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Con luz o sin ella yo no he dejado de venir aquí ningún día. Pero esto de no vernos bien no era muy normal», relata ... Antonio García, de 71 años, tras pagar su consumición a Isabel en el hogar de mayores de Aldea Moret. Desde el pasado 21 de febrero no había suministro eléctrico en el local, rememora la encargada de este local de titularidad municipal, tras la decisión del presidente de la asociación de mayores. El motivo, las facturas que estaban llegando y que eran inasumibles.
«Las había de 800 euros, pero nosotros no gastamos tanto. Eso tendrán que mirarlo porque aquí apenas tenemos la cafetera, la nevera y poco más», cuenta la mujer. Este miércoles presentaba un semblante muy cambiado respecto a los días anteriores. Por fin se hizo la luz en ese centro de reuniones del barrio. Han sido tres semanas de penurias, oscuridad y pérdidas. Ella ya solo quiere pasar página y no se plantea reclamar.
«Nos las hemos visto muy mal. Los clientes que venían jugaban a las cartas entre las velas de la barra o con la linterna, el café lo hacíamos de puchero y las bebidas las enfriábamos con hielo», relata la mujer. Detalla que la linterna la recargaba en casa y le daba servicio para «unas tres horas, sobre todo por la noche». «Así hemos estado estas semanas, entre triquiñuelas para salir adelante», resume la mujer a la vez que se despide de Antonio, uno de los clientes habituales.
«No vivo en el barrio, pero tengo aquí el grupo de amigos y nos reunimos siempre. Sin luz todo era más complicado, por ejemplo para jugar a la subasta», admite este jubilado. A pocos metros de la barra, siete personas, todos hombres, permanecen ajenos a todo, centrados en quién gana una partida competida, mientras las cartas van cayendo y el volumen de las voces sube. Hay otros dos hombres en el local. Conversan en la barra. Dos más miran el desarrollo de la partida.
Después de tres semanas de tutes y subastas entre velas o base de candil eléctrico, al fin ha vuelto la luz al hogar de mayores. Aunque es suficiente con la que entra desde el exterior, en la Plaza Primero de Mayo, de Aldea Moret, Isabel y su marido, que la ayuda en las tareas, mantienen los focos del interior de la barra encendidos.
«Me avisó la concejala de Asuntos Sociales esta mañana. No sabíamos nada. Ha habido que darle al interruptor general. Para nosotros ha sido una estupenda noticia que hayan arreglado esto. Ojalá no haya más problemas. Hemos perdido mucho desde el 21 de febrero», continúa su relato Isabel. No olvida la fecha «porque era martes de carnaval».
Dos calendarios, uno en cada pared, un escudo del Real Madrid y el anuncio de que los días de bingo las consumiciones deben pagarse en el acto. El ambiente a media mañana del martes es muy diferente al de cuatro días antes. El viernes la linterna iluminaba la partida. Isabel le echaba imaginación para continuar con el servicio. «Lo que temía es no poder seguir trabajando. Dependemos de esto», añade. Hasta para limpiar el baño usaba linterna.
«A las 10.30 nos han avisado de que teníamos luz de nuevo. Por fin», incide Laura Escobar, que regenta la peluquería en el local anexo. También asume que tendrá pérdidas en el negocio, aunque lo que más le dolía era no poder atender con la calidad suficiente a sus clientes de siempre, personas mayores que pagan precios reducidos.
Aunque Laura podía desplazarse a los domicilios particulares, operaciones como el lavado de pelo a los mayores sin el material o los instrumentos necesarios eran más complicadas. Otras quejas habían llegado por parte de los que acuden a los bailes, reseña la responsable del hogar.
El Ayuntamiento, a consultas de HOY, había avanzado ya el lunes que entre la tarde de ese día y la mañana del martes acudirían los operarios de la empresa eléctrica para restablecer el servicio, como finalmente ha sucedido. No se ha especificado si a partir de ahora será el Consistorio el que pague las facturas. Hasta ahora era lo hacía la asociación de la tercera edad. «Como no hay recursos y las facturas eran de 800 y 900 euros el presidente decidió dar de baja la luz antes de que la pelota se hiciera más grande», contaba otro afectado, Juanjo.
«Esto parecía un entierro por la oscuridad. Un entierro con velas pero sin muerto», bromea un cliente habitual del hogar de mayores. El local se habilitó en 2010 con una inversión del Gobierno central de 350.000 euros. Iba a ser un lugar de referencia de la tercera edad. Lo que nadie pudo imaginar es que más de una década después acabaría iluminándose con velas o linternas durante semanas.
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