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Normalmente solo saltan a los medios niños que con 11 años han terminado la Universidad o bebés de dos años que ya saben leer. Pero ... el mundo de la alta dotación intelectual es complejo y también es más común de lo que pensamos. 57 alumnos cacereños entre Educación Infantil y Bachillerato tienen altas capacidades. Son los datos que aporta la Consejería de Educación, pero es muy posible que haya más y que se encuentren en ese territorio incierto de la identificación y la toma de medidas adecuadas.
En Cáceres el número de alumnos de Infantil, ESO y Bachillerato es aproximadamente de 14.000, por lo que los superdotados, según el dato de la Junta, supondrían un 0,42% del total del alumnado general. Se estima que entre el 2 y el 3% de la sociedad cuenta con alta dotación, por lo cual en Cáceres debería haber entre 280 y 420 alumnos por identificar. A poco más de la mitad de los que sí tienen su diagnóstico, 32 alumnos, se les ha flexibilizado la incorporación a una nueva etapa educativa, es decir, están en cursos superiores a los que les correspondería por edad.
La decisión, indica David Reyes Pastor, jefe de servicio de programas educativos y atención a la diversidad de la Junta, implica un proceso de evaluación psicopedagógica. En el ámbito educativo, aclara, hay que diferenciar el diagnóstico clínico, que pertenece más al ámbito sanitario, del diagnóstico psicopedagógico. Son los servicios de orientación de la administración los que determinan las necesidades y adaptaciones concretas que requieren los estudiantes con altas capacidades. Además del diagnóstico en sí se tiene en cuenta, según señala David Reyes, «el acomodo emocional que le va a suponer la adaptación a su nueva situación».
Desajustes como el aburrimiento del alumno ante ciertas materias o que sienta desmotivación son los signos que anticipan la necesidad de una respuesta «más extraordinaria o más excepcional».
A pesar de que hay centros en la ciudad que se relacionan con una mayor presencia de alumnos con altas capacidades Reyes indica que la situación va cambiando año tras año. No es conveniente, apunta, establecer diferencias entre unos colegios e institutos u otros. «Cualquier centro tiene que ofertar respuesta a cualquier tipo de alumnos, son modelos de educación inclusiva, el centro debe adaptarse a las características de los chavales y la administración pone todos sus recursos, en la medida de sus posibilidades, independientemente de donde estén ubicados estos centros».
Tampoco parece haber, bajo su punto de vista, perfiles fijos de alumnos superdotados. «Cada chico o cada chica que presenta altas capacidades tiene su propia casuística, lo que es menos frecuente es en los primeros años, no es muy habitual a final de la Infantil o a principios de la Primaria, suele ser más frecuente en etapas de preadolescencia o adolescencia, y primero se suelen dar las medidas de ampliación de curriculum, antes que la anticipación de un curso porque el potencial de un chaval y su acomodo emocional nos pide eso».
El cambio más complejo, indica Reyes, es el paso de Primaria a Secundaria porque implica también un tránsito importante de la infancia a la adolescencia. Siempre es más sencillo, señala este responsable, hacerlo dentro del mismo centro escolar. Además de estos 32 alumnos a los que se les ha adelantado del curso otros 25 tienen medidas de enriquecimiento curricular.
En cuanto al aumento de alumnos con altas capacidades Reyes señala que los procesos de identificación cada vez están más perfeccionados y cada vez hay un mayor número de profesionales en esta tarea. «Lo que tiene que haber es mecanismos de respuesta».
La asociación Laertes, con sede en Cáceres aunque de ámbito regional y presidida por Nacho Lobato, vela por la atención de los alumnos con altas capacidades. Ellos, basándose en estudios científicos, indican que la atención a este alumnado no puede confundirse «con avanzar uno o más cursos» ya que, aseveran, no es la única posibilidad. «Lo que es esencial es entender que necesitamos un sistema escolar que permita avanzar al alumno por el currículo tan rápido, con tanta amplitud y profundidad como su capacidad e intereses le permitan».
Bajo su punto de vista, para tomar una medida excepcional como es la flexibilización del periodo de enseñanza y aprendizaje «no se puede tener en cuenta exclusivamente la condición intelectual del alumno, ésta es una condición muy importante pero no se puede llevar a cabo sin analizar aspectos personales del alumno».
En su opinión la administración carece de un protocolo para la detección y atención del alumnado de altas capacidades, «y esto hace que cada orientador o cada docente plantee las medidas necesarias de un modo diferente». Indican que en la región también se carece de «un equipo específico para la atención de este alumnado».
Según esta asociación en Extremadura apenas hay detectados un 0,18 del total de alumnos con altas capacidades, por lo que faltarían 3.245. «Esta es una de las consecuencias de que la legislación extremeña no esté actualizada, ya que los criterios que sigue para la atención y detección de este alumnado están anclados en investigaciones de hace medio siglo» Reclaman la actualización de la normativa y el establecimiento de criterios únicos que se tengan en cuenta a la hora de conceder ayudas económicas a las familias o poder optar por premios extraordinarios al finalizar sus etapas educativas. En su lectura de la situación reconocen que «es cierto que la administración ha emprendido el camino para propiciar la atención de este alumnado, pero aún estamos muy al principio y aún queda mucho por recorrer».
Fue en segundo de Primaria cuando a Víctor le detectaron altas capacidades, unas pruebas que no se hacen solo en un día, sino a lo largo del tiempo. «Se las volvieron a repetir varias veces durante varios años», explican sus padres, Antonio Antequera y Montaña Polo. Víctor estaba en el colegio de Sierra de Fuentes. «Cambió la dirección del centro y conseguimos que le avanzaran en algunas asignaturas porque tenía problemas en clase con algunos compañeros, tuvo problemas de bullying». Raro, empollón o el que sabía más que nadie fueron algunas de las etiquetas que le endosaron a este alumno. «Las cosas van cambiando, pero mucha gente aún se sigue sorprendiendo».
Esta familia ha comprobado en su propia piel las dificultades que entraña que el sistema educativo se adapte a un niño con altas capacidades. «El que un niño tenga problemas de aprendizaje está asumido por la sociedad, pero que vaya por encima la gente no lo acepta bien», indica esta familia. A Víctor, explican, «siempre hemos tenido que darle más». Ya tiene el B-1 de chino y con 12 años diseñó un videojuego. «Nos hemos tenido que buscar la vida para buscar actividades alternativas, visitar museos y atender a preguntas que no son habituales». Creen que una buena parte del éxito de este tipo de alumnos depende del profesorado.
Víctor está un curso por delante, en 4º de la ESO en el IES Téllez, que tiene un programa específico para altas capacidades. «Lo tienen muy bien abordado», indica Montaña. Nacido en el mes de octubre Víctor empezará la Universidad con 16 años. «Quiere hacer Tecnomedicina, pero irse a vivir fuera con 16 años por muy bien que tenga amueblada la cabeza no es factible, así que hemos llegado al acuerdo que empiece a hacer una carrera aquí que le sirvan las asignaturas y que luego, cuando sea mayor de edad haga lo que quiera».
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