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El libro empieza de esta manera: «Cuando llegué a Extremadura como aprendiz de pastor, las noches enfriaban bajo cero y la sequía angustiaba a ganaderos y campesinos después de tres años prácticamente sin lluvia. Tenía la misión de supervisar a un rebaño de más de cuatrocientas ovejas en la finca que el amigo de un amigo de un pariente lejano había puesto a mi disposición al saber que intentaría vivir una temporada como lo hizo mi madre de niña».
Hace un par de años, recibí una llamada desconocida. La pantalla de mi teléfono solo me chivó que llegaba desde Barcelona. Respondí y mi interlocutor se presentó. Se llamaba Gabi Martínez, dijo ser escritor y me comentó que estaba escribiendo un libro sobre la tierra de sus antepasados: La Siberia extremeña. Me llamaba porque acabábamos de publicar en el HOY doce páginas sobre esa comarca y quería recabar toda la información posible. Le envié el material que tenía, le hablé de alguna otra publicación sobre La Siberia, nos despedimos y, llevado por la natural curiosidad, indagué para saber más sobre el escritor Gabi Martínez.
Así, descubrí que había nacido en 1971 en Barcelona, que su obra narrativa está traducida a varias lenguas, que por 'Ático' (2004) fue seleccionado por la editorial Palgrave/Macmillan como uno de los cinco autores más representativos de la vanguardia española de los últimos 20 años y, en fin, que había recibido diversos premios, que acababa de publicar en Seix Barral una interesante novela titulada 'Las defensas' y que era un reconocido escritor de libros de viajes por territorios lejanos como 'Los mares de Wang' (2008, Alfaguara), mejor libro de no ficción del año para Condé Nast Traveller.
Saciada mi curiosidad, me olvidé de aquella llamada y de Gabi Martínez hasta que la semana pasada supe que su libro sobre La Siberia acababa de ser publicado con un título tan prometedor como: 'Un cambio de verdad' y un subtítulo más prometedor aún: Una vuelta al origen en tierra de pastores. Me acerqué a una librería de confianza, pagué 19,50 euros por él, me senté en el balcón de casa, aprovechando el único rato del día en que uno puede salir al aire libre sin asfixiarse, y empecé a leer el libro por el párrafo que encabeza este artículo.
Eloísa, la madre de Gabi Martínez, creció en Agudo, un pueblo de Ciudad Real pegado a Extremadura. Los vecinos de Tamurejo, Baterno o Garbayuela lo conocen bien porque se acercan a Agudo al supermercado. La abuela de Gabi era precisamente de Tamurejo mientras que su abuelo Eloy, «pastor envuelto en leyendas, porque no lo conocí», era de Garbayuela y enseñó a Eloísa a tratar ovejas.
Tras nacer y crecer en Barcelona y viajar y escribir mucho por España y sobre España, Gabi Martínez decidió que ya no podía postergar por más tiempo una incursión para profundizar en las raíces de su madre y lo hizo con intensidad: instalándose, entre el invierno y el verano, como pastor en «la casa de Sanjuanilla», cerca de un pozo de agua potable y con tres bombillas conectadas al generador del establo, en plena Siberia y a seis kilómetros de Garbayuela, el pueblo más cercano.
Estos son los antecedentes y las razones de este libro fascinante sobre Extremadura y La Siberia entendidas y vividas como espacios para cambiar de verdad volviendo a los orígenes, un libro de 362 páginas y 90 capítulos donde «un maestro de la narrativa», en definición de Juan José Millás, escribe de mastines y de ovejas merinas, de la matanza, de las borrascas y del pan de Garbayuela, de buitres y liebres, de abejorros, de somormujos, del parque temático y de héroes siberianos.
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