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El 5,7% de los estudiantes extremeños se consideran acosados de forma habitual, según detalla el informe del Programa para la Evaluación Integral de Alumnos (PISA) 2022, que elabora cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Es la ... conclusión a la que llega el informe PISA tras preguntar a los alumnos sobre sus experiencias en el centro educativo. Seis de cada cien sintieron durante los 12 meses anteriores a la prueba algún tipo de bullying.
El trabajo de campo se realizó en la primavera de 2022 y en Extremadura participaron 2.151 alumnos de 55 centros educativos. Los que se sentían acosados reconocieron que otros compañeros les excluyen a propósito, se ríen de ellos o incluso les amenazan, golpean o empujan. Hay menores que hasta aseguraron que se quedaron en casa en vez de ir a clase porque no se sentían seguros en el centro.
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Álvaro Rubio
Este porcentaje de estudiantes que se consideran acosados de modo frecuente, aunque es preocupante, sitúa a Extremadura como una de las comunidades autónomas en la que ese índice es más bajo. Está por debajo del registrado por la media española (6,5%) y del promedio de los países de la OCDE (8,3%).
Se sitúa al mismo nivel que Castilla-La Mancha, levemente por encima de países como Portugal (5,3%) y un poco por debajo de otros como Irlanda (6,3%) y Croacia (6,4%).
Eso sí, está muy alejado de los territorios que peor situación presentan, que son Melilla (12,6%) y Chipre (14,1%).
Dentro de España, las comunidades y ciudades autónomas con menor porcentaje de alumnos frecuentemente acosados son La Rioja (4,1 %) y Castilla y León (4,2 %). Por el contrario, se aprecia un porcentaje muy superior con respecto al promedio de España, además de en Melilla, en Ceuta (10,7%) y Canarias (10,2%).
Los datos de PISA muestran que, en sistemas de alto rendimiento y cuyos estudiantes tienen un mayor sentido de pertenencia al centro educativo, estos informaron sentirse más seguros y menos expuestos a riesgos y acoso.
Hay que recordar que en este informe PISA, como ya informó este diario, los extremeños se sitúan por debajo de la media del país en los conocimientos evaluados (Matemáticas, Lectura y Ciencias).
En las comunidades autónomas, la diferencia por sexo no es estadísticamente significativa salvo en Galicia, Cantabria y Asturias, donde hay más casos de acoso entre las chicas que entre los chicos.
Sí que hay divergencias reveladoras en cuanto al nivel socioeconómico y el origen. De hecho, es común en todas las comunidades que los alumnos más desfavorecidos son los que tienen un mayor índice de acoso.
Además, los alumnos inmigrantes sufren un mayor índice de acoso en la mayoría de las comunidades y ciudades autónomas, exceptuando el caso de Ceuta (0,38) que no resulta significativo. Destacan con una mayor diferencia estadísticamente significativa Extremadura (-0,40), Cantabria (-0,30) y Aragón (-0,29), lo que significa que los alumnos de otros países suelen ser los que más acoso padecen.
Para intentar controlar el bullying en los centros educativos, la Junta de Extremadura tiene un protocolo que desarrollar a través de un plan de intervención que publicó en el año 2016. Sustituye al que estaba vigente, que era de 2007.
Ante la denuncia de cualquier persona, familia o docente, primero trabaja en ello el propio centro, después Inspección Educativa y, si procede, el caso pasa a la Fiscalía de Menores.
El plan se centra más en establecer medidas de prevención y de mediación que en la intervención propiamente dicha. Así, incide en que los centros promuevan la idea de «aprender a convivir entre su alumnado y establece medidas educativas en el aula para prevenir y tratar individualmente el maltrato».
Para ello abogan por las tutorías, una relación directa entre el profesorado y el alumno, un contacto periódico con las familias, y una relación cercana y de escucha activa. Todo para que el mensaje de tolerancia cero ante el maltrato sea nítido ante cualquier conducta agresiva.
Además, establece que se trabajen las habilidades sociales, la gestión de las emociones, la resolución de conflictos a través del diálogo y se ejerciten las técnicas de autocontrol.
El documento dedica especial atención al ciberacoso y define sus modalidades: ciberbullying, envíos de contenido sexual, acoso sexual y captura de datos personales.
En este sentido, establece que el centro educativo deberá activar el protocolo siempre que tenga indicios de un caso de ciberacoso entre estudiantes, ya sea dentro o fuera del recinto escolar. En el caso que se desconozca la identidad del acosador, se deberá avisar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
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