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Viernes, 19 de abril 2019, 09:10
«Ha sido ella hasta el final». Si atendemos a esta opinión de quien conoce, y aprecia, a Elena Nevado por haberla tratado en el día a día, se puede decir que esta abogada, cacereña de toda la vida, de 52 años, ha preferido mantener su línea, defender que la lista requería de gente de su confianza y que su equipo lo hacía ella. Aunque le haya costado el puesto. Hija melliza de una familia numerosa de siete hermanos y plenipotenciaria en el PP desde hace una década, Nevado estuvo ayer al borde de las lágrimas, pero está lejos de ser una persona débil. Al contrario. Su gestión se ha definido por tomar decisiones de las que estaba convencida, más allá de que fuesen o no de consenso. El último ejemplo, las escalera de Alzapiernas. Pero también sirven los toros. O alguna adjudicación de contrato con informes técnicos en contra simplemente porque si no se firmaba se perdía el dinero público. Ese determinismo es un valor en política. Pero sin apoyos suficientes, ni mayorías, y cuando toca llamar a la puerta de la oposición y negociar se ha echado de menos más mano izquierda. 8 años, 9 meses y 1 día después de ser designada por primera vez candidata en 2010 se lo han recordado en el PP.
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