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¿Qué ha pasado hoy, 22 de febrero, en Extremadura?
En su segunda legislatura. Alberto Casero Ávila en la plaza Mayor de Trujillo.
Político por vocación  desde la mayoría de edad

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Alberto Casero Ávila, alcalde de Trujillo, ha ostentado varios cargos. Ahora está al frente del Ayuntamiento, pero ha sido diputado y senador

Álvaro Rubio

Viernes, 16 de septiembre 2016, 07:57

Alberto Casero Ávila (PP) es uno de esos políticos que pese a su juventud sabe cuál es el significado de ser alcalde, diputado y senador. Se nota en sus palabras y en su modo de expresarse. «Soy alcalde durante 24 horas los siete días de la semana», afirma al tiempo que apostilla que «esa frase puede sonar a tópico». Al parecer no lo es teniendo en cuenta que en una hora de entrevista su teléfono no ha parado de sonar y la puerta de su despacho, entre abierta, es testigo de una cola en la que vecinos, todos sin cita previa, esperan su turno para contarle proyectos, ideas y, sobre todo, problemas. Muchos problemas.

Hoy esperarán un poco más de lo habitual. Asegura que normalmente no suele ocurrir eso y es que, según afirma, él es un alcalde accesible. «Todos me llaman por mi nombre personal», comenta sonriente antes de echar la vista atrás y recordar los momentos más importantes de este camino que comenzó con 18 años.

Fue presidente provincial de Nuevas Generaciones entre 2001 y 2006; en 2003 fue elegido diputado en la Asamblea de Extremadura, donde desempeñó funciones de portavoz del Grupo Popular en Industria, Comercio y Turismo y en la Comisión de Cultura y Turismo (2007-2011). Simultáneamente, fue concejal en el Ayuntamiento de Trujillo, donde ejerció la labor de portavoz del PP.

En las elecciones municipales de 2011 fue elegido alcalde de Trujillo tras obtener el 64,68% de los votos y en 2015 fue reelegido, con el 54,87% de los sufragios. Además, desde 2011 hasta finales de 2015 fue senador.

De los alcaldes extremeños con menos de 40 años, él es uno de los que más cargos ha tenido y preguntarle si su futuro pasa por la política es casi una obviedad. Sin embargo, prefiere no ponerse metas. «Ponérselas puede llevar a frustraciones», matiza. Sin objetivos claros marcados, piensa en el presente y está orgulloso de lo que hace. «Después del paso por la alcaldía me reafirmo en la necesidad de servir a los demás. También suena a frase hecha, pero es una realidad. Lo que más me gratifica es estar cerca de los vecinos».

Y hablando de frase hechas, no todo ha sido un camino de rosas. Asevera que es difícil compaginar la vida personal con la de alcalde. «Todo el mundo te conoce y los ciudadanos sienten que tienes la obligación de atenderles constantemente. Hay días mejores y peores. Por eso lo llevo con mucha paciencia, comprensión y empatía». Eso último, dice, es lo más importante. «Siempre intento ponerme en el lugar del otro. Hay gente que llega sólo a desahogarse».

En eso tienen mucho que ver las consecuencias de la crisis económica. En 2011 abrieron una bolsa de empleo y se apuntaron 700 personas en un pueblo que tiene 9.500 habitantes, recuerda Casero justo antes de hacer referencia al desprestigio por el que pasa actualmente la clase política. «Los que no te conocen sí vienen con ideas preconcebidas. Aunque en la ciudad de Trujillo ha calado ese desprestigio de la clase política, mayoritariamente los vecinos vienen a que les solucionen problemas. Y lo hacen sin prejuicios, pero es imposible negar que esa concepción negativa existe». A ello tiene que hacer frente en ocasiones, al igual que lo ha hecho cuando le han criticado en los tiempos que fue senador. «Se llegó a decir que Trujillo no me importaba, que me estaba yendo a Madrid y cada vez alejándome más del pueblo. Nunca he querido que eso pase y para ello he hecho un gran esfuerzo. Hay ciudadanos que saben que los he recibido sábados por la mañana y he intentado que un trujillano no notara la ausencia de su alcalde por estar en Madrid».

Dice que cree que lo ha conseguido. A eso quizás ha ayudado su situación personal. Alberto Casero es soltero, no tiene hijos y vive con sus padres.

Sobre su futuro, confiesa que no se ve toda la vida en política. «Es una actividad intensa. Los tiempos los ponen las circunstancias, pero un mandato de ocho años para un alcalde está bien. No sé si soy partidario de regularlos por ley, aunque sí creo que en sitios más grandes es algo bueno». Lo dice el que fue el diputado más joven de la Asamblea en el año 2003, una experiencia que le «sirvió de mucho» y gracias a la cual empezó un camino en el que este apasionado de la historia conoció a numerosas personalidades. Él, entre risas, dice sentir más admiración por personajes de tiempos anteriores que por los actuales.

Nombre. Alberto Casero Ávila.

Edad. 38 años.

Formación académica. Licenciado en Derecho.

Ocupación laboral. Tiempo completo en la alcaldía.

Sueldo del ayuntamiento. No cobra.

Años en política. Desde los 18.

Aficiones. La Historia.

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