Una victoria sufrida para presumir en la clasificación

Javier Álvarez de los Mozos cumplía once meses desde su llegada al Villanovense y lo hacía precisamente con la única novedad de Dani Martínez en el once inicial. Una confianza que no desaprovechó el madrileño que apenas necesitó tres minutos de juego para hacer el 1-0 en un saque de banda mal defendido por el cuadro manchego. Sin embargo, esa ventaja iba a ser a la postre contraproducente al no ser capaces de hacer un segundo tanto que diera tranquilidad al juego frente al colista del subgrupo.

No fue una cuestión de bajar los brazos, más bien de cierta ansiedad que hacía que el equipo local no encontrara acierto en el último pase. Una sensación que se acrecentó algo más tras una nueva ocasión para Dani Martínez que terminó en la cruceta de la portería de Diego Nieves. Era el minuto 16 y fue la última ocasión clara para el Villanovense en un primer tiempo en el que el equipo rival tampoco terminaba de asediar la portería de Pedro López, pero sí llegaba con cierto peligro a fogonazos con Chico Díaz como protagonista. Fue en el 24 cuando tuvo la ocasión más clara tras una acción de Joseca por la izquierda, pero su remate se marchó alto.

El primer acto apenas dio para más, aunque sí dejó la lesión de Miguel Díaz que tuvo que ser sustituido y De los Mozos optó por meter más mordiente arriba con Wilson acompañando a Cristo, ambos incisivos, pero sin acierto ya en la segunda mitad. Esos segundos 45 minutos dejaron ver cierto nerviosismo en un Villanovense que, pese a ello, supo también sufrir para defender el triunfo. El primer susto llegó en el 49 con un disparo raso de Eguiluz que se marchó a córner tras rebotar en un jugador serón.

Los serones no daban su mejor versión, pero sí lograban responder con un disparo de Clausí que se marchaba cerca de la base del palo. Dos minutos después era Cristo el que se topaba con el meta visitante tras una buena acción en el interior del área. El de Pueblonuevo la volvió a tener en el 58 con un disparo demasiado centrado. En el lado contrario era Chico Díaz el que, en dos ocasiones, tuvo el empate en sus botas. Pero a partir del 76, las ocasiones fueron a menos y el Villarrobledo tampoco aparecía ya con tanto peligro, aunque era lo corto del marcador lo que daba vértigo a una grada que supo leer la necesidad del equipo e hizo subir los decibelios hasta el pitido final. Ya en vestuarios tocaba disfrutar de la clasificación: segundos y con licencia para soñar.