Un espontáneo y sentido '¡enhorabuena!' se cuela a través del teléfono en la conversación con Álvaro Martín Uriol (Llerena, 12 de junio de 1992), que ... regresa de una sesión en el gimnasio y apenas puede caminar sin que algún paisano reconozca su condición de bicampeón de Europa. Este lunes volvió a pisar su pueblo tras un verano exigente con el Mundial (séptimo) y la cita continental (oro) sin apenas dar tregua. «Aquí, ahora, sí siento que estoy de vacaciones». Rebosa ganas de empaparse de su tierra tras un año de concentraciones en el extranjero y residiendo en Cieza para entrenar a las órdenes de su técnico. Toca resetear, aunque la mente de un campeón nunca para y ya atisba nuevos retos, como doblar la distancia.
–Está habituando a los extremeños a estos éxitos, hasta el punto de que parezca fácil, pero hay mucho esfuerzo detrás.
–Hay un montón de trabajo que no se ve. En estos dos últimos meses y medio he estado fuera de España. Un mes en la concentración en EE UU, luego otro en el Pirineo francés y se echa en falta estar en casa, porque te pierdes muchos momentos que vive la gente de vacaciones con amigos y tú estás lejos machacándote, aunque es todo por un propósito, que el día de la competición sirva ese sacrificio.
–Dice mucho de su ambición que un séptimo puesto en un Mundial dejara una espina clavada.
–Esta temporada el Mundial era prioritario y el Europeo estaba en un segundo plano. Una séptima plaza no es un fracaso, pero aspirábamos a mucho más. Hicimos ciertas modificaciones para la parte final de la prueba, que es en lo que fallamos en el Mundial, para que en Múnich se viese, y estamos contentos porque han salido bien. Lo importante es competir lo máximo; tras el cuarto puesto de los Juegos consideramos que podía estar peleando con los mejores del mundo.
–Había ganas de resarcirse.
–Es como decir: he entrenado bien, no ha salido el resultado y tenemos una segunda oportunidad. Tenía un mes, que parece mucho pero no lo es, porque las modificaciones no han sido todas las que queríamos, no había tiempo, pero después de este resultado te quedas con el sabor de boca de que lo que pasó en el Mundial es circunstancial y el año que viene podemos evitar tenernos que conformar con esa plaza.
–¿Qué falló en Oregón?
–Ideamos una carrera con un ritmo constante sin trabajar el cambio de ritmo. Los japoneses son kamikazes en las carreras de fondo y van continuamente dando cambios y eso hay que trabajarlo, porque se espera que sigan haciéndolo; eso lo implementamos en el Europeo y lo seguiremos trabajando para dar mucha guerra.
–Más allá del triunfo, la de Múnich fue una carrera muy bonita para el espectador.
–Sí, es como un partido de fútbol loco, pero para los entrenadores y los que estamos compitiendo es un follón. En mi disciplina tienes la parte subjetiva de los jueces, que pueden descalificarnos y eso le dio incertidumbre cuando me subieron la segunda amonestación en la parte final. Me gustaría haber seguido arañando segundos a mi marca personal, porque podía, pero con la segunda ya pensé en mantener la distancia con Perseus, que intentaba acercarse. Me hubiera gustado disfrutar de la última vuelta, pero hasta los 100 metros finales no pude hacerlo.
–Una penalización puede dar al traste con todo el trabajo, debe ser difícil gestionarlo.
–Es el pan de cada día en la marcha. A veces juega a nuestro favor y otras en nuestra contra. Aquí lo importante era el puesto, y haber arriesgado para hacer marca personal pudiendo tener una amonestación y acabar en el pit-lane significaría ser tercero y no merece la pena.
–Tener a Diego García de escudero fue un extra para 'romper' a Perseus Karlström.
–Ese es el éxito del equipo español, la fuerza colectiva. Diego me ayudó mucho para intentar 'romper' al sueco, aunque supo rehacerse. Además, Alberto Azmecua fue cuarto y eso es lo bonito. Este año en el campeonato del mundo hemos sido campeones en 35 km y llevamos dos ediciones consiguiéndolo en la Copa de Europa en 20 km, eso habla del potencial que tenemos.
–Perseus jadeando, Diego con flato y usted parecía no inmutarse con un ritmo infernal en el último tramo.
–Yo tengo una estrategia que es la 'poker face', que consiste en intentar no mostrar ningún sentimiento reflejado a nivel facial. Es cierto que en los últimos kilómetros es difícil de mantener, pero también me encontraba bastante bien. Es como un tiburón, ves al rival que va sufriendo, hueles sangre y tienes que seguir presionando y atacando para abrir hueco. Eso te hace venirte arriba y el rival se va hundiendo. Llegué muy entero, por eso me queda la rabia de que podía haber hecho una grandísima marca. Le doy la enhorabuena a Perseus y a Diego, porque sufriendo fueron valientes y dieron la cara hasta el final. Se lo dije al sueco, 'chapeau porque no te has rendido y eso demuestra que tienes hambre y a mí me obliga a no relajarme'.
–¿De quién se acuerda en los últimos metros?
–Me vienen pequeños flashes de cuando gané en Berlín. Allí fue diferente porque era mi primera vez, en Múnich me notaba más maduro. Me vino a la cabeza un tuit que puso Obama cuando logró la reelección a la presidencia de EE UU: 'Four more years'. Cuatro años más defendiendo este título. Te centras en tu familia, que estaban mis padres, mis hermanas, unas primas de Valencia. ¿En qué piensas? Es muy difícil decir. Con tantas emociones no te da tiempo ni siquiera a saber lo que está pasando. Solo disfrutar y disfrutar.
–Doble campeón de Europa de manera consecutiva igualando a Paquillo Fernández, casi nada.
–Tiene mérito porque tenemos Europeo cada cuatro años. Hacerlo una vez es difícil, pero una segunda lo complica todavía más. Ahora tengo la oportunidad de ir a por una tercera, algo que nadie ha conseguido.
–¿Se ve con margen de mejora? ¿Cuál es el siguiente paso?
–Quiero estar centrado en los 20 km, tengo margen de mejora de mi marca, me encuentro competitivo en los grandes torneos, pero también quiero explorar la idea de los 35 km. Este año en esa categoría, en el Campeonato del Mundo en Omán, fui segundo. Está abierta la puerta de doblar la distancia en los campeonatos importantes en verano, pero lo tendremos que hablar con el comité técnico de la Federación, a ver si lo consideran óptimo, y ganarme la plaza.
–La gente en Llerena se ha volcado a su llegada, ¿abruma?
–Ellos se sienten identificados conmigo, me ven como uno más y eso hace pensar que se pueden lograr grandes cosas sin nacer en Madrid, Barcelona o Valencia, siendo de un pueblecito. Aunque con más dificultades a nivel de instalaciones, podemos conseguir lo que nos planteemos, no somos menos que nadie. En las ciudades importantes tienen más oportunidades, pero no más cualidades.
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