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Sin la bata blanca y la cofia que en sus primeros años de profesión llevaban en la cabeza a muchas le costó reconocerse. A la ... ausencia de uniforme se sumó el paso del tiempo, lo que dio importancia al reencuentro entre las primeras enfermeras de Badajoz.
Emocionada llegó Carmen Álvarez al restaurante las Bóvedas. Allí se habían dado cita 'las chicas de la Cruz Roja', así se llaman entre ellas las integrantes de las once promociones de enfermeras que se formaron en la primera escuela que en 1967 se creó en la ciudad.
El apelativo viene de la famosa película protagonizada por Concha Velasco.
«Tengo los mismos nervios y la misma emoción que el primer día que llegué a la Cruz Roja», contaba Lali Julián antes de abrazarse al medio centenar de compañeras que no veía desde hace más de 50 años.
Esta emeritense puede presumir de pertenecer a la primera promoción de enfermeras que aprendió la profesión en la sede que Cruz Roja tenía en Pardaleras. Allí estuvo interna, era uno de los requisitos de los tres años que duró la formación con la que conseguían el título de Ayudante Técnico Sanitario (ATS) por la Universidad de Sevilla.
«Obteníamos dos títulos. El de Cruz Roja, que en caso de guerra nos obligaba a ir al frente, y el de ATS lo daba la Universidad de Sevilla porque aquí aún no había universidad», cuenta Lali, que llegó a Badajoz a los 17 años tras suspender en Oviedo la prueba de acceso. «Era el primer año que ofrecían esta formación, hice el examen y conseguí una de las ocho plazas que había así que me vine».
Al igual que ella, por el centro de Cruz Roja que posteriormente fue la clínica Los Naranjos pasaron a lo largo de once años más de un centenar de alumnas.
«Ahora no es como entonces, la formación ha cambiado mucho. Están un año más pero cuando llegan a un hospital a muchos les cuesta coger una vía. Nosotras al segundo día ya estábamos practicando», explica Carmen Álvarez, que también fue chica de la Cruz Roja.
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Lo más emocionante para ella ayer fue volver a ver a las que fueron sus compañeras de habitación durante los tres años que duró su aprendizaje. «Estoy muy contenta. Es un día muy bonito y emocionante. No nos habíamos vuelto a ver desde que terminamos en 1974. Unas viven en Toledo, otras en Sevilla y es complicado».
Entre los recuerdos de las que un día fueron alumnas están las monjas que las cuidaban, y las intensas jornadas de trabajo que desde el primer día de clases pasaban en la clínica. «Era muy duro porque además de las clases teníamos siete horas de prácticas diarias, que a veces las teníamos que hacer en turno de noche aún siendo estudiantes», recuerdan.
Una etapa que fue también muy especial para Teresa Peinado. «Llegué de rebote, porque quería estudiar filosofía pero mis padres no se lo podían costear. Así que me decanté por Enfermería, que era lo que había en Badajoz junto a Magisterio», explica Peinado, que dice sentirse muy orgullosa de ser una chica de la Cruz Roja.
En sus 49 años dedicada a la profesión Teresa considera que el papel de la enfermera ha perdido valor. «Antes nos valoraban más, solo tienes que ver el trato vejatorio que muchos compañeros reciben hoy en los hospitales o en los centros de salud».
Un trato que según ella se debe también a que a los profesionales de hoy no se les enseña la humanidad con la que trabajaban antes. «Ha mejorado la medicina y el instrumental pero la atención humana que necesita el paciente hoy está más desatendida. En parte por la burocracia y la escasez de personal que hay en los centros sanitarios», cuenta Peinado, que agradece a las monjas el haberles enseñado a ser amables con sus pacientes.
Pese a llegar a la clínica de Cruz Roja dos años después que Teresa, Dolores Acedo se reencontró con su amiga 50 años después. Vive en Sevilla, y ayer volvió a Badajoz para recordar lo que para ella fueron unos años maravillosos. «Terminé y me fui a trabajar a La Paz a Madrid. El personal de Cruz Roja siempre estuvimos muy solicitado por los hospitales porque estábamos muy bien formados», subraya la enfermera, que lamenta que pese a que hoy sigue siendo sencillo trabajar de la profesión la estabilidad no es la misma que hace medio siglo. «Todo ha ido a peor, hoy día los hospitales están más preocupados por la informática que por cuidar al enfermo», sentencia.
Una vida dedicada a los demás, que sirvió de guía a los profesionales que vinieron después, y que les dejó recuerdos que ayer, 55 años después de que Cruz Roja les abriera las puertas volvieron a compartir. «Estoy muy emocionada de que al fin hayamos podido reunirnos. Lo intentamos en el 50 aniversario pero vino la covid y tuvimos que posponerlo. Lo divertido es descubrir quiénes somos cada una, han pasado 50 años y hemos cambiado mucho», cuenta Lali, que agradece a las nuevas tecnologías por haber permitido que las chicas de la Cruz Roja se reúnan de nuevo
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