Una romería. La huelga de autobuses y las dificultades para conseguir un taxi han llenado de jóvenes paseantes la avenida de Elvas en las primeras ... horas de la mañana. El goteo grupos de personas era constante entre el recinto ferial y el puente Real.
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A las siete de la mañana cerraron las casetas de la feria, pero los últimos cuatro autobuses salieron de Caya poco después de las seis y media. Cada uno con unos 80 pasajeros, como explicaban los conductores. En el último, el de la línea 18, la fiesta continuaba en el interior. Quizá celebraban evitar la vuelta a casa andando.
No llegó a tiempo de subirse a ninguno de esos vehículos urbanos Danae Andreu: «Nos hemos quedado tiradas», lamentaba junto a una amiga mientras emprendía el camino hacia la rotonda de El Faro.
Allí, el trasiego de taxis y coches particulares era continuo. «Sin parar», decía un taxista por la ventanilla sin detenerse. Incluso hubo pequeños altercados por subirse a estos vehículos. La gente veía los taxis vacíos y trataba de pararlos entrando en la calzada. «Por la aplicación del teléfono o radio taxi es lo más fácil», reconocía otro conductor que iba a buscar a unos clientes.
Aun así no era sencillo y la gente protestaba con el móvil en la oreja. «Sabíamos que había huelga de autobuses e intentaremos coger un taxi», explicaba sin mucha esperanza Javier Elías junto a tres amigos.
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Había quienes optaban por esperar en la parada de El Faro a los autobuses de la línea habitual. Otros, hacían tiempo para que fueran a recogerlos. «Ahora viene mi padre», comentaba una joven tras colgar el teléfono. No era la única. En la rotonda de la Rucab tres personas se subían poco después de las siete de la mañana al coche de un familiar. El tráfico por la avenida de Elvas en esos momentos hacia pensar más en un lunes a mediodía que en el amanecer de un domingo.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de coches que se movían, decenas de grupos se resignaban e iniciaban andando el camino de vuelta a casa. «Hora y media me marca Google», aseguraba un joven. Eso sí, no desistían y muchos continuaban levantando la mano cada vez que se cruzaban con un taxi o trataban de reservar uno por teléfono.
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Sobre las siete y media de la mañana cientos de personas caminaban en dirección a Badajoz. A esa hora, los que abrían la comitiva llegaban a la rotonda de puente Real. Eran, por norma general, los que habían elegido zapatillas para el primer sábado de feria. Y es que el calzado marcaba diferencias a esas horas de la mañana. Mucho más despacio avanzaban quienes se decantaron por tacones, ya los llevaran en los pies o de la mano.
Por supuesto, también había grupos que hacían paradas en su trayecto. Aprovechan los bancos o incluso los bordillos. «Así hacemos tiempo a ver si podemos coger un taxi», indicaba un chico que tenía que llegar hasta San Roque.
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Al llegar al puente Real la romería se iba disolviendo. Unos, los más numerosos, enfilaban hacia Valdepasillas, otros continuaban hacia el puente de la Universidad y, los menos, giraban a la izquierda antes de llegar a Conquistadores. Todos buscando poner fin al primer sábado de la feria de San Juan.
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