Quedaban pocos minutos para las nueve de la noche, Darío González estaba sobre el escenario y un manto de personas llenaba la Plaza Mayor. Como quien se reencuentra con algo que durante un tiempo estuvo perdido, Cáceres abrazó este jueves con muchas ganas una nueva ... edición del festival Womad, la décimo novena. Tres años han pasado desde la última, cuando nada hacía pensar que esta veterana cita fuera a quedar congelada por culpa de un virus desconocido y aún no derrotado. Pero aquí estamos de nuevo y, como si nada hubiera pasado, ha vuelto el colorido a las calles, el ritmo, las batucadas, los acentos de otros países y el bullicio.
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Si en algún momento hubo desgaste y rutina este paréntesis en el que le hemos visto las orejas al lobo en muchos aspectos parece haber traído de nuevo la ilusión, porque se percibe esa especie de hambre atrasada que está llenando como nunca todas las ferias y fiestas de nuestro país.
Womad regresa con fuerza y mucho público pese a ser jueves, la jornada inicial de esta cita por la que van a pasar en total 20 formaciones musicales de 16 países. A las 20 horas el grupo extremeño Shoul & Libra Loggia abría brecha en una Plaza Mayor que iba poco a poco recibiendo a público. Completó el cartel el cacereño Darío González y le seguirán el grupo Ayom (Italia, Brasil, Angola y Grecia) y Les Amazones d´Afrique, cuatro músicas del contiene africano que abanderan el activismo y el feminismo y que, en la presentación de su concierto pidieron a las mujeres ponerse a bailar y a bailar.
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Cristina Núñez
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Aunque identificamos esta cita con la música el verdadero arranque de Womad tuvo lugar hacia el mediodía en los centros de mayores de Peña del Cura, Plaza Mayor y Cervantes, con el programa 'Lectores de Mundos' dentro de la actividad literaria Mundo de Palabras. También desde primera hora empezó el movimiento en el paseo de Cánovas, donde hay instalados 147 puestos de ropa y artesanía, 22 de los cuales son de comerciantes locales. Es un número menor al de otros años, ya que en el parque de Gloria Fuertes no hay puestos.
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Pocos cambios en una liturgia womera que tiene muchos flancos: la seguridad y el consumo de alcohol callejero por un lado, el ambiente y los conciertos, la música pura y dura, por otro. Respecto a lo primero este año el alcalde Luis Salaya pidió a los asistentes que redujeran la práctica del botellón. Las primeras horas de Womad muestran que es difícil que el botellón desaparezca de un plumazo y volvieron a verse las bolsas de plástico con hielo y las garrafas. La Policía Local estableció sus controles en los accesos de la Plaza Mayor para impedir el acceso con botellas de cristal y tapones. Hacia las siete y media empezó el movimiento, con muchos jóvenes dirigiéndose hasta el recinto de conciertos.
En cuanto al dispositivo de seguridad La Gran Vía y el entorno de la Plaza Mayor cuenta con unos corredores de seguridad pintados con líneas blancas que delimitan una zona que hay que dejar libre en el caso de que haya que hacer una evacuación. Se trata de una novedad del plan de seguridad que rige este festival, en el que ha surgido una polémica al negar el Ayuntamiento la posibilidad a los bares de la parte baja de la Plaza Mayor de sacar barras debido a la normativa de seguridad. Este colectivo anunció ayer que iban a emprender medidas legales contra el consistorio por lo que tildan de «arbitrariedad».
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Antes de que empezara la música en el Gran Teatro hubo una presentación de esta cita a la que asistieron representantes institucionales y de la organización. Dania Dévora, la directora de esta cita y Chris Smith, el director internacional, subrayaron los aires de tolerancia que trae Womad, Dévora reconoció que la cita se ha preparado de manera express. Womad recibió los parabienes de la consejera, Nuria Flores, el diputado de Cultura, Fernando Grande y alcalde, Luis Salaya. Éste, no obstante, recordó que, aunque lo parezca, Womad no son las «fiestas patronales de la ciudad», y defendió «la reflexión» permanente que la ciudad tiene que hacer sobre Womad. El músico Pedro Espi-Sanchis hizo un mini concierto con un instrumento africano.
El viernes será un día grande según lo previsto y lo visto ayer. Arrancan los talleres y se abre el escenario de San Jorge. Brilla en el cartel el grupo maliense Shongoy Blues, rock and roll étnico que probablemente haga que la Plaza Mayor se venga abajo.
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