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R. H.
Sábado, 22 de febrero 2025, 13:53
La escritora y ganadora de esta edición del Premio Dulce Chacón de Narrativa Española, Alana S. Portero, ha reivindicado este sábado durante la recogida de ... su galardón en Mérida que «la cultura pertenece al pueblo», aunque esta «deba ser cuidada por las instituciones».
«Sin que pertenezca al pueblo, la cultura no tiene ningún sentido porque se convierte en un ejercicio de elitismo absurdo», ha considerado la autora de 'La mala costumbre' en declaraciones a los medios antes de recibir el galardón que lleva el nombre de la pluma zafrense que dio vida a la primera novela que le recomendó a Portero su madre: 'La voz dormida'.
El hecho de que dicho libro de Dulce Chacón fuera el primero que «de alguna manera» la madrileña y su madre leyeron juntas hace que, según ha confesado Portero, exista un «vínculo muy especial» entre las tres.
En la entrega de este galardón que ha tenido lugar este sábado en la Asamblea de Extremadura han estado presentes autoridades como la presidenta de la cámara autonómica, Blanca Martín; el delegado del Gobierno, José Luis Quintana; el presidente de la Diputación de Badajoz, Miguel Ángel Gallardo, y el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna.
«Pueden ustedes imaginarse cuánto significa ganar un premio que lleva el nombre de Dulce de Chacón y lo que significa, para mí, poder llevar esta escultura a casa para dársela a mi madre», ha expresado la madrileña como agradecimiento.
Ambientada en el barrio madrileño de San Blas que sufrió los estragos de los «jeringazos de heroína casi regalados» a finales de los setenta y durante toda la década de los ochenta, a la obra de Portero la vertebran malas costumbres como el prejuzgar al otro sin conocerlo o la mala comunicación.
También lo hacen los guiños a 'Oculto sendero' de Elena Fortún y 'Entre visillos' de Carmen Martín Gaite, obras que nutrieron el estilo de 'La mala costumbre' a la hora de contar la historia de una niña atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, mientras la televisión habla de una 'Movida madrileña' que suena a ficción para un barrio como el suyo, donde los adultos discuten con normalidad sobre si es mejor tener un hijo «drogadicto» o «maricón».
Sin embargo, Portero no duda al asegurar que España es un país que desde «hace mucho tiempo está muy curado de casi todo», aunque, ha advertido, algunos busquen convencer a la sociedad de que «somos peores de lo que somos».
«No deberíamos caer en la trampa de quien nos quiere hacer creer que no estamos curados de eso. Porque es muy fácil enfermarse otra vez. Tenemos que vigilarnos, tenemos que vacunarnos de cariño y de sentido común», ha insistido la escritora remarcando que «si hay que señalar a un enemigo» ese será el que quiere «convencer de que no estamos bien y de que no somos capaces de convivir».
Pese a considerar que su camino como activista «permea obligatoriamente» en todo cuanto hace, la autora insiste en reivindicar a su obra como una «novela de clase» más que una novela «trans» en la medida en que, asegura, para ella era clave «contar bien» la realidad de un barrio obrero como el que la vio nacer, huyendo de esos relatos que hacen de la clase obrera una especie de «zoo».
Tanto es así que, horas antes de recoger el galardón, Portero aseguró en un encuentro con sus lectores celebrado este pasado viernes en el Centro Cultural Alcazaba emeritense que, durante la escritura del libro, había procurado «dejar a la Alana activista fuera de la novela» tanto como había podido.
Del mismo modo, la escritora rinde homenaje, entre sus páginas, a un grupo de mujeres que, siendo adolescente, se convirtieron en unas «segundas madres» para ella, mujeres que hoy tendrían entre 70 y 80 años.
Así, confeccionando una «destilación» de todas ellas colmada de ternura, sensibilidad y dignidad, Portero reivindica a aquellas mujeres que le enseñaron a tejer lazos con personas que, si bien no son familia, se acaban convirtiendo en ella.
«Vivieron un final del franquismo muy duro porque estuvieron en cárceles masculinas y fueron terriblemente maltratadas», recuerda la autora resaltando el modo que tenían de cuidarse, quererse y protegerse, pese a haber «pasado por el infierno».
Son estos principios de igualdad, defensa de los derechos humanos y de la propia memoria histórica que, también laten entre las palabras de Portero, los valores que, según ha asegurado el presidente de la Diputación de Badajoz, Miguel Ángel Gallardo, no solo defendió Chacón a través de su obra sino «durante toda su vida».
A renglón seguido, el presidente de la institución provincial pacense ha destacado que esta entrega se produce en un año «especial» marcado por la superación de una «polémica» que, ha señalado, ha quedado como «una anécdota de lo que representan algunas políticas».
En este sentido, Gallardo ha apuntado que la «controversia» surgió porque el Ayuntamiento de Zafra «anuló los principios de lo que representaba este premio», amén de «la eliminación de lo que representaba el jurado popular», figura que, ha valorado, puede no tener una «opinión científica» pero permite «tener, fundamentalmente, la opinión del lector».
Interrogado sobre la posibilidad de que el próximo año el premio regrese a Zafra, el presidente de la diputación ha confesado verlo «difícil» hasta que el consistorio «no cambie de posición». No obstante, ha remarcado que el rol de la institución que encabeza ha sido el de «empujar» para que el galardón «no quedara en el olvido» y siempre con la «esperanza» de que vuelva a su lugar natal.
En el acto, también ha intervenido tratando de contener su emoción la hermana de la autora que da nombre al premio, Inma Chacón, quien ha garantizado que «Dulce estaría orgullosísima de que, desde este año, su nombre esté siempre ligado al de Alana S. Portero».
Tras las palabras de Chacón, quien también es autora de obras como 'El cuarto de la plancha', 'Los ojos de Bruna', 'Los silencios de Hugo' o 'La baltasara', tres nietos de Dulce C. han querido agradecer que el premio siga poniendo en valor los principios que su abuela siempre defendió, al tiempo que han expresado sus deseos de continuar con su legado.
Por su parte, el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, ha destacado lo «enriquecedora» que ha sido la lectura y debate sobre 'La mala costumbre', una obra de la cual ha resaltado los «valores sociales que transmite» así como su «calidad literaria».
La clausura del acto ha estado a cargo de la presidenta de la Asamblea de Extremadura, Blanca Martín, quien ha subrayado que el país «no está completo sin la cultura trans», recordando uno de los plenos escolares contra el bullying por LGTBIfobia que se celebran cada otoño en la Cámara, donde una niña de 8 años pidió a los políticos que continuasen elaborando leyes que «reconozcan a las personas diversas para que nadie les arrebate nunca su felicidad».
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