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MARTA PÉREZ GUILLÉN
Viernes, 29 de agosto 2014, 07:18
La tarde iba cayendo poco a poco ajena a lo que en el interior del Teatro Romano iba sucediendo. Caras conocidas por aquí, alfombra naranja por allá. El photocall bien parecía un hormiguero de entradas y salidas entre famosos y personal de la organización del evento. Lo normal en este tipo de acontecimientos. Lo normal cuando se trata de una ceremonia que consigue reunir y atraer a grandes. Y en los Ceres en concreto, a grandes del mundo de las artes escénicas.
El público se ubica en sus asientos deseoso de un evento que poco a poco cala entre los emeritenses. Todo parece estar preparado para el espectáculo visual que siempre promete la cita, y que causa ya más que expectación. La III edición comienza y lo hace con un Carlos 'Augusto' desorientado. Sobera aterriza en el Teatro Romano, que luce como el Olimpo de los que disfrutan de los placeres, juegan con los mortales y se alimentan de ambrosía. Los dioses lo reciben, dando pie al inicio del juego que se traduce en el hilo conductor de la ceremonia. La presentación de cada deidad da paso a la entrega de cada premio.
A la cita no faltaron ni Proserpina, ni Júpiter, Baco, ni Diana. Tampoco Ceres y el mismísimo Zeus. Hugo Silva, Paco Tous, Marc Clotet, Gorka Otxoa, Natalia Sánchez, Carmen Machi, Ernesto Alterio, Mónica López, María Adánez, Pastora Vega, Juan Echanove y el extremeño Fernando Ramos, con sus galas se situaban en el escenario. Una estrategia más que eficaz para mantener al público siempre atento.
Los trece premiados recibían los galardones entre discursos, críticas a los que mueven los hilos y dedicatorias personales. Pepón Nieto junto a Pep Anton Gómez recogían el merecido premio del Público por 'El Eunuco'. Instantes antes, lo hacía también María Ordoñez con el Premio Juventud. Pero sin duda el más emotivo, por su significado, tanto para la actriz, como para los presentes que pudieron disfrutar de su presencia, fue la entrega del premio Ceres Emerita Augusta a Concha Velasco. Un galardón que sabe a reconocimiento por toda una vida dedicada al arte escénico, por toda una trayectoria encima de las tablas.
Efectos especiales
Si la trama con los líos entre dioses y el mortal Sobera no era de por sí suficiente, la gala tiene un aliciente más. Mapping y efectos especiales. Truenos ensordecedores, que mueven a más de uno de sus asientos. Pantallas leds que aportan aún más dramatismo a la técnica tridimensional. Y fuego. Ráfagas de fuego que caldean aún más el ambiente, en el sentido más literal de la expresión. Pocas veces se deja ver sobre el escenario romano, pero cuando el fuego aparece, el impacto visual no te deja indiferente.
De nuevo el montaje de Manuel Palacios deja boquiabiertos a más de uno. De nuevo, los premios Ceres suben el listón. De nuevo el Festival Internacional de Teatro Clásico se despide con un sabor de boca más que dulce. 'Cerestial'.
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