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La capilla de San Juan de Ribera de la Catedral, la que utilizan los arzobispos de la diócesis para revestirse antes de la celebración de ... los oficios religiosos, ha sido sometida durante los últimos ocho meses a un intenso proceso de restauración que ha devuelto su aspecto original al retablo, los óleos, los muros y las bóvedas que componen ese espacio situado junto al pasillo que comunica la sacristía con el altar mayor de la Catedral.
La aportación económica realizada por un mecenas ha permitido poner en marcha un proyecto del que se ha encargado Ricardo Kantowitz, brasileño de nacimiento pero asentado desde hace años en la ciudad de Badajoz, donde ha puesto en marcha un taller especializado en la restauración de patrimonio religioso y cultural.
El trabajo que ahora concluye se ha centrado en una pequeña capilla en la que destaca un retablo realizado en la segunda mitad del siglo XVIII, «posiblemente conectado con la beatificación de San Juan de Ribera, quien fue obispo de Badajoz entre 1562 y 1568».
Ese óleo sobre tabla muestra al santo con su atuendo episcopal en un gesto de bendición de quien fuera obispo de la diócesis, patriarca de Antioquía, arzobispo de Valencia, teólogo, canonista y virrey de Valencia.
Kantowitz ha puesto en marcha una investigación para determinar quién fue el autor de ese retablo tallado en madera de castaño y dorado al agua que fue concebido en un estilo «más castellano que andaluz» y en el que destaca, por encima de todo lo demás, la pintura en óleo sobre tabla de este santo extremeño realizada en la puerta del sagrario.
En un primer momento el trabajo de Kantowitz se centró en la documentación de ese espacio y en la realización de catas para conocer el estado de cada uno de sus elementos. «Y a continuación comencé a sanear la bóveda de cañón, empezando por el tejado externo y después con la recuperación de los muros y las pinturas decorativas realizadas en las paredes con plantillas, que datan de finales del siglo XIX».
Estos trabajos se han completado con la recuperación del retablo en su totalidad y también de los óleos que rematan el cabecero de la capilla, en el que llama la atención «una interpretación muy curiosa de una escena en la que aparece la Virgen María sentada junto a Santa Isabel mientras observan cómo juegan San Juan y el Niño Jesús».
En los laterales hay otros dos lienzos: en una aparece María Magdalena y en el otro la Virgen María con el niño en sus brazos.
En todas estas pinturas se apreciaban daños por humedad y oxidación de barnices que han requerido un meticuloso proceso de limpieza, consolidación y recuperación cromática que les ha devuelto la intensidad de los tonos y matices.
Explica Kantowitz que la mayor parte del tiempo la ha consumido la restauración del retablo, cuyo ático o parte superior está coronada por una semicircunferencia en la que aparecen querubines tallados en madera. «He tenido que solucionar los ataques biológicos y muchas patologías, la limpieza la he realizado ángel por ángel y me ha llamado mucho la atención que cada uno de ellos tiene un rostro diferente».
Kantowitz detalla que durante ese proceso de restauración cada uno de los ángeles ha cobrado vida propia. «Es como si al retirar la suciedad acumulada por los años quisieran volver a respirar, tener nuevo aire, eso es lo que he sentido haciendo este trabajo».
Completan la zona inferior del retablo las figuras de San Lucas, San Pablo, San Pedro y San Mateo, mientras que en la parte superior aparecen San Juan y la Virgen María a los pies de la cruz en el Monte Calvario.
«De todas las figuras me quedo con San Juan, su expresión de asombro en ese momento en el que Jesús le dice 'ahí tienes a tu madre'. Es verdad que las tallas no son tan finas, porque están pensadas para componer un retablo y la parte de atrás solo está perfilada por el escultor, pero ese tipo de detalles era algo que figuraba en los contratos».
Ricardo Kantowitz está satisfecho con el resultado de este trabajo, el segundo que realiza para la Catedral de Badajoz, donde ya había intervenido con anterioridad en la restauración de algunas de las piezas que se muestran en el museo.
Aunque lo que más valora es el hallazgo de varias reliquias en el interior del sagrario o tabernáculo, que no se podía abrir hasta ahora porque la cerradura y la llave se habían deteriorado como consecuencia del paso del tiempo. «Realmente ha sido una sorpresa encontrar esas reliquias que pueden corresponder a San Juan Bautista y a San Pedro, entre otros santos. Están lacradas y hasta que no sean abiertas no se podrá concretar a quién pertenecen».
Especula Kantowitz que seguramente se trate de reliquias primarias, nombre que se da a los fragmentos de hueso pertenecientes a los santos. «También había un fajín de San Pío X, son signos de la devoción que siempre han existido en la ciudad de Badajoz».
Junto a esas reliquias, también han llamado la atención las tres flores talladas en la parte superior del tabernáculo, difícilmente visibles desde el exterior pero cuidadosamente talladas y decoradas al temple. «Es un detalle muy íntimo, casi imperceptible para el ojo humano, que solo ve Dios. Yo pienso que su autor quería hacer referencia de este modo a la Santísima Trinidad».
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