplazadas. A eso se añade obviamente que mucha gente ha empeorado su situación personal en lo económico y ello implica recortar gastos», explica.
Como consecuencia de la pandemia, el equino efectivamente ha sufrido la suspensión de concursos morfológicos y deportivos y la paralización de ventas de sus productos.
Por ese motivo, la Consejería de Agricultura le incluyó entre los beneficiarios de la línea extraordinaria del Plan de Desarrollo Rural para los sectores más afectados. En torno a 100 ganaderos han recibido unas ayudas que han supuesto un montante de 368.500 euros. «Lo importante es que se acuerden de nosotros porque en otras épocas no se nos ha tenido en cuenta», remata el emeritense.
«Siempre he reivindicado que somos ganaderos como otros. Parece que criar caballos para algunos no merece la misma consideración que los cochinos o la vacas, y eso no es así. Posiblemente porque existe aún una mala imagen que nos presenta como un sector de 'pijos' y nada más lejos de la realidad. El caballo forma parte de la cultura más popular», reflexiona Javier Gil, quien insiste que el caballo «no es un artículo de lujo. Si tienes donde criarlos, no lo es».
Hay personas –enfatiza– «que utilizamos los caballos para labores de campo. Para nosotros son una herramienta más de trabajo». Otros los quieren para competiciones deportivas; para concursos; o simplemente para disfrute. «Todos son usos muy dignos y por ellos merecemos una consideración como tal los criadores», finaliza convencido el ganadero pacense.
En una misma línea apunta Molina. «Extremadura y sus fiestas serían muy diferente sin los caballos. Lo mismo que las explotaciones de extensivo, en la dehesa. Y también hay gente que come gracias al mundo del caballo. El sector equino genera mucha riqueza. Eso sin olvidar la belleza que muestra un animal extraordinario», concluye.
A pesar de la crisis generada por el coronavirus, Fernando Molina asegura que la ganadería equina no se encuentra en mal momento si apuntamos exclusivamente al número de explotaciones activas en la comunidad extremeña.
«En el periodo 2008-2011 cayeron muchísimas ganaderías. En estos momentos, la cifra está estabilizada. Unas están peor que otras pero se va resistiendo esperando a momentos mejores», comenta a HOY.
Alfonso Gil González subraya que el criador de ganado equino asume su oficio por vocación. Esa es la clave, finaliza. «Te tiene que gustar mucho para dedicarte a ello. En nuestro caso, teníamos la referencia de mi abuelo, pero eso no habría resultado suficiente sin nuestra pasión por los caballos. Hay que saber cuidarlos porque esto no es como criar cochinos o vacas, y los ganaderos saben que lo digo con todo respeto porque yo también lo soy de esos sectores», agrega.
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