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Maite Pinilla tiene 62 años. Ella ha sido una de las alumnas que ayer finalizó la Escuela Profesional de Promoción turística local e información al visitante. «La experiencia ha sido inolvidable. Lástima que ya sea un poco mayor para trabajar en ello. Me ha encantado estar en la oficina de turismo, ha sido muy enriquecedor. Y tanto las clases como el equipo docente ha sido maravilloso. Además he tenido un grupo de compañeros integrado por gente muy creativa y especial».
Ahora se le abre un nuevo horizonte profesional, aunque no es muy optimista. Dice que por su edad y por llevar mucho tiempo fuera del mercado laboral le cuesta mucho salir adelante. «Ahora estoy esperando a ver si para la próxima Escuela Profesional seleccionan a mi hija y a su compañera para poder hacer algo con ellas. Tengo muchas ideas. La verdad es que siento mucho no haber dado con esto mucho antes».
Estas sensaciones son las que ayer describía Maite en la clausura de las Escuelas Profesionales. El acto tuvo lugar en el centro cultural Alcazaba. Allí estaban los 45 alumnos que han integrado las tres categorías de las escuelas durante este último año: Atención socio sanitaria a personas en el domicilio, Promoción turística local e información al visitante, y Operario especializado en excavaciones arqueológica.
Estas darán paso a una nueva escuela. Se llamará Medea y comenzará previsiblemente en diciembre, según pudo confirmar ayer el concejal de Formación para el Empleo, Julio César Fuster. Asistió a la clausura de estas escuelas junto a la alcaldesa en funciones, Carmen Yáñez, la delegada de Servicios Sociales, Catalina Alarcón y la concejala de Turismo, Pilar Amor.
Fuster también informó que en la actualidad se está finalizando todo el proceso para que se inicien. «Serán las mismas especialidades y ya se trabaja en la preselección de las personas que han solicitado participar en ellas», indicó.
También estuvieron presentes en el acto de clausura el director el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, Félix Palma, y el arqueólogo e investigador del Instituto de Arqueología de Mérida, Pedro Mateos. Precisamente estos dos últimos han estado muy involucrados en la escuela profesional de Arqueología al estar en contacto directo con los alumnos durante las excavaciones en la Huerta de Otero, que proseguirán durante los próximos meses.
Otra de las alumnas es Manoli Benítez, de 55 años. Esta ha desempeñado labores sociosanitarias en viviendas con mayores o personas con necesidades especiales.
«Mi experiencia ha sido buenísima. He aprendido mucho durante este curso, cosa que no me imaginaba. Y el trato con los usuarios que he tenido ha sido excelente. Ha sido una experiencia muy gratificante».
Antes de ser seleccionada para esta escuela, Manoli estaba en paro. Pero a partir de ahora abandonará su situación de desempleo y comenzará a trabajar en lo que se ha formado. «Ya se me han abierto las puertas de un trabajo a partir de las personas con las que he estado. El boca a boca ha funcionado muy bien», explica Manoli.
Por su parte, Yolanda Anselmo, de 45 años, ha sido una de las alumnas privilegiadas, pues ha tenido el honor de trabajar en las excavaciones de la Huerta de Otero, donde se han sacado a la luz hallazgos arqueológicos de gran importancia. Ella ha sido una de las alumnas de la Escuela Profesional que ha recibido formación como Operario especializado en excavaciones arqueológicas.
«La experiencia ha sido muy especial e importante para nosotros. Estamos muy agradecidos a las monitoras que nos ha impartido la formación como han sido Teresa, María Victoria, Paqui o Belén. Pero sobre todo nos sentimos afortunados por haber vivido la experiencia en la Huerta de Otero, en la que se han sacado restos muy importantes», explica.
maite Pinilla Promoción turística
Manoli Benítez Labor sociosanitaria
Yolanda Anselmo Peón de arqueología
Antes de ser seleccionada para participar en esta escuela, Yolanda estaba en paro. Asegura que siempre le ha gustado mucho el mundo del arte. Y que, a partir de ahora, mucho más «al descubrir y aprender cosas nuevas gracias a la formación que hemos recibido de nuestros monitores. Se lo han currado mucho y las clases han sido realmente mágicas. Durante este tiempo he podido confirmar lo maravillosos que son los restos romanos que tenemos y de los que quiero aprender todo lo que pueda».
Carmen Yáñez señaló que las escuelas profesionales ofrecen ventajas en todos los sentidos. «No solo porque durante un año han estado trabajando unas 60 personas, que han adquirido una formación y una experiencia que ayudará a su inserción laboral en un futuro. Sino también porque las especialidades que se solicitan están vinculadas a actividades económicas con potencial en la generación de empleo en Mérida».
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