El autobús del Badajoz, a su llegada al Nuevo Vivero.CASIMIRO MORENO
La afición se volcó pero no hubo premio
Decepción ·
Badajoz se entregó a su equipo desde primera hora de la mañana y la pasión se desbordó al llegar el autobús de la plantilla al Nuevo Vivero. Pero el partido no comenzó bien y el pitido final truncó la ilusión
Pocas veces coinciden tantas personas en un amor. Pero lo sucedido ayer en el estadio Nuevo Vivero de Badajoz fue uno de esos romances que solo surgen en ocasiones muy especiales. El «Badajoz te quiero» que gritaron más de 5.000 gargantas ... sonó de forma atronadora durante el desarrollo de un encuentro que comenzó con mucha ilusión y no menos incertidumbre.
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Esos gritos eran la culminación de una jornada de fiesta en la que por primera vez en mucho tiempo pasó a un segundo plano un triunfo de Liga del Atleti.
Desde primera hora de la mañana se vieron camisetas blanquinegras en distintos puntos de la ciudad. El paseo de San Francisco, San Juan, la cafetería La Corchuela, sede de una peña histórica, la plaza de Santa María de la Cabeza, los restaurantes de Sinforiano Madroñero... Todos fueron escenarios de una alegría contenida que esperaba la traca final del ascenso.
En condiciones normales, se habría organizado una barbacoa multitudinaria, una quedada de peñas o un acto masivo para calentar el ambiente. Pero las restricciones sanitarias aconsejaron a las peñas reducir los actos públicos para concentrar las fuerzas en lo que más importaba: el partido en el Nuevo Vivero.
Los aficionados del Amorebieta ya paseaban a las 11.00 de la mañana por el Puente de Palmas y pasadas las 15.00 horas eran atendidos en La Corchuela, un local siempre a muerte con el Badajoz que supo agasajar a los rivales con la profesionalidad que acostumbran.
Imagen. Los aficionados se reunieron a mediodía para calentar motores.
C. MORENO
En total, fueron 419 los aficionados que se desplazaron desde el País Vasco. Todos ellos en vehículos particulares a excepción de los ocupantes del único autobús que fue fletado.
El jefe provincial de la Policía Nacional, José Berrocal, comentaba pocos minutos antes de empezar el partido que el comportamiento de las aficiones había sido exquisito a lo largo de toda la jornada. Aunque a esa hora la fiesta no había terminado aún y la tensión policial seguía presente.
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Uno de los momentos más complicados del plan de seguridad fue el que se vivió a las 20.30 horas a las puertas del estadio. Antes hubo coches con banderas que hicieron sonar el claxon en Sinforiano Madroñero, la carretera de La Granadilla y las principales avenidas del centro. Aficionados que aprovecharon el día para salir a comer y recordar historias del Club Deportivo Badajoz. Pero fue a la llegada del autocar cuando las precauciones se extremaron para conseguir que el vehículo en el que viajaban los jugadores alcanzara su destino.
Muchos aficionados llegaron a pie al Nuevo Vivero.
C. MORENO
Miles de aficionados se habían congregado tras el perímetro establecido por la policía. Una enorme pancarta de la Grada 1905 en la que se recordaba el 'Espíritu del 92' que acompañó al Badajoz en su anterior ascenso a Segunda fue fijada a la fachada del estadio para inmortalizar la escena. Y una docena de bengalas rojas prendieron entre los aficionados para dar un brillo especial a la fiesta que iba a comenzar.
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«Badajoz te quiero, te vengo a ver ascender» era el canto que se repetía al paso del autocar. Arriba, tras los cristales, se veía a los jugadores que iban a disputar el ascenso a la categoría de plata.
En ese momento no sabían que hora y media después encajarían un gol que enmudecería al estadio. Aunque solo por un momento porque la parroquia blanquinegra había repuesto fuerzas y contaba, como talismán, con su capellán, Valeriano Domínguez Toro, que en la misa de la tarde había pedido «que se cumpliera el sueño de toda la ciudad de Badajoz».
En la grada, cada aficionado rezaba lo que sabía, o pedía a las estrellas, o maldecía la mala suerte del equipo. Allí estaban Ana Píriz y su marido, del Restaurante Vicente y Tetín, que después de un domingo intenso pensaba en el empuje que recibirían los negocios de restauración de toda la ciudad si el equipo ascendía. «Tendríamos un día como este cada dos semanas».
Ana Durán, a sus 82 años, no se perdió el partido.
C. MORENO
Allí estaba Fermín Díaz, que había viajado desde Madrid para asistir al encuentro con la entrada que le habían conseguido sus primos tras hacer cola durante 50 horas. Allí estaba Ana Durán, una aficionada de 82 años que no quiso perderse el partido. «En Almendralejo no pude estar por culpa de una pierna, pero aquí dije que venía aunque fuera a rastras».
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Allí estaban quienes veían el partido por televisión, los que escuchaban por la radio, los que se habían tenido que ir a la cama pronto sin saber aún cuál sería la suerte de su equipo.
Al final no pudo ser y Badajoz vivió otra noche triste. La afición regresó cabizbaja a casa y tendrá que esperar al próximo año para reavivar un sueño que, una vez más, se resiste a un equipo y una afición que han merecido más.
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