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J. CEPEDA
Lunes, 25 de enero 2016, 07:36
El Cacereño ha de volver al laboratorio de química. El objetivo, actualizar una fórmula futbolística que tanta admiración llegó a causar en momentos puntuales pero frente a la cual los rivales ya han hallado el mejor y más certero de los antídotos. Al club verde le han adelantado donde más duele, en casa, y además por la derecha. Lo que hace tan solo algunas semanas era territorio prácticamente inexpugnable es hoy escenario apropiado para equipos que, ordenados y sin renunciar a los contragolpes, exhiben su salvocunducto para salir airosos del Príncipe Felipe.
Ayer el Somozas, en un eficiente ejercicio de templanza y fe en sí mismo, sacó sin gran superioridad pero sí con toda justicia un jugoso botín para poner un océano de distancia respecto a unos puestos de peligro en los que el Cacereño ya se mete de lleno.
En la primera parte, el Cacereño dio motivos para pensar en el fin de la racha negativa en casa. La mera presencia de un nueve puro como Collado ocupaba la atención de los centrales visitantes para facilitar así el uno contra uno en las bandas. Pese a ello, Collado tan solo pudo gozar de una ocasión meridianamente clara en un remate de cabeza que salió fuera tras un buen centro de Amaro. Este último fue, con diferencia, el mejor de los verdes a lo largo de todo el encuentro.
Mientras, el Somozas permanecía bien colocado y con gran disciplina defensiva, sin renunciar en ningún momento a opciones de contra que barajaban con gran fluidez. Sus adelantadas líneas ahogaron en ciertos momentos la zona de creación de un Cacereño que nunca pudo ganar la espalda a los defensores rivales.
El equipo gallego no venía de vacaciones al feudo cacereño y lo dejó patente nada más comenzar el partido con un disparo de su delantero Barco que salió por línea de fondo antes de cumplirse siquiera el medio minuto de partido. En un inicio trepidante, el Cacereño tomó la réplica con sus acercamientos. Toni, de falta directa, hizo sacar los puños a Mandaluniz.
Tras unos minutos de tanteo, fue en el ecuador de la primera mitad cuando Collado cabeceó el centro de Amaro, saliendo el balón desviado de la portería de Mandaluniz. Dos minutos más tarde, un error defensivo de Mansilla llevó el susto a la grada, aunque los atacantes visitantes no supieron aprovechar el regalo.
A los 33 minutos de juego, el árbitro comenzó a caldear los ánimos del graderío señalando una falta en ataque de Valverde cuando el jugador del Cacereño había superado al lateral Leuko y se plantaba dentro del área para retar al arquero visitante.
El habitual toque de los extremeños carecía de profundidad, con un Leo Ramírez correcto pero quizás demasiado conservador, renunciando a buscar apoyos verticales.
A falta de un minuto para llegar al descanso, el Somozas anotó un gol de los llamados psicológicos tras una gran jugada de Pablo Antas a la contra. Cuando parecía que el atacante del conjunto coruñés se había escorado demasiado, tuvo la suficiente sangre fría como para ceder el esférico a su compañero Añón, quien dentro del área batió a Vargas a placer.
En la segunda parte salió el Cacereño con una propuesta algo diferente, apostando más por el juego directo para probar fortuna con segundas jugadas. También lo intentó el conjunto local a balón parado sin acertar en la definición, así como con lanzamientos de media distancia desde fuera del área de Amaro.
El cacereño Zubi entró por Leo Ramírez a los 10 minutos de la segunda mitad, algo que encendió los ánimos de la grada, disconforme con la salida del canario, contra el entrenador local, Ángel Marcos. El jugador cacereño, con más voluntad que acierto, no fue capaz de imponer su fútbol incisivo, aunque sí golzó de una buena internada por la que se reclamó penalti.
Mediada la segunda parte pudo haber cambiado el sino del partido, de no ser por un gol que el colegio anuló por fuera de juego tras una falta botada por Amaro.
El Somozas no perdía los papeles y continuaba fiel a su planteamiento. Barco, en el 73 gozó de una buena oportunidad, avisando de lo que sucedería en el minuto 85, cuando Kike Cubas aprovechó un fallo de Palero, que por entonces ejercía de central tras la salida de Mansilla, para sentenciar el partido.
Fue entonces cuando la impotencia se apoderó de alguno de los jugadores verdes, como por ejemplo Zubi. En cuestión de un minuto, el extremo vio una amarilla por cortar la progesión de un rival sin jugar el balón y, a renglón seguido, la roja directa por una dura entrada sobre Remeseiro, al que provocó una lesión en su tobillo izquierdo, según reflejó posteriormente el acta arbitral.
En sus dos partidos, saliendo en ambos como jugador de refresco en la segunda mitad, la nueva adquisición del Cacereño ya ha visto dos cartulinas amarillas y una roja. Por ello, Zubi no podrá estar el próximo fin de semana en Valladolid frente al filial blanquivioleta.
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