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Están ustedes invitados al café y un licorcito», anuncia el camarero con una sonrisa. Puede que la cuenta tenga varios ceros y lo regalado suponga ... una proporción ínfima del monto total, pero hay algo en esas palabras que suena como música celestial para los oídos del cliente. No tanto porque una pequeña parte de lo que acaba de disfrutar le vaya a salir gratis, sino por la sensación de complicidad que se genera entre la persona que se sienta a la mesa y quien acaba de darle de comer.

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