![«Mi dolor de espalda era un suplicio. Hasta ahora»](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202111/15/media/cortadas/dolores-espalda-kk6C-U1501148268151MqB-624x385@RC.jpg)
![«Mi dolor de espalda era un suplicio. Hasta ahora»](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202111/15/media/cortadas/dolores-espalda-kk6C-U1501148268151MqB-624x385@RC.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Fermín Apezteguia
Domingo, 21 de noviembre 2021
«Mi dolor de espalda era un suplicio. Hasta que me operé, para mí no existía ningún tipo de ocio ni de nada. Solo pasear. No podíamos ir al cine ni a ningún sitio, porque era algo espantoso, un dolor intenso que no se calmaba ... con nada, que me tenía tres meses en silla de ruedas, luego una temporada con muletas y, cuando empeoraba, otra vez de vuelta a la silla de ruedas. Al final, acabas rayándote y enfadándote con quien tienes al lado, que es precisamente quien más te cuida».
Enrique Moreno tiene 51 años y ha vivido con lumbalgias de mayor o menor intensidad desde que era joven. «Llevo mucho tiempo...», se para a pensar. «Con 25 o 30 años ya andaba mal», recuerda. Hace ocho, la «tortura» comenzó a convertirse en un infierno. Probaron de todo con él. Corticoides «me he metido un montón», opiáceos, infiltraciones a saco de analgésicos. Nada le funcionaba y cada vez iba peor.
La lumbalgia es un mal común de nuestra sociedad, con un componente en parte genético; pero, como todas las enfermedades, se ceba en quienes menos se cuidan. Personas con exceso de peso, que practican poco ejercicio, fumadores... No era el caso. «Iba al gimnasio, hacía cinta, bicicleta, me he cuidado muchísimo –explica–. Simplemente, llegó un momento en que mi espalda dijo 'hasta aquí'».
Después de años de fracasos terapéuticos, su médico le invitó a probar una nueva técnica que se estaba utilizando con éxito en Barcelona: las infiltraciones de plasma rico en factores de crecimiento. «No te queda más alternativa –le dijo el doctor–. O te operas o la silla de ruedas». «Una intervención es algo que siempre da respeto, pero no tenía nada que perder –confiesa Moreno–. Pensé también en mi marido, siempre tirando de la silla de ruedas, ayudándome a ducharme. Al final, dependes siempre de esa persona y la haces codependiente».
Dijo sí, confiado, pero sin imaginar que el cambio iba a comenzar el mismo día que ingresó en el hospital IMQ Zorrotzaurre. «Fui con muletas y salí andando». Lo cuenta y parece que habla de un milagro. Pero es ciencia. «La vida me ha cambiado. Antes necesitaba una silla y ahora puedo salir a dar un paseo sin acompañante, te puedes duchar, hacer la comida... Me siento totalmente libre». Han pasado varios días desde la intervención. Después de mucho tiempo, quién sabe cuánto, Enrique por fin planea unas vacaciones. «Llevo cinco años sin salir de Bilbao. Este verano me gustaría pasar unos días en La Rioja. No me hace falta ir a la otra parte del mundo», apunta. La cirugía no sólo le ha devuelto la movilidad. «Ahora veo las cosas con mucha más ilusión», reconoce.
El dolor de espalda es el precio que el ser humano ha pagado por su osadía de caminar sobre sus dos patas traseras. Llega a todo el mundo. Al menos el 45% de las ausencias laborales en España se deben a distintos tipos de lumbalgias, un malestar –en muchos casos, un problema grave– que en mayor o menor medida afecta a la práctica totalidad de la población. «Es sinónimo de envejecimiento. La columna es el eje del aparato locomotor y con el tiempo se desgasta y duele», detalla el cirujano Joaquín Gefaell, director de Unidad Neurocirugía Bilbao, que presta el servicio en territorio vizcaíno.
El tratamiento convencional sigue un protocolo escalonado, en función de las molestias que refiera el paciente. Educación sanitaria, programas para la pérdida de peso y fisioterapia suelen ser las primeras armas terapéuticas contra esta patología. Los médicos intervienen cuando los dolores comienzan a ser tan indomables que requieren procedimientos más complejos.
La solución clásica ha consistido en estabilizar la columna mediante la fijación de las partes dañadas. «Resulta siempre complicado. Resuelves el problema momentáneamente, pero a la larga puede fracasar porque la carga de peso comienza a ejercerse sobre otros puntos de la columna», explica el experto. La infiltración de plasma rico en factores de crecimiento se integra dentro de las llamadas terapias biológicas, «que han abierto un campo muy prometedor». No son para todo tipo de pacientes. Una persona de 80 años «con una artrosis galopante» no resolverá su problema, pero alguien con dolores incipientes o de mediana edad, de 50 o 60 años, puede obtener importantes beneficios en la calidad de vida.
El plasma rico en factores de crecimiento (Prgf), que es lo que se utiliza en este tipo de intervenciones, es un producto fabricado en el laboratorio a partir de una muestra de sangre del paciente que va a someterse a la infiltración. El preparado es, en realidad, una porción de sangre con abundantes plaquetas, una 'fórmula' que se obtiene mediante la retirada previa de los leucocitos y los hematíes. Las plaquetas son las células encargadas de restaurar los tejidos dañados, las que cicatrizan las heridas. De ahí el alto poder regenerador del producto.
La intervención se resuelve en apenas quince minutos, aunque requerirá del paciente una estancia hospitalaria de cuatro horas y descanso el día de la cirugía. Al siguiente, podrá volver a su trabajo con total tranquilidad. Según llega al centro, personal especializado le extraerá una muestra de sangre, que será llevada al laboratorio para su centrifugado. Es el proceso habitual para la obtención del plasma sanguíneo.
Entretanto, se prepara la cirugía. Para cuando llega el preparado, el paciente ya está sobre la mesa del quirófano con las agujas mediante las que se le introducirá esta sustancia colocadas. El proceso requiere una sedación mínima para evitar cualquier molestia. Guiados por equipos de imagen intraoperatoria, los cirujanos introducen el plasma en los discos intervertebrales (las almohadillas que separan las vértebras) que se quieren trabajar y las facetas articulares que los unen.
Una nueva técnica que facilita el embarazo llega a Euskadi Centros reproducción asistida y hospitales privados de Euskadi comienzan a ofertar una técnica con plasma enriquecido
Especies que apenas han cambiado en millones de años Algunos seres vivos, llamados fósiles vivientes de manera no muy precisa, han cambiado muy poco en grandes períodos de tiempo,
La muela que nos enseña lo que comían los neandertales hace 60.000 años El estudio de un molar hallado en Cantabria contribuirá a conocer su dieta con más precisión, aunque los expertos ya tienen una idea:
La infiltración se prolonga durante un cuarto de hora. Pasado ese tiempo, el paciente es trasladado a una zona de recuperación, a la espera de que se le pase el efecto de la sedación. La intervención ha terminado. Sus efectos no son permanentes. La columna vertebral está formada por huesos, cartílagos y, en definitiva, tejido muy poco o nada regado por la sangre, lo que obliga a la realización de intervenciones periódicas. Lo habitual es que el primer año se repitan al cabo de un mes, seis y doce. Luego, la situación se revisará de año en año en consulta, aunque cada paciente es un caso diferente. «En medicina el riesgo cero no existe, pero se trata de una técnica muy segura, que además garantiza que no se produzcan efectos indeseados, porque lo que estás haciendo es reciclar la sangre del propio paciente. No hay problema de rechazo posible», destaca el especialista. El precio de cada sesión de intervención, con todos los gastos incluidos, ronda los 1.500 euros.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.