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M. Carrasco
BADAJOZ.
Viernes, 28 de febrero 2025, 23:03
Lo suyo sería defender una educación «para» el arte desde la escuela, que el alumnado adquiera el hábito de visitar museos y centros expositivos, algo ... que debiera ser transversal en su educación. Que en la infancia vivan una «experiencia de arte» es lo deseable, sin obviar la enseñanza de los «códigos», eso sí, a través de una adecuada didáctica. Esta es clave en la renovación de las audiencias, de ahí los esfuerzos por hacer más atractiva la visita a los centros de arte.
Todos los públicos. Este cometido lo cumple con creces el libro 'La torre roja' en torno a los contenidos del Meiac, editado recientemente por la Junta de Extremadura. Se dirige especialmente a los más jóvenes pero bien vale para todos los públicos, pues su enfoque facilita lo contemporáneo. También cuenta con una edición en portugués, que refuerza los vínculos y la vocación transfronteriza de este museo.
Ana Jiménez del Moral
Ilustraciones de Gels Caletrío.
Edita: Junta de Extremadura/Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes
Relato/contemporaneidad extremeña. Nos adentramos entonces en el Meiac a partir de unos sucintos y pertinentes textos de Ana Jiménez del Moral centrados en las líneas fundacionales (Extremadura, América Latina, Portugal y Nuevas tecnologías), la Colección Permanente, Artistas extremeños con historia (Timoteo Pérez Rubio, Ortega Muñoz y Juan Barjola), Arquitectura y jardines, Centro de Documentación... El Meiac ocupa el espacio de la antigua cárcel, «de este modo –escribe Del Moral– un espacio de represión y dolor se convirtió en un espacio de cultura, libertad y diálogo con Portugal y América Latina, destinado a construir el relato de la contemporaneidad en nuestra región».
Viaje interiorizado. Por otro lado, el libro ha sido ilustrado por Gels Caletrío (Plasencia, 1991), que ha entendido la propuesta como un viaje en el que ha interiorizado el espíritu del museo: su arquitectura (las solapas se abren con el característico ladrillo visto del edificio); guiños visuales digamos «distintivos», véase las sillas de los vigilantes de sala o las ventanas interiores del panóptico; se atreve incluso a pintar «a la manera de...» Barjola, y descubrimos también cómo el maravilloso retrato de Rosa Chacel, de Timoteo Pérez Rubio, sale del cuadro para saludarnos. «Un museo –comenta Caletrío– que conocí hace años gracias a una excursión con el instituto, y que da igual cuantas veces vaya pues siempre me enamoro de algún artista o alguna obra que no había visto antes. Este trabajo de 'La torre roja' me ha acercado a artistas extremeños (esos que no te enseñan aún viviendo en Extremadura), y me ha ayudado a crear pensando desde el espacio del propio museo». Y claro, la belleza de esta experiencia de arte de Gels Caletrío aflora en las ilustraciones. Lo dicho, la visita artística como hábito.
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