Estrepitoso hundimiento del Badajoz

Si ya de por sí el partido reunía suficiente sufrimiento y dramatismo, tocaba el más difícil todavía pasado el cuarto de hora. José Ruiz le ganó la espalda a Cordero, pisó el área, vio a De las Cuevas entrar por la izquierda y le puso el pase de la muerte para que marcara a placer. Pase de la muerte, pero no la sentencia para el Badajoz. Tocado, pero no hundido. Tocaba rearmarse y apelar al coraje y orgullo para la remontada. Los blanquiengros pasaban al descenso. Había que templar los nervios y sobre todo la ansiedad.

El mazazo llegó en el mejor momento del Badajoz. Cuando más achuchaba y más presión metía a los locales. Tanto que pudo cambiar la película si Gorka Santamaría enchufa su remate en el área pequeña a centro de Calderón y tras un intento de espuela de Zelu. Peor el joven Picón sacó una mano prodigiosa para evitar que El Arcángel se viniera abajo. El Badajoz apretó los dientes y se lanzó al ataque. Buscó romper con Adilson, pero no terminaba de coger la arrancada buena. Hasta que llegó y la enchufó a la red. Tenía que ser el luso. Tanto se había hablado sobre su futuro en el Córdoba que El Arcángel le esperaba. Y apareció. El luso conectó con Zelu, que de primeras rechazó el meta Picón, lo recogió Gorka y de nuevo el portero se lo quitaba de encima hasta que le llegó a Adilson que tuvo que salir de un recorte para enviarla a la red. Suspense y sufrimiento a más no poder.

El empate dio alas al Badajoz y en un derroche de pundonor y se lanzó al ataque. En esos minutos llegaron hasta tres ocasiones seguidas para haber culminado la remontada, dos de Gorka y una de Mariano que se marcharon fuera. La afición creía. El Arcángel rugía en blanco y negro.

Y lo que son las cosas. Al descanso el gol del Mérida en Majadahonda salvaba por el momento al Badajoz gracias a un cuádruple empate.

Tenorio tiró de galones para la gran batalla final. Los capitanes Borja García y Zelu entraban en el once con la clara intención de maniatar al Córdoba. Salió a morder el cuadro blanquinegro, este sábado con el rojo de Carballo. El equipo pacense quería hacerle sentir quien es el que se jugaba la vida. Presionaban muy arriba los blanquinegros

La afición empujaba. El Badajoz quería, pero la precipitación es muy mala compañera. Demasiado largos pases entre líneas. Ni Gorka ni Alfaro lograban conectar arriba en esa voluntad por igular el choque y minimizar daños.

Ante el Amorebieta era un partido para disfrutar. Era cosa hecha. Al menos eso parecía. Con no perder era suficiente. En Córdoba había que sufrir y se necesitaba ganar. Pero el Badajoz se crece ante las dificultades y saca fuerzas. Acto de fe. El de Córdoba fue otro ejemplo de supervivencia.

Salió con el mismo ímpetu, pero sin un peligro inminente. Lo intentaba Adilson por su flanco zurdo, pero sin esa chispa que dinamitara el partido. El Badajoz había dado un paso adelante. Tenorio se la jugó sacando a Soto y Ferrón por Mancuso y Zelu. Estiró líneas el cuadro pacense y atrás asumía riesgos a la contra. Y así llegaría un nuevo mazazo en una contra de De las Cuevas que cortó Borja García en una gran carrera, pero su intento de cesión sobre Miguel Narváez pilló al meta adelantado y casi se cuela por la portería. El susto se quedó en córner. Pero de ese saque de esquina llegaría un nuev golpe al estado anímico blanquinegro. De las Cuevas volvió a vestirse de verdugo y daba la puntilla al Badajoz. Tocaba rizar el rizo porque además el Fuenlabrada había remontada al Unionistas e iba ganando.

El Badajoz lo buscaba a la desesperada. Con el corazón en la mano, pero las piernas se quedaban atrás. No había ideas. Y de no ser por Miguel Narvaéz con sus paradones al final la goleada habría sido mayor. Al final Marcos rubricó la goleada cordobesista con el 3-1 que acabó de encender a la afición pacense. El joven meta pacense fue el único con fuerzas de pedir perdón empapado en l´grimas. El cabreo era tan grande que la afición pedía a los jugadores que salieran del campo.

Toca pensar en las consecuencias de un descenso histórico a la cuarta categoría del fútbol español que nunca se había producido en el terreno de juego.