Niños participan en el taller de Cetrería que tuvo lugar en los jardines de la Galera C.MORENO

Almossassa, un éxito árabe

Cuentacuentos, talleres de alfarería, danza del vientre y cetrería fueron el reclamo para los más pequeños en la jornada del sábado. Unas actividades que también se podrán disfrutar este domingo

María Isabel Hidalgo

Badajoz

Sábado, 23 de septiembre 2023, 14:05

Los jardines de la Galera abrieron este sábado sus puertas para continuar con las actividades programadas en el segundo día de Almossassa. La fiesta con la que Badajoz recrea su pasado árabe llega este domingo a su fin y lo hace con una de las ... ediciones de mayor participación hasta la fecha, tal y como se esperaba. Así lo perciben los comerciantes que desde el pasado jueves están instalados en la plaza Alta, epicentro de la celebración y donde en la mañana del sábado ya era complicado caminar por la elevada afluencia de personas.

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En torno al mercado se desarrollaron durante todo el día numerosas actividades, muchas de ellas muy atractivas para los más pequeños. Ellos fueron los que más disfrutaron de la jornada, como Alma Carreira, que atravesó corriendo la entrada de los jardines al escuchar la voz del cuentacuentos. «Vamos abuelo, ya ha empezado», gritaba emocionada. Su abuelo, Ramón Fernández, la seguía casi con la misma ilusión. «Hemos venido a pasar la mañana aquí, estaba conmigo en casa y ha salido el día espléndido, así que hemos aprovechado para venir», comentaba.

La historia de Llamaseca, fue el relato que un juglar árabe contó a más de una treintena de niños que escucharon con atención a los pies del escenario instalado para estos días en los jardines de la Galera. Mientras, el juglar hablaba de dragones, brujas y otros seres muchos visitantes aprovechaban el enclave para tomar fotos. «No soy de Badajoz, con lo cual no tengo la oportunidad de disfrutar de este jardín a menudo«, explicó Pura Rodríguez, que se hacía fotos junto a su familia.

En el interior de la Alcazaba las actividades tampoco cesaron en toda la mañana. La exposición de cetrería, fue uno de los mayores atractivos de mayores y pequeños. Búhos, águilas reales y otras rapaces posaban bajo la mirada atenta del público que se acercó a observarlos. Los más animados aprovecharon para hacerse fotos con ellos, como Álvaro Pozo, que cogió una de las águilas mientras su abuela le hizo la foto. Eso sí, no valía solo con no tenerle miedo a estos animales, pues hay que pagar tres euros para poder tomar la foto con el móvil.

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Otros decidieron adentrarse de lleno en la cultura árabe y participaron en el taller de danza del vientre organizado por la academia 'Be A Rainbow'.

Éxito con la alfarería

El barro también fue protagonismo en las puertas del museo provincial. Allí se instaló este año Jesús Romero, un alfarero de Sevilla que cada año acude a la cita. «Este año me han cambiado la ubicación; otras veces he estado en la plaza de la Encarnación y sé que va a ir bien el fin de semana porque es una actividad que gusta», aseguró.

El alfarero contaba con más de una decena de tornos para que todo aquel que lo desease pudiese moldear su propia vasija. «No pretendemos que la elaboren a la perfección, porque es algo difícil de hacer. Lo que queremos es que conozcan el oficio y lo valoren», contaba Romero.

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Una actividad que sorprendió a los más pequeños ya que para muchos de ellos era desconocida. No era así para Fabio Chacón, que intentaba dar forma a su trozo de arcilla. «Me gusta mucho el barro, no es la primera vez que lo hago, en casa también practico pero aquí con el torno es más difícil, porque se me cansan los pies», relataba.

Con los más pequeños entretenidos, el mercado fue el epicentro del día, por él pasaron más de un centenar de personas. Muchas de ellas prefirieron acudir a primera hora del día para evitar las aglomeraciones que suelen formarse por la tarde. Es lo que hicieron Paqui y Petri Vadillo, dos hermanas que compraban regalos árabes en los puestos de la plaza de San José. «Hemos venido temprano porque nosotros queremos comprar cosas y más tarde no se ve nada bien entre tanta gente», contaba Paqui mientras su hermana compraba unos monederos. «Son regalos que cuestan poco y son bonitos, además hay cosas que vienen muy bien», aseguraba.

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Estas dos hermanas son de Badajoz y no faltan ningún año a la fiesta. «Este año tenemos la sensación que hay más puestos, sobre todo de comida», apuntó Petri, que tenía intenciones de comer en uno de ellos.

Los precios de los productos también han aumentado este año, una subida que no solo nota el público sino los propios tenderos. Pese a ello las ventas no les están yendo mal.

Buen índice de ventas

Para Blas Ruiz y su tienda de gominolas y fruta deshidratada esta es su primera Almossassa. «Estaba en paro, no podía seguir sin trabajar y decidí trabajar en la venta ambulante, así que comencé a dedicarme a esto», cuenta.

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Este es su primer año en este negocio. Le han hablado bien de la Almossassa, por eso decidió venir desde Jaén. Para él el viernes fue un buen día y cuenta que la mañana de ayer también le fue bastante bien. Unas ventas que desde el viernes han ido bien para la mayoría de los comerciantes, pese a la subida de precios.

Las colas a la hora de comer estaban en los kebab. Este producto es uno de los más consumidos durante el fin de semana de Almossassa y este año cuesta siete euros, uno más que el anterior. «Si estás aquí aprovechas y pruebas, no hay nada mucho más barato y al final esto no es algo que comas todos los días», aseguraba Alejandro Jiménez, mientras aguardaba una extensa cola para pedir su kebab.

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Pero no todos han subido los precios. Andrés Alcalá ha decidido mantenerlos. Su puesto de grabados se encuentra en la plaza de la Encarnación. «Nos ha tocado la piedra mala, porque estamos donde menos gente viene y eso se nota en las ventas», aseguraba. La primera noche apenas hicieron 30 euros de caja y cuenta que a las doce de la noche tuvieron que cerrar porque ya no había nadie, mientras los puestos de la plaza Alta estuvieron llenos de gente hasta la una y media de la madrugada.

Una jornada la de este sábado que se completó con los pasacalles de danza del vientre, zancudos y malabarista y en la que muchos además pudieron descubrir tesoros de la ciudad como el interior de la Torre de Espantaperros.

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