Javi Pérez
Córdoba
Sábado, 27 de mayo 2023, 19:28
No hay mejor ejemplo de afición y defensa de unos colores que lo vivido este sábado en Córdoba. Una declaración de amor en toda regla. Ya se puede caer una, dos y mil veces y ahí está siempre para levantarse y tenderle la mano a ... su equipo. Con esta afición el Badajoz va al fin del mundo. «La ilusión es la que no se pierde», decía Gabriel.
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A Córdoba fueron por cientos y cambiaron la fisonomía de una ciudad en ferias. El verde se tiñó de blanquinegro y en el recinto se formó un peculiar gazpacho entre los aficionados envueltos en los colores de su equipo, las cordobesas vestidas elegantemente de flamencas y los jóvenes que habían elegido Córdoba para despedidas de soltero y soltera, que había también a tropel.
Aquellos que viajaron en los tres primeros autobuses aprovecharon las horas extra para hacer un poco de turismo, visitar el centro y tomarse alguna que otra caña por sus pintorescos rincones y patios típicos. Desde la popular Enrique Romero de Torres hasta la plaza del Potro y de la Corredera.
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En el ferial la cosa iba de lunares y rayas blancas y negras. En las casetas, los pacenses se mezclaban con los lugareños que disfrutaban de su fiesta y propiciaban una curiosa estampa bailando sevillanas con las cordobesas de faralae. Dentro subía la temperatura. Otros como Andrés, Cristian y Antonio probaban suerte en la tómbola. Entre «otro perrito piloto» y la chochona caía alguna cuña del popular feriante alentando a la afición pacense. «La de Badajoz es una gran afición y noble y hay que animarles». Fuera, algunos como el grupo de Cristian cogía fuerzas con unos buenos bocatas. «El cagómetro está activado», comentaban sin tenerlo del todo claro.
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A medida que el reloj se acercaba a las cinco, la puerta del ferial fue tomando color blanquinegro. Los pitos, cánticos y trombones se mezclaban con el claxón de los cacharritos y el reguetón de las casetas. Pero el «ale, ale, ale, Badajoz ale» y «Badajoz te quiero» sonaba más fuerte y ponía los pelos de punta que la Despechá de Rosalía.
La espera al autobús de los jugadores fue apoteósica. Y eso que la marea blanquinegra estuvo contenida por la policía a su paso por la rotonda de acceso al estadio. El primer gol ya lo había marcado su afición.
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