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Con calma se tomaron los carnavaleros las primeras horas de este sábado en Badajoz. La previsión de precipitaciones, la fuerte lluvia que cayó pasadas las diez de la mañana y la larga noche del viernes contribuyeron al poco ambiente que se respiró en el centro hasta bien pasado el mediodía.
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Más pantalones cortos, mallas y zapatillas de 'running' que disfraces había en la avenida Juan Carlos I y las calles aledañas a las doce de la mañana. Apenas tres pequeños grupos, y no todos disfrazados, se habían desplazado hasta San Francisco para reservar algunos de los bancos de piedra ante la prohibición de llevar mesas. La utilización de paraguas para indicar que tenían ocupado el espacio tampoco era el mejor presagio. «Parece que no hacía falta que hubiéramos venido tan pronto», decía un indio mientras miraba a su alrededor.
Si todos los años hay ubicaciones que son muy demandadas, la prohibición de colocar mesas en San Francisco provocó que hubiera más interés por conseguir zonas en las que hubiera facilidades para apoyar la comida. «Estoy por ir a casa a por una mesa», comentaba algo molesto un sombrerero loco mientras un compañero de grupo cortaba una paleta situada en un banco.
Cerca de ellos sí había varias mesas. Tanto de otros grupos como de negocios de hostelería.
Y es que cerca de la una del mediodía, el escaso ambiente facilitaba que los veladores del Kiosko Silva ocuparan gran parte del espacio de una plaza que parecía no notar que era sábado de Carnaval. Fue cambiando esa sensación según avanzaron las horas. Uno de los puntos que sirvió como termómetro del ambiente fue el 'photocall' ubicado en la calle peatonal que hay entre el colegio General Navarro y el edificio de Correos. HOY organizó un concurso de disfraces por el que pasaban los grupos antes de llegar al epicentro de la fiesta de día en San Francisco.
Por lo general, la prohibición de las mesas no gustó. «Es una tontería», mantenía una surfera apoyada en una mesa en la plaza Minayo. «Hay mesas en San Francisco y no está pasando nada», insistía. Al contrario, el incremento de los baños públicos sí se agradeció. «Se nota que hay más que otros años, no hay colas y están bien», manifestaba un vaquero en San Atón. La poca presencia de gente cerca de las dos de la tarde también contribuía a esa sensación.
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«Si nos dicen algo, la plegamos y ya está». Así de claro lo tenían los integrantes de uno de los primeros grupos que se instaló en San Francisco pasado el mediodía de ayer y que colocó su mesa plegable frente a la delegación de Hacienda. Junto a ellos, otros carnavaleros utilizaban los bancos de piedra para apoyar la comida y la bebida. «Normalmente traemos mesa, pero este año no dejaban y no la hemos traído, pero vemos los veladores puestos», se quejaban al señalar las mesas de los establecimientos de hostelería. Algunos grupos optaron por cambiar su ubicación habitual y de San Francisco se movieron a las plazas de Minayo y San Atón. «La prohibición era solo para San Francisco, aquí no nos pueden decir nada», apuntaba una surfera frente a las puertas del teatro López de Ayala. «Nos venimos aquí, porque podemos poner mesa, que en San Francisco no nos dejan», indicaban los miembros de un equipo de béisbol situado frente al Hospital Provincial.
Precisamente, las plazas de Minayo y San Atón fueron elegidas por grupos de carnavaleros que optaron por instalar sus mesas y sortear la prohibición. En ninguno de los puntos faltó animación musical. Murgas infantiles actuaron frente al teatro López de Ayala y los DJ pusieron la banda sonora junto al Hospital Provincial.
También hubo quien se decantó por soluciones más imaginativas. Otro grupo de sombrereros locos se construyó su propia mesa con cajas de cartón, que sostenía sin problemas copas, platos, latas de cerveza y empanadas, al menos antes de que lloviera.
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Porque la lluvia cayó esporádicamente en varios momentos de la mañana, las ganas de Carnaval de los pacenses se impusieron al mal tiempo y el ambiente pasadas las cinco de la tarde ya era el habitual de cualquier otro año. San Francisco volvió a llenarse, al igual que el resto de puntos neurálgicos de la fiesta de día en la ciudad.
Las comparsas sufrieron el último aguacero de la jornada mientras esperaban para iniciar su participación en la pasarela prevista en Puerta Palmas. Varios integrantes de las agrupaciones tuvieron que correr para refugiarse en los bares del río cuando cerca de las tres de la tarde cayó una fuerte tormenta.
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Las precipitaciones no se repitieron y la climatología permitió que todas las actividades programadas para la tardes se celebrasen sin interrupciones.
Las murgas callejeras animaron la fiesta en sus habituales ubicaciones de la Plaza Alta, la plaza de la Soledad, la esquina de La Cubana y la plaza López de Ayala. Igualmente actuaron en diferentes locales de hostelería a lo largo de toda la jornada.
Por supuesto, no faltaron Los Mirinda, ganadores del certamen de este año, que cerca de las dos de la tarde se dirigían a sus primera actuación del día. No les resultó sencillo a algunos de sus integrantes, a quienes paraban por la calle constantemente para felicitarles por su triunfo.
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Si las murgas fueron uno de los grandes atractivos en el centro de la ciudad, las comparsas se llevaron todos los focos en la zona de Puerta Palmas. La pasarela organizada a partir de las cuatro de la tarde por la Falcap congregó a gran cantidad de público.
Las agrupaciones, con integrantes de todas las edades, avanzaron bailando por la avenida al ritmo de sus percusiones, mientras los asistentes buscaban ubicaciones elevadas para seguir mejor el desfile.
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Pasadas las doce y media de la mañana, con cierto retraso sobre el horario inicialmente previsto, arrancaron los artefactos su participación en el Carnaval de Badajoz.
Un desfile que comenzó frente a la Puerta de Palmas, donde se congregaron numerosos espectadores para ver pasar a los vehículos decorados. Un camión de bomberos, un circo y hasta más de una discoteca móvil completaron el recorrido por ambas márgenes del río antes de regresar al punto de partida. Uno de los que más llamó la atención fue un gran submarino. «He visto a gente dentro por las ventanas», decía un niño disfrazado de indio mientras señalaba el avance del artefacto. A su lado, otro pequeño carnavalero prefería los grandes caballitos de mar que adornaban el frente del vehículo que seguía a la colorida furgoneta 'hippie' de Los Loleros.
Como siempre, los integrantes de los artefactos se encargaron de animar con su música y buen humor a las personas que a pie de calle y desde las gradas ubicadas en la avenida Entrepuentes aplaudían a su paso.
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Tras su presentación en el Carnaval, los artefactos volverán a participar el próximo martes, debido al aplazamiento por la previsión de lluvia, tras las comparsas en el desfile. Hay 35 inscritos y serán otra vez uno de los grandes atractivos de la fiesta.
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