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Miguel Hernández recitando poemas a sus compañeros en el frente de Extremadura. Foto publicada en el ABC de Madrid republicano el 20 de mayo de 1937. ABC
Desde la Moto de Papel

La gran herencia en Extremadura del falangista que salvó a Miguel Hernández

En 1940 el poeta Miguel Hernández fue condenado a ser fusilado, pero Rafael Sánchez Mazas convenció a Franco para que no le matara. Mazas fue un hombre con suerte, él salió indemne de un fusilamiento y cuando se arruinó se convirtió en millonario por una herencia de una tía paterna de Coria

Sergio Lorenzo

Cáceres

Domingo, 19 de noviembre 2023, 07:39

Sanjosé me lleva por la calle de la amargura, arrastro sueño y debilidad por su culpa. El lunes pasado me dijo: «Para saber más de la relación de los Sánchez Ferlosio con Extremadura, tienes que ir a la biblioteca y coger el libro de ... José Benito Fernández que se titula 'El incógnito Rafael Sánchez Ferlosio. Apuntes para una biografía'. Lo lees y el viernes a la noche, en la taberna en la que trabaja mi nieto, nos cuentas qué encontraste».

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Fui a la biblioteca y me asusté al ver un tocho de más de 600 páginas. Empecé a hacerme el remolón hasta que el martes, a las cuatro y media de la madrugada, sentí que me zarandeaban en la cama. Di un grito al abrir los ojos y ver la cara de gusiluz del difunto a un palmo de la mía, haciéndome señas para que me levantara. Tranquilice a mi mujer diciéndole que había tenido una pesadilla, y ya en el estudio le pregunté a mi pesadilla:

–¿Qué demonios te pasa?

–Que tienes que leer el libro. Dormir es morir. –Sentenció.

–Mira quién lo va a decir. –Indique resignado mientras preparaba un café bien cargado para empezar la lectura.

Sánchez Mazas en su decisivo año 1940; caído en desgracia, sin dinero, su mujer y sus hijos se van a vivir con sus suegros a Roma, y cuando él decide marcharse a Italia recibe la noticia de la gran herencia de Coria. S.E.

Así me tuvo toda la semana. El viernes, con la tarea acabada, me presenté en la tertulia.

–¿Qué has encontrado? –Me preguntó Sanjosé.

–Bastantes cosas –dije pidiendo una cerveza mientras sacaba mi libreta de notas–. Me ha llamado la atención que el falangista Rafael Sánchez Mazas, padre de los Ferlosio, tuvo que ser una de las personas que más suerte han tenido en la vida. Él escapó indemne de un fusilamiento en masa en enero de 1939 en Cataluña.

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–El escritor extremeño Javier Cercas –dijo Caridad– lo contó en su libro 'Soldados de Salamina'. Por cierto, el libro está muy bien; pero luego David Trueba hizo una película regulera, en parte porque, incomprensiblemente, su entonces mujer Ariadna Gil se empeñó en hacer el papel del protagonista masculino.

–Bueno –seguí yo–. Resulta que fue ministro de Franco desde agosto de 1939 al mes de agosto de 1940...

–En el poco tiempo que fue ministro sin cartera hizo una cosa muy importante –me volvió a interrumpir Caridad–. Resulta que en marzo de 1940 el gran poeta Miguel Hernández fue juzgado y condenado a muerte, y Sánchez Mazas convenció a Franco para que no le fusilara. No obstante, solo vivió dos años más porque enfermo en la cárcel. Murió en 1942 de tuberculosis. Tenía 31 años.

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–Bueno... como iba diciendo –seguí, mirando con cara de pocos amigos a Caridad para que dejara de importunarme–. Mazas se vio sin su sueldo de ministro, con su mujer italiana Liliana Ferlosio y cuatro hijos. Estaba arruinado y decidió que la familia se iba a vivir con sus suegros a Roma, cuando el 26 de diciembre de 1940 le avisan de que era millonario. Resulta que se había muerto una tía paterna suya en Extremadura, y le había dejado en herencia muchos bienes en Coria: el Palacio de la Casa de Alba, que está al lado de la Catedral, y las fincas... –leí en el cuaderno– Montesordo, La Mediana, La Pulgosa, Las Barracas, entre otras. Eran fincas de cultivo y con ganadería que le permitieron vivir toda su vida de las rentas, hasta que se murió en 1966, con 72 años. Para más cachondeo, escondido en las carbonera del Palacio encontró mucho de dinero.

–Sí que tenía suerte –comentó Ana, la novia del fotógrafo Guinea que daba buena cuenta de unas croquetas de manitas de cerdo–. La que me han dicho que era una persona muy resuelta era su mujer Liliana.

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–Rafael Sánchez Mazas –indicó Sanjosé– se enamoró de ella cuando era una muchacha. Él era corresponsal de ABC en Roma y allí la conoció. Se casaron en 1925, él tenía 31 años y ella 16. Era muy resuelta, en 1976 el inspector de enseñanza Alejandro Manzanero, recordaba que una noche iba en coche con el alcalde de Coria y vieron un vehículo averiado en la cuneta, y una persona vestida con un buzo intentando arreglarlo. Pararon para ayudar y se sorprendieron al reconocer a Liliana. Cuando le preguntaron si no le daba miedo estar allí por la noche sola, sacó una pistola y dijo, «con esto no temo a nada ni a nadie». Se murió en 1994, con 85 años.

El Restaurante Palacio Ducal de Alba. Ayuntamiento de Coria

–Vamos a ver, difunto –protesté– que me has obligado a leer un tocho de 600 páginas y ahora no me dejáis hablar...

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–Sigue, sigue –dijo Sanjosé.

–¡Como iba diciendo! Montesordo era una finca de ganadería lanar y porcina de 1.090 hectáreas, con una casa de labranza en donde Mazas escribió su mejor novela: 'La vida nueva de Pedrito de Andía' publicada en 1951. Esa finca la heredaron los hijos Rafael y Chicho. En 1971 Chicho, el cantautor antifranquista, vendió su parte, y fue tanto el dinero que le dieron que compró una furgoneta y con su mujer y dos hijos viajaron a la India.

–Sería un pastón –comentó Guinea que había terminado con las croquetas.

–Sí que lo era –continué–. Le sobró tanto dinero que en Afganistán compró un kilo de hachís, y lo escondió junto al motor. Lo que pasó después es de chiste, porque de regreso a España a Chicho se le ocurrió ir a visitar en Suiza a su hermano mayor, al matemático Miguel que estaba allí exiliado. Fue entrar en Ginebra, pararle la policía y encontrar el hachís. Chicho fue a la cárcel y preparó su defensa con una abogada, a la que indicó que dijera al tribunal que era un científico que estudiaba los efectos del hachís. Se presentó al juicio vestido de negro, como si fuera un santón hindú, con un gran collar con dientes de animales. Le soltaron con la condición de que no volviera a pisar Suiza.

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–Vaya personaje –volvió a meter baza Caridad–. Sufrió mucho con la perdida de dos hijos. En la piscina del Palacio de Coria se murió ahogado un hijo con 4 años, y una hija se murió con 9 años al caer de un caballo. El Palacio de los Duques de Alba, que heredó Rafael Sánchez Ferlosio, es una pasada. Lo construyó la orden del Temple en el siglo XV. El escritor invirtió en él mucho dinero, pero al final acabó en ruinas. En 2019 lo compró una pareja de Coria, y lo ha convertido en un complejo que se llama Restaurante Palacio Ducal de Alba. Merece la pena verlo.

Volví a protestar por las interrupciones, y entonces Sanjosé le dijo a Caridad. «Mira. Como tienes tantas ganas de hablar, me vas a investigar el origen de esa fortuna de Coria». «¿Yo? ¿Por qué?» protestó. Entonces sonreí y, tocándole varias veces con un dedo en el pecho, le espeté a Caridad una expresión que creo que escuché en el pueblo cacereño de Hinojal: «¡Se te emplea por hablaor!».

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