No estaba nervioso pero el agente al que se entregó el autor confeso del crimen de Zafra sí lo notó «pesaroso y arrepentido». «Tenía un poquito de sangre en la cara, pero no una barbaridad», explicó el guardia civil al que se dirigió Manuel M.M.Q. tras golpear mortalmente a María Soledad S.D.
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El agente ofreció estas explicaciones en la segunda sesión del juicio que se celebra esta semana en la Audiencia Provincial de Badajoz. «Ese día recibimos una llamada en la que nos decían que había habido una discusión y unos 15 minutos después apareció Manuel. Venía manchado de sangre, pensé que se había caído. Entonces empezó a contarme que a veces las mujeres lo llevaban a una situación insostenible y que la había matado», prosiguió el guardia.
«Yo le vi un discurso coherente, nada extraño», añadió un testigo que aportó datos de valor en un juicio que entrará este miércoles en una nueva fase cuando testifiquen los peritos que analizaron las pruebas recogidas en el lugar del suceso.
El sargento jefe de Protección Ciudadana de Zafra confirma que el cuartel de la Guardia Civil y la finca en la que se cometió el crimen están separados por «diez o quince minutos en coche», un dato al que da valor el letrado de la defensa, Emilio Cortés, porque demuestra que su representado se entregó de forma voluntaria.
Los agentes que custodiaron al detenido en esas primeras horas afirman que Manuel no tenía lesiones en el pecho –el lunes dijo que María Soledad consiguió golpearlo en esa parte del cuerpo con la barra– aunque sí pidió ir al médico tras hablar con su abogado para ser atendido de un dolor que sentía en el pecho, posiblemente derivado de la ansiedad que sentía en unos instantes en los que preguntó a varios guardias si el juez lo mandaría a prisión. Los agentes también ratifican que la barra de desencofrar con la que se supone que golpeó a la mujer fue hallada junto al cadáver y que el teléfono con el que la víctima grabó a Manuel fue localizado en el cuarto de los aperos.
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Por la sala de vistas también pasó este martes el hijo del acusado, quien explicó que la tarde anterior al suceso habló con su padre después de que María Soledad lo llamase para decirle que era necesario que un veterinario se acercara a la finca para ver a su potro porque se encontraba muy débil. El hijo de Manuel asegura que esa noche encontró a su padre muy nervioso y que le dio a entender que no se quería acercar a la finca por la noche porque María Soledad le daba miedo.
Otro de los testimonios que se escucharon este martes fue el de una mujer que vivió la casa en la que después residió María Soledad. Residió allí durante año y medio y negó haber mantenido una relación sentimental con Manuel, aunque sí confirmó que el varón le propuso matrimonio –Manuel se había divorciado cinco años antes–, algo que ella no aceptó. «Nunca me insinuó que quisiera mantener relaciones sexuales», aseguró esta mujer con la ayuda de una intérprete que tradujo sus palabras.
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