El poderío de Talavante y la torería de Ortega cierran una entretenida feria de Olivenza

Rumbero se llamaba el negro burraco que salió en primer lugar de chiqueros y que correspondía en turno a José María Manzanares. De vino tinto y oro con remates en blanco recibió el alicantino a su enemigo por verónicas muy aplaudidas por los tendidos. Correcto el tercio de banderillas a cargo de Diego Vicente y Luis Cebadera. Inició su faena Dols Samper al que comenzaba a llover y el del Puerto de San Lorenzo embestía a borbotones si transmisión alguna por el pitón derecho. Por la izquierda las acometidas eran mucho más limpias y Manzanares lo aprovechó para dejar una buena tanda de naturales. Acortadas las distancias, el salmantino fue afinando su embestida y permitiendo a Josemari dejar detalles de su amplio catálogo. Estocada marca de la casa y agónica y desagradable muerte del animal.

El segundo de la tarde, primero de lote de Talavante, llevaba por nombre Maestrito y fue recibido por el pacense con un saludo en el que mezcló verónicas y chicuelinas. Media verónica sirvió de quite para que Alejandro pidiera el cambio después de que el animal fuera señalado por el picador. Bien en banderillas Javier Ambel y Manu Izquierdo, brindis al público en los medios e inicio de faena de Talavante con la muleta muy baja hasta colocar al toro en su sitio y ejecutar dos tandas, una por la derecha y otra por la izquierda, de muy buen corte. El del Puerto, como su antecesor, careció de capacidad de transmisión alguna, a pesar de lo cual, Talavante consiguió llegar a los tendidos con sus recursos habituales. El astado, completamente entregado a la causa, repetía cual carretón para aumentar el volumen de las palmas en el graderío. Trasteos finales en la cara del toro y una estocada entera sirvieron para que el animal rodara y Alejandro Talavante echar sus dos primeros apéndices al esportón.

Lechucito tenía por nombre el tercero de la tarde, un ejemplar del Puerto de San Lorenzo que correspondió en turno a Juan Ortega. El sevillano, de verde botella y azabache, lo recibió con un saludo en el que alternó enganchones con verónicas de cartel. Mal picado y correctamente banderilleado, Ortega se dobló con él en el inicio de la faena para comprobar con prontitud que andaba muy justo de fuerzas. Aun así, el sevillano insistió y le arrancó algunos muletazos con cierto temple. Una estocada entera y un descabello sirvieron para que Juan Ortega cosechara una buena colección de palmas desde los tendidos.

El cuarto de la tarde, último del lote de José María Manzanares, se llamaba Jugador y fue saludado por el alicantino por verónicas antes de ser picado y banderilleado por Trujillo y Cebadera. Tan noble como falto de fuerzas, el del Puerto de San Lorenzo comenzó la faena de Manzanares embistiendo sin remisión. Encastado, repetía con codicia pero sin transmisión. Con la muleta en la mano izquierda, Dols Samper aprovechó las embestidas de su enemigo para dejar buenos naturales que no acabaron de llegar a los tendidos. Der vuelta a la derecha, Josemari constató que su oponente era un mediodía sin pan, soso como un bocadillo de gomaespuma. Un metisaca y un estocadón sirvieron para que el de Alicante recibiera la ovación de los tendidos.

El segundo de Talavante, quinto de la tarde, llevaba por nombre Fardero y fue saludado por el pacense sin brillo en el tercio. Dio una vuelta de campana antes de encontrarse con el caballo y recibió un duro castigo ante el del castoreño antes de ser banderilleado por Montes e Izquierdo. Le bastaron dos trasteos al pacense para comprobar que su enemigo no tenía el depósito de fuerza en reserva, hasta el punto de que le costó completar una tanda sin que el animal doblara sus manos. Varios trasteos después Talavante cuadró al salmantino y procedió a calzarle una estocada entera que acabó por hacerle rodar. Palmas para Alejandro Talavante.

El toro que cerraba plaza salió a los sones del tradicional pasodoble de Olivenza y fue recibido por Juan Ortega con un buen par de verónicas dentro del conjunto de su saludo. Bien picado por Óscar Bernal fue quitado por su maestro por delantales rematados con una preciosa media. Tras un breve tercio de banderillas, el sevillano se dobló muy torero con su enemigo en el tercio en el inicio de la faena. Tomó la muleta con la izquierda para comprobar con rapidez que, aunque repetía, el del Puerto no tenía clase alguna y desarrollaba un peligro evidente. Aun así, el de Sevilla insistió para dibujar naturales de cartel y llevarse derrotes al mismo tiempo. Los tendidos reconocieron la voluntad del sevillano y ovacionaron sus repetidos derroches de torería ante la cara del toro. Se llevó Juan la muleta a la diestra y dejó dos derechazos eternos mientras sorteaba los pitones de su enemigo sin dejar de torear muy despacio. Remató con ayudados por alto y un trincherazo magnífico antes de dejar un pinchazo y una estocada que le otorgaron una oreja.