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Rodeado de policías y guardias civiles, al preso fugado Hernando Sierra le costaba respirar, tumbado de lado sobre la acera de una urbanización a medio construir, junto a la falda de la Montaña de Cáceres. Herido mortalmente de bala, apenas se movía, mientras un agente le daba suaves palmadas en el hombro, seguramente para tranquilizarle.
Era la una y media de la tarde de este viernes. No tardó en llegar una ambulancia del 112, y el personal sanitario comenzó a hacerle la reanimación cardiopulmonar. Le presionaban el pecho mientras el joven colombiano parecía no responder. Después de unos 15 minutos, le metieron en la ambulancia con vida y le trasladaron al cercano Hospital San Pedro de Alcántara. Llegó en parada y a los pocos minutos murió.
Tres horas y media es lo que le duró la vida en libertad a Hernando Jean Paul Sierra Quintero, un joven de 24, nacido en Colombia, que tenía antecedentes por robo con fuerza y estaba siendo investigado por varios delitos.
Su residencia estaba fijada en Huelva, pero fue detenido en Cáceres el pasado 2 de enero cuando, según fuentes policiales, con otras tres personas, también colombianas, preparaba un robo en las joyerías Tous o Jambor de la avenida de España. Un agente de la Policía Local fuera de servicio se fijó en ellos y abortó el plan. Entonces, como ayer, también se inició una persecución, y tras las diligencias judiciales el único que ingresó en prisión fue Hernando Sierra, que estaba en busca y captura acusado de un robo con violencia cometido con anterioridad.
Este viernes tenía que declarar en un juzgado del Palacio de Justicia. En el número 1 se sigue un procedimiento contra él por atentado a agentes de la autoridad, por lo que ocurrió el 2 de enero cuando fue detenido; y en el número 2, otro por tráfico de droga, tenencia ilícita de armas (una pistola) y robo con escalo. Le iba a asistir como abogado del turno de oficio Juan José Jiménez Bustamante, pero ni llegó a ver a su cliente: al bajar del coche policial por la rampa de entrada del Palacio de Justicia, en dirección a los aparcamientos del sótano y a los calabozos, Hernando abrió la puerta del coche y huyó. «Yo vi como tiró las muletas y se puso a correr», afirma un testigo presencial.
Todo parece indicar que el preso ideó el tener que seguir usando las muletas (en su detención de enero fue golpeado por un vehículo policial) para no ser esposado.
Así pues, Sierra, 180 centímetros de altura y complexión atlética, que vestía pantalones vaqueros y camiseta blanca, salió corriendo todo lo deprisa que pudo hacia la zona de la Ribera del Marco, frente a la sede de los juzgados. Al poco tiempo agentes de la Policía Nacional, de la Guardia Civil y de la Policía Local comenzaron a buscarle en el entorno de las faldas de la Montaña, con coches patrullas subiendo con sirenas encendidas por la carretera del Santuario y otros por el camino de la solana del Portanchito, que pasa por delante del antiguo molino de aceite hoy reconvertido en Espacio para la Creación Joven. La alarma en la zona fue considerable y enseguida provocó la extrañeza, por el inusual despliegue, de los viandantes, entre quienes se propagó el mensaje de que se trataba de un preso extremadamente peligroso.
A las doce de la mañana, tras el fracaso de la búsqueda en caliente, se inició una batida desde la Ribera del Marco a la Montaña con agentes de la Policía Nacional, Local y Guardia Civil. Llovía a mares cuando empezó la batida en la zona del Espacio de la Creación Joven. Los agentes peinaron la zona mientras en los caminos se obligaba a los conductores a parar sus coches, identificarse y abrir los maleteros. En la batida por el campo participaron unos 30 efectivos.
A la una y media de la tarde sonaron varios disparos de los agentes, unas diez detonaciones. «¡Ya le han cogido!» gritaron varios, e inmediatamente salieron de numerosos sitios coches policiales que se acercaron al lugar en el que estaba tirado en el suelo, herido de muerte, Hernando Sierra. Se había escondido en una urbanización a medio construir, Vistahermosa y frenaron su huida en la calle Joaquín Turina donde aún no hay edificios.
Según han señalado al Diario HOY testigos presenciales de la detención, un policía nacional se encaró con el preso huido, que se mostró violento. Él le tiró una piedra que hirió levemente al agente y éste le disparó. La bala le entró al preso huido por el costado izquierdo, afectando a un pulmón. El agente cayó al suelo y fue llevado en ambulancia a la Clínica Virgen de Guadalupe.
Preguntado por el suceso por este diario durante su asistencia al acto de inauguración de la nueva sede del Colegio de Veterinarios, el subdelegado del Gobierno en Cáceres, José Carlos Bote, apenas dio detalles sobre lo ocurrido horas antes. Aseguró que el preso era considerado muy peligroso y que se pidió a los agentes que extremaran las precauciones. También señaló que se trataba de un hecho puntual.
El suceso ha causado la lógica consternación en la familia del fallecido, que no entienden la muerte de Sierra en las circunstancias hasta ahora conocidas. Desmienten su condición de preso peligroso.
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