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24 medallas en campeonatos europeos y mundiales pueblan el palmarés de Melitina Staniouta, exgimnasta bielorrusa, olímpica en Londres 2012 y Río 2016, donde consiguió ... un quinto puesto. Pese a su brillante trayectoria deportiva no puede vivir en su país. Ayer contaba su historia en Cáceres, en el centro deportivo El Perú Wellness, en donde hoy ofrecerá una 'master class' dirigida alumnas de gimnasia rítmica.
Staniouta emigró a Ucrania tras ser despedida de su trabajo en la televisión pública por sus críticas al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, en redes sociales y encabezar protestas públicas antes de las elecciones de 2020. Una semana antes del estallido de la guerra en Ucrania, el miedo a la incursión de las tropas rusas le hizo abandonar Kiev e irse a Barcelona. Ahora vive, como ella misma señala, «de casa en casa», de amigos y conocidos. «En Madrid, en Barcelona, en otras ciudades», cuenta en inglés minutos después de su llegada al centro deportivo. Entiende algo de castellano, y se anima a intercambiar algunas frases.
Su situación es precaria. «No puedo sacar dinero de mi cuenta, está bloqueada», explica la gimnasta, que después de terminar su carrera deportiva en 2016 comenzó a trabajar como entrenadora en numerosos países (América del Norte y del Sur, Italia, España, Polonia, Rusia, Ucrania y Japón, entre otros).
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Ahora intenta ganarse la vida ofreciendo sus conocimientos en iniciativas como la de hoy. «No esperaba estar tanto tiempo aquí, pensaba que podría volver en dos semanas a Kiev», indica. «No puedo volver a Ucrania por la guerra, ni a mi país porque podrían detenerme». Su estatus es diferente a los refugiados ucranianos. «Cuando ven mi pasaporte y ven que no soy ucraniana nadie puede darme apoyo, desafortunadamente soy bielorrusa, pero quiero recordar que en 2020 todo el mundo estaba mirando las enormes protestas de mi país». Recuerda que después de aquellas elecciones muchos bielorrusos tuvieron que dejar sus casas y se fueron a Ucrania porque «por expresar su opinión podían ir a la cárcel». «Y ahora han tenido que abandonar otra vez el lugar en el que vivían», expresa con tristeza esta joven de 28 años.
Aparte de su por propia situación está preocupada por los amigos y conocidos que dejó en Ucrania, y de los que no ha sabido nada desde hace semanas. «Les he llamado en cuanto he podido pero no me han contestado, lo único que quiero saber es si están vivos o no».
A pesar de todo ello intenta disfrutar de lo que más le gusta, la gimnasia, que le ha dado grandes satisfacciones a lo largo de su vida. «En Ucrania cuando hacía entrenamientos intentaba centrarme en edto para olvidarme de las cosas horribles de mi país». Ahora, en las oportunidades que le van surgiendo, como esta de Cáceres, también pone el foco en la gimnasia. «Aquí soy solo una entrenadora, mi objetivo es poner en su cabeza conocimientos y técnicas».
Jorge Azcona, gerente del centro deportivo, conoció la experiencia de Melitsina y le pareció interesante contar con ella. «Tiene valor humano y valor deportivo para la escuela de rítmica, es un referente que ayuda a la motivación de las niñas después de dos años de pandemia». La entrenadora Beatriz Aragón les ha explicado a las alumnas la historia de esta gimnasta, algo que «les hace valorarla y respetarla mucho más como entrenadora y como persona».
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