Lágrimas en el palco en una noche para olvidar

Nadie se lo creía. Manos a la cara y cabezas bajas. El palco parecía un tanatorio. Abrazos, lágrimas. Pero no había consuelo posible. Tampoco hacía falta hablar. El mensaje visual lo decía todo. La desolación era evidente. Mientras las autoridades trataban de dar ese ánimo para seguir mirando al frente, la desesperanza se apoderaba de una directiva desolada. Joaquín Parra se abrazaba a su esposa. Rotos de dolor. No quería hacer declaraciones. No era el momento. Un poco más arriba Joselito y Miguel Barrado no podían contener su desolación. Encogidos en la butaca. Llegaban abrazos, pero el mundo les era ajenos. Son momentos difíciles. Y la soledad es la mejor compañera. Toca levantarse de nuevo y empezar otra vez. A la tercera. El proyecto de Joaquín Parra era a tres años vista y este domingo se cumplen dos de su llegada.

Las reacciones de tristeza y desolación se sucedieron en las gradas del Nuevo Vivero ante la derrota del Badajoz, un equipo que ha ilusionado a la ciudad y a la afición, entregada desde el primer momento al sueño de ascender a Segunda.

El Badajoz jugaba en casa, arropado por casi 5.000 de sus aficionados, nunca había perdido en su campo, le valía el empate, era el equipo que más veces había dejado su portería a cero y el más goleador. Lo tenía todo de su lado para lograr el ansiado ascenso. Pero enterró esa posibilidad en su estadio. El campeón de todo sucumbió ante el modesto Amorebieta. Fue un palo difícil de digerir. Descalabro total. El Amorebieta reventó la fiesta extremeña con un campanazo en todo lo alto del Nuevo Vivero.

El Badajoz murió a la heroica. Y el Amorebieta tomó el Nuevo Vivero. Estaba todo de su lado, pero la presión del favorito le pudo a las piernas de los jugadores. La tragedia blanquinegra. La Segunda tendrá que esperar otro año.

El Badajoz dejó escapar su gran oportunidad. Fue a fallar el partido menos indicado después de una temporada memorable. Y con un playoff en suelo extremeño convertido en alfombra roja para el gran campeón de Segunda B. Ahora el Badajoz trata de digerir el duro varapalo recibido el sábado después de una temporada extraordinaria que no remató con el deseado ascenso.