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El 25 de octubre un autobús dejaba en la puerta del hotel Los Barruecos de Malpartida a varias decenas de migrantes subsaharianos. La ... localidad, a 8 kilómetros de Cáceres, se convertía así en uno de los puntos de acogida de la emergencia creada por la llegada masiva de embarcaciones a las costas canarias. Se habilitaron 140 plazas. En la capital cacereña se brindaron 40 en el hotel Ara, todas ellas gestionadas por la oenegé Accem, la organización que gestiona recursos del Ministerio de Migraciones y de la Junta de Extremadura para apoyar a solicitantes de asilo y población vulnerable.
El pasado 31 diciembre terminó ese periodo de emergencia, en el que se dio acogida en total a unas 300 personas, ya que durante los casi dos meses y medio de duración del programa fueron llegando nuevos migrantes y otros se fueron a otros territorios.
Actualmente, según los datos que aporta Mar García Navarro, la responsable territorial de Accem en Extremadura, ya solo quedan en el entorno de Cáceres una cifra inferior al 5% de los que llegaron, «no más de 10». «Un alto porcentaje de los usuarios acudieron a redes de apoyo familiares y se les facilitó el traslado hasta los distintos lugares que solicitaron: Almería, Roquetas de Mar, Valencia, Madrid, Barcelona...». Explica esta responsable que en estos casos suele tenderse al agrupamiento familiar como la salida más óptima. «Cuando hay hijos, hermanos, sobrinos suele dársele prioridad».
Otro porcentaje, en torno al 25-30%, pidieron asilo y fueron derivados a recursos específicos. Accem lleva a cabo la valoración inicial para gestionar esta solicitud y a partir de ahí se les lleva a los recursos que haya en todo el país.
La organización tiene tres grandes centros, uno en Alcalá de Henares, otro en Pozuelo de Alarcón y otro en Cartagena. Los migrantes que llegaron más tarde y permanecían a finales de año en Cáceres y Malpartida y no lograron contactar con redes familiares fueron trasladados a estos recursos. «Es muy importante destacar que nadie se quedó en la calle», remarca Mar García.
Los que se han quedado en Cáceres lo han hecho dentro de lo que se denomina primera fase de acogida, un itinerario para que comiencen a reiniciar su vida en este lado del mundo, en el cual se incluyen clases de idiomas y formación para poder moverse por la ciudad y utilizar todos los servicios a su disposición.
La responsable de Accem muestra su satisfacción por cómo se ha desarrollado esta campaña de emergencia. «Hemos estado en primera línea, en el primer escalón de acogida e integración, ese era el objetivo, han sido unos meses de atención de emergencia para atender, acoger y detectar necesidades, hasta ahí llegábamos». Además de las plazas de Cáceres y Malpartida, Mérida ofreció en su albergue espacio para centenares de migrantes. Accem ha tomado recientemente las riendas de la gestión de este recurso.
Para Mar García Navarro la experiencia en Malpartida de Cáceres, que fue la que vivió más de cerca la llegada de los migrantes subsaharianos ha mostrado la generosidad y la entrega de la población local con los nuevos vecinos. «Ha sido un municipio acogedor, que se puso a nuestra disposición, es cierto que al principio fue con mucha premura y con mucha rapidez, pero ha sido una experiencia de solidaridad positiva para todos», resalta.
Según esta responsable territorial la llegada de cayucos y pateras a las costas canarias no ha cesado y pueden generarse nuevas situaciones de emergencia que obliguen a abrir nuevas plazas de acogida como las que se habilitaron el pasado mes de octubre.
El alcalde de Malpartida de Cáceres, Alfredo Aguilera, considera que la llegada de los migrantes subsaharianos a la localidad el pasado mes de octubre fue una buena experiencia, pero añade que «el esfuerzo de solidaridad» que hizo la localidad fue grande teniendo en cuenta que el contingente era «elevado» para una localidad de 4.000 habitantes. Si vuelve a darse esa situación, indica el primer edil, pediría «anticipación para coordinar los servicios que son necesarios» y también «un número más reducido». Aguilera indica que «no es que generen problemas, pero sí pueden generarlos si se alarga en el tiempo, había chavales que venían a pedirnos ayuda porque no tenían trabajo, porque literalmente se aburrían, pero si viniera otro contingente debería ser proporcional a la población de Malpartida: 20, 30». Apunta que se puso a disposición de estas personas las casas de cultura e instalaciones deportivas y que la población fue solidaria. Ellos, los migrantes, también mostraron una buena actitud y respeto. Aguilera pide que si llegan nuevos grupos a la localidad la experiencia se aproveche para avanzar en concienciación social. «Yo pedí hacer charlas en institutos, en colegios, jornadas de puertas abiertas en la casa de cultura donde los chavales explicaran su situación de origen, para ayudar a comprender cómo es su vida, la dureza de la travesía».
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