Fue en el Teatro Romano y con solo siete años, cuando Carolina Yuste (Badajoz, 1991) sintió el flechazo de la interpretación. Anoche, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada, levantó el Goya a la Mejor Actriz por 'La Infiltrada', y, ... con ello, cumplió el sueño que tuvo aquel día, cuando su madre la metió en el camerino de una amiga en Mérida. Salió de allí «cautivada y diciendo que quería ser actriz», explicó su madre, que también se llama Carolina Yuste, en una entrevista con HOY.
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En realidad, la premiada actriz se llama Carolina Ortega Yuste, dado que es hija de los pacenses Patricio Ortega y Carolina Yuste (aunque esta última nació en Cádiz, es muy conocida porque llegó a Badajoz de niña y por haber tenido un salón de belleza junto al colegio de los Maristas). Carolina, la actriz, tiene tres hermanos.
A pesar de que se marchó a Madrid a estudiar, mantiene su vínculo con Badajoz y el próximo día 28 saldrá al balcón del Ayuntamiento para ser la pregonera del Carnaval. Suele acudir a la ciudad, donde estuvo en la última fiesta de Los Palomos.
Este domingo resulta prácticamente imposible hablar con la intérprete. A los nervios y celebraciones de la fiesta del cine, se suma que esta noche volverá a subirse a las tablas en el teatro madrileño de la Abadía con Caperucita Roja en Manhattan. Hasta el 23 de febrero se la podrá ver en directo.
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Este es el segundo Goya para esta mujer de 33 años que estudió en el colegio de la Compañía de María y que se graduó en el Bachillerato Artístico en el instituto Reino Aftasí. Fue en el colegio donde hizo sus primeros pinitos hasta que en 2012 debutó profesionalmente en el teatro con Las brujas. Posteriormente, participó en obras como Fuenteovejuna y protagonizó Suaves y Prostitución. En el verano de 2017 interpretó a Claudia Actea, una esclava siria en 'Séneca' en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, en las mismas tablas donde, de niña, vio 'El sueño de una noche de verano'.
Con 19 años decidió irse a Madrid a estudiar interpretación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Y, desde entonces, no ha parado de realizar papeles carismáticos que la han convertido en un icono de las nuevas generaciones del cine español.
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En 2016 empezó a hacer series de televisión, aunque ha sido el cine donde ha ganado proyección. Su papel de Paqui en la película Carmen y Lola (2018), dirigida por Arantxa Echevearría, le valió el Goya a la Mejor Interpretación Femenina de reparto. Con esta directora ha realizado varias cintas y fue ella quien la llamó para 'La Infiltrada', que anoche ganó también 'ex aequo' el premio a la Mejor Película con 'El 47'.
Con este papel es el segundo premio que recoge, dado que hace solo unas semanas levantaba el Forqué a Mejor Interpretación Femenina.
Carolina Yuste tiene un carácter reivindicativo que sacó anoche en la gala, durante un corto discurso tras recoger el premio de manos de Malena Alterio. «No podemos usar la herida y el dolor de tantísima gente para sacar rédito político y cosas que solo generan violencia y cosas oscuras. Así que la gente que me escucha y tiene ese poder: respeto y amor. Soy una privilegiada, puedo pagar el alquiler de mi casa, así que ahora lo que pido es derecho a una vivienda digna para todas las personas«, concluía emocionada al recibir el galardón por interpretar a una policía que rompió con su vida, se infiltró en ETA durante ocho años y contribuyó a desarticular el comando Donosti.
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Vestida de blanco, con un diseño de Alexander McQueen y botas de suela track, la pacense Carolina Yuste ha dejado indiferente a pocos entendidos de la moda. Unos a favor, otros en contra.
La actriz estuvo arropada en la gala por su madre y por un grupo de amigas que le acompañaron desde Badajoz y desde Madrid.
Ella es celosa de su intimidad y no suele hablar sobre esta. Solo se le ha conocido una pareja, el también actor Jaime Lorente. Aunque ha hablado abiertamente de otros detalles de su vida, como lo hizo en una entrevista con HOY publicada en diciembre. «En cuanto a mi sexualidad, si alguien me parece una persona luminosa, amorosa y divina, me da igual su genitalidad o su expresión de género. Me enamoro de la persona y punto«. Ahí también dijo haber sido víctima de bullying de niña y que la danza fue su refugio. Aún disfruta con el baile.
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