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En algunas se paró la producción unas horas, un par de días en el peor de los casos. En otras, se suprimieron turnos de trabajo ... para evitar entrar en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y se dieron días de vacaciones forzosas. La gran industria extremeña, escasa pero existente y de enorme peso por su impacto en el empleo, respira ya mejor tras un mes de marzo nefasto, en el que se juntaron los efectos de la guerra de Ucrania con el paro de los transportistas. Un problema colateral y genérico del paro de los camioneros es que los pedidos o suministros tardan en llegar por el atasco acumulado en las últimas tres semanas.
El grupo industrial Cristian Lay se llegó a quedar sin materia prima para seguir trabajando o no tener espacio para almacenar, en el caso de sus productos siderometalúrgicos. La huelga de camioneros y los piquetes en Jerez de los Caballeros, donde están la acería Balboa, Alfonso Gallardo SA, Ferromallas y Galvacolor, impidieron incluso poder usar el tren para la llegada de la chatarra desde Zafra y la comercialización de sus productos.
A finales de marzo, estas tres últimas industrias relacionadas con el acero y sus derivados más Ondupack (cartonaje), en Almendralejo, frenaron su actividad por ese conflicto. Entre todas suman 210 empleados. Además, un posible ERTE estuvo muy cerca pero se difuminó por el fin del paro de los transportistas.
En el símbolo industrial del grupo, Siderúrgica Balboa (500 trabajadores), además, el problema se acrecentó con el constante incremento del precio de la energía, que obligó a la empresa de la familia Leal a concentrar el trabajo en las horas donde la electricidad era más barata. «Es la alternativa que tenemos hasta que no se regularice el precio de la energía», confirmó a este periódico Miguel Ángel Leal, consejero delegado del grupo industrial Cristian Lay.
En Guareña, en Inquiba (Industrias Químicas de Badajoz), con 420 trabajadores en su plantilla, la producción ha vuelto a la normalidad, confirma aliviado su director general, Juan Carmona Estévez. Inquiba está dedicada a la fabricación de productos de limpieza y cuidado, tanto personal como del hogar.
Por la huelga de transportistas llegó a parar dos días porque era imposible dar salida a los productos que estaban en la fábrica. «La situación realmente ha sido muy complicada en marzo y lo sigue siendo porque las empresas llevan unos meses muy duros. Se empezó con la pandemia y luego han continuado las dificultades con la guerra de Ucrania y el paro de los transportistas, que han tenido un impacto directo en el suministro de materia prima y su encarecimiento», señala.
«Y nosotros no podemos repercutir ese encarecimiento en el producto final porque solo en el caso de la materia prima ha subido un 30% desde el año pasado», confirma.
El panorama de normalidad se empieza a atisbar también en otras dos grandes empresas de la región. En una, la Deutz Spain, en Zafra, con cerca de 450 trabajadores, se sobrellevó con cierto sosiego el momento crítico de la huelga del transporte. Le favoreció el 'stock' acumulado de materia prima existente y no tuvieron grandes incidencias en la entrega de sus piezas (motores).
En cambio, en la fábrica de vidrio de Villafranca de los Barros, del grupo portugués BA Glass, la situación fue más delicada. Hubo dificultades para contar con el suministro para fabricar y también incidencias con piquetes. Cuenta con unos 400 trabajadores en su planta villafranquesa.
«Aunque la huelga ha terminado, la dificultad para conseguir camiones continúa», explica Iva Rodrigues, su directora general. «Todavía no podemos decir que hemos vuelto a la normalidad y aún sufrimos las consecuencias de las últimas tres semanas», incide Rodrigues a HOY.
Tras finalizar el paro de los transportistas, y con la incertidumbre de cuánto se alargará la guerra provocada por Putin invadiendo Ucrania, las empresas extremeñas miran ahora entre expectantes y satisfechas la reducción de los costes energéticos. La factura eléctrica acumula una semana de descensos, una buena noticia cuando a principios de marzo, el día 8, se alcanzó el récord del coste de la electricidad en España . Se situó en 544,98 euros por MWh. Ayer el megavatio se pagó en hora punta a 270,2 euros y a 163,13 euros el valle.
Juan Carmona, de Inquiba, dice que al fin era el momento de recibir una buena nueva en medio de tanta tempestad para las empresas y el bolsillo de las familias. No obstante, apela a la mesura. Señala Carmona que es preferible esperar a final de mes para valorar el descenso del coste energético.
«Compro en el mercado libre y no sé con certeza cómo repercutirá esa bajada del precio de la electricidad pero es obvio que su impacto será positivo», resume Carmona.
Para empresas grandes consumidoras de electricidad como BA Glass o las sociedades del grupo industrial Cristian Lay la noticia es doblemente bienvenida aunque, de forma general, se considera que los precios de la electricidad siguen siendo muy altos. «Deben seguir bajando más», agrega Iva Rodrigues. «Los valores siguen siendo muy superiores a cualquier valor que pudiéramos considerar normal. Nos sigue preocupando mucho este tema», concluye la portavoz de BA Glass.
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