Himnos de adoración al demonio en las alturas

Este estandarte simboliza una montaña que sirve de altar a Baal, que está representado como un demonio, con el torso al descubierto y dos cuernos.

Con unas trenzas movían el trono, mientras una de las bailarinas subía la escalinata para recoger su alma, y finalizar así el ciclo de rituales. «Tenemos claro que no nos puede faltar el estandarte, es esencial para jugar con él en el baile», explica la coreógrafa, Mariló Elías, que añade que las escaleras para llegar hasta el trono eran muy empinadas.

Fue precisamente el rito entre una de las bailarinas y el dios Baal lo que más expectación suscitó entre el público. Los bailes entre ambos sobre la cima de la escalinata terminaron con ella libre y feliz por haber recuperado el alma, una historia que la comparsa comenzó a escribir hace un año y representó con un cambio de ritmo en la música para dar lugar a tonos más alegres y festivos.

Antes de este momento los bailarines recitaban cánticos a la vida y a la muerte para simbolizar la energía y la lucha con el dios. En un momento dado, invocaban a Satanás y Lucifer, mientras que el cuerpo de baile al unísono recitaba 'Omnes cisnis', que significa 'la ceniza hace a todos iguales'.

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