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Me llama mucho la atención ver que al conocer una historia curiosa de Cáceres, de Extremadura, esa misma historia te lleva a otra. Me había ... impresionado saber que en pleno franquismo los cacereños habían presionado de tal manera al alcalde Alfonso Díaz de Bustamante, que le obligaron a que devolviera el callejón del Gallo que había regalado a Bellas Artes. Lo había contado el difunto Sanjosé y quedaba una pieza suelta...
El viernes, cuando me levanté a las cinco de la mañana, vi encendida la luz del estudio. Al asomarme encontré al viejo periodista leyendo un libro, balanceándose lentamente en la mecedora.
–Hombre. A ti te quería yo ver –le dije, sentándome en una silla a su lado–. El otro día contaste que uno de los que más presionaron a Bustamante para que devolviera el callejón fue el poeta Fernando Bravo. ¿Quién era ese hombre?
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–Arsenio Fernando Bravo y Bravo, que así se llamaba, fue una persona muy peculiar –empezó Sanjosé mientras cerraba el libro ('La historia de Extremadura' de Marcelino Cardalliaguet)–. Fue un gran defensor de su tierra. Nació en Garrovillas de Alconétar en 1906, hizo el bachillerato en Cáceres y a los 18 años se fue a estudiar Derecho a Salamanca. Luego se estableció en Cáceres y en 1938, en plena Guerra Civil, se casó con su paisana Josefa Marcos Breña, con la que tuvo tres hijos: el pediatra Vicente, Amelia, y el abogado Eugenio, el padre de una conocida tuya, de Teresa Bravo.
–Vaya, la que fue teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Cáceres, diputada provincial y regional con el PP.
–La misma. Su abuelo también fue teniente de alcalde del mismo Ayuntamiento pero cuando lo presidió Manuel García Tomé, allá por 1945, cuando el poeta era director de la prisión de Cáceres.
–¿Cómo era? ¿Cómo fue su disputa con Bustamante?
–Era un intelectual que escribía poesías con estilo, le gustaba llevar pajarita y capa española, era de misa diaria y republicano. En 1945 fundó con sus amigos Jesús Delgado Valhondo, Tomás Martín Gil y José Canal la revista Alcántara, que es la decana de esta provincia. Protestó con energía en 1975 cuando el alcalde hizo desaparecer el callejón tapiándolo, porque era miembro del Patronato de la Ciudad Monumental. Lo que llama la atención es que no dejó de atacar a Bustamante, pero con mucha educación, porque decía que, por encima de todo, eran amigos. Pero no solo se enfrentó a esta autoridad en el franquismo...
–Ah ¿no?
–Unos años antes, en 1968, enfadó al propio gobernador civil, que era un hombre fuerte de Franco: Federico Trillo-Figueroa, el padre del que fue Ministro de Defensa con el PP, del año 2000 a 2004; ya sabes, el que pidió a las tropas de El Salvador, en plena formación, gritar '¡Viva Honduras!'.
–Esa si que fue buena. ¿Y cuál fue la polémica con el gobernador civil?
–Fue por el Trasvase Tajo-Segura. Fernando Bravo decía que era perjudicial para esta provincia. Se opuso, pero con bastante mano izquierda. Él escribió: «Mi oposición no es absoluta, sino temporal, pues mientras no se aproveche el Tajo por las tierras que baña, mientras no sobre efectivamente agua en Cáceres, no debe haber trasvase. Las transfusiones de sangre de una persona sana a otra enferma y necesitada, son aconsejables y factibles si no ponen en peligro de muerte al donador». Era muy bueno –sonrió Sanjosé.
–Pues igual tenía razón, porque ahora la sequía ya obliga a restringir el agua a 100.000 personas en Extremadura.
–Al final el trasvase se hizo, alegando el Gobierno que había que hacer un «aprovechamiento conjunto» del Tajo. La verdad es que el poeta era insistente y en 1988, escribió que en la Comisaría de Cáceres habían detenido a un ladrón por robar dinero a otra persona, y el caco se defendió así: «No sé por qué me detienen –dijo a los policías–. No he hecho nada malo; no me pueden castigar por seguir el ejemplo que nos da el ministro de Obras Públicas al llevar las aguas del Tajo al Segura, pues en realidad no es más que poner en práctica un simple 'aprovechamiento conjunto'» –Nos reímos con ganas de la ocurrencia del poeta, para luego seguir el difunto–. Lo cierto es que Greenpeace presentó un dossier en agosto de 2021, diciendo que el Mar Menor estaba sufriendo un enorme desastre ecológico por culpa del Trasvase Tajo-Segura, porque el agua que nos quitan ha servido para regar miles de hectáreas, aplicando una agricultura intensiva que está matando con los pesticidas al Mar Menor, y esta zona se está empobreciendo porque ya no hay turistas y el alquiler y venta de casas ha caído en picado. Greenpeace asegura que hay que ir al 'trasvase cero', insistiendo en que eso sería también la solución medioambiental para el Río Tajo. Vamos, lo que decía nuestro poeta hace 54 años.
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