

Secciones
Servicios
Destacamos
Registrar un escrito, pedir un certificado, hablar con un concejal o con el alcalde si se pone a tiro... Esto es lo normal en un ... ayuntamiento español cualquier día de la semana, pero en Extremadura hay uno al que los vecinos acuden también a comprar el pan. Una barra, una chapata, un bollo, con más o menos miga, bien crujiente, a medio cocer... Es el caso de Belvís de Monroy (737 habitantes, a 13 kilómetros de Navalmoral de la Mata, en la comarca del Campo Arañuelo, en el noreste de la región).
Allí ocurrió el mes pasado algo que trastocó de forma estratégica el día a día de los vecinos. Una noticia de alcance para sus rutinas: cerró la única tienda del pueblo. Un disgusto con implicaciones tan relevantes como que de pronto, ir a hacer la compra requiere tener coche, carné y facultades para conducir, algo que de lo que no disfruta buena parte de la población rural, por su edad. O que un familiar o amigo haga el favor, algo que tampoco es siempre posible.
En tal situación, el Ayuntamiento decidió que debía hacer algo. Al menos para paliar lo más urgente. Y en ese nivel de prioridades aparece el pan.
Bien claro lo dice el bando municipal que el Consistorio emitió a mediados de julio, poco después de que la tienda de conveniencia bajara la persiana. En letras mayúsculas, el encabezado: Dispensanción de pan. Y debajo, la novedad y su explicación. «Se informa a todos los vecinos –decía el texto publicado en la web www.ebando.es– que debido al cierre de la tienda y ante la imposibilidad de suministrar el pan por parte de la panificadora, el Ayuntamiento considera dicho pan como un artículo de primera necesidad para nuestros vecinos, y un servicio indispensable para el pueblo». «Dada la situación actual –sigue–, se llega a la siguiente decisión: La alcaldía ha decidido poner un operario municipal para la venta de dicho pan en el edificio del Ayuntamiento antiguo. El suministro será de lunes a viernes de 10 a 11 horas. Este servicio seguirá siendo efectivo hasta que la tienda sea abierta por otro usuario, momento en que el Ayuntamiento dejará de prestar dicho servicio y será la propia tienda quien lo haga».
Hasta aquí, la explicación oficial y pública. El alcalde amplía detalles. «Por razones personas, ya sea la falta de rentabilidad o por el precio del alquiler, el caso es que la única tienda del pueblo cerró –sitúa Fernando Sánchez Castilla–. En ella se vendían tanto productos de primera necesidad como otros habituales en el día a día. Durante unos días, la panificadora siguió viniendo al pueblo. Venía una furgoneta a vender el pan cada mañana, pero al cabo de unos días, nos comunicó que no le resultaba viable seguir viniendo cada mañana al pueblo. Porque la panificadora cierra a las diez de la mañana, y tenía que venir al pueblo más tarde de esa hora, y no podía permitirse tener a un trabajador haciendo ese desplazamiento y a esa hora todos los días».
En esta situación, el alcalde y su equipo se pusieron manos a la obra, en busca de una solución. «Le dimos muchas vueltas al asunto, viendo cómo podíamos hacer para solucionarlo», reconoce el regidor, que amplía el diagnóstico poniendo el foco en el inconveniente que supone que un pueblo se quede sin tienda.
«En la pedanía (Casas de Belvís), que está a tres kilómetros –explica Fernández–, sí hay tienda, pero en el pueblo, como ocurre en todos, vive mucha gente mayor, que no tiene coche o que si lo tiene no puede ya conducirlo. Que cuando tiene que hacer un viaje, por corto que sea, depende de familiares que no siempre pueden. Hay vecinos a los que les cuesta su trabajo ir de casa a la plaza a comprar».
Y para este tipo de situaciones, destaca el alcalde, «es para las que está el Ayuntamiento, cuando debe intervenir para hacerle a los vecinos más fácil su día a día». «Con que tuviéramos un único vecino con problemas de movilidad, ya estaría justificado tomar una decisión como la que hemos tomado», reflexiona Fernando Sánchez. «Así que buscamos un sitio –explica–, que fue el edificio antiguo del Ayuntamiento, y elegimos a dos operarios municipales que tienen carné de manipulador de alimentos para ocuparse de vender el pan».
Cada mañana, sobre las ocho, la furgoneta de la panificadora para en Belvís, descarga las treinta o cuarenta barras que le compra el Consistorio, y a las diez de la mañana, el operario empieza a despacharlas, hasta las once. Los viernes, las ventanas llegan a duplicarse, dado que sábado y domingo no hay servicio. «Vendemos el pan por lo mismo que pagamos nosotros por él, no le sacamos ningún beneficio», deja claro el alcalde, que asegura además que están dándole vueltas a cómo solucionar el gran problema que supone no tener tienda. «Pero no es sencillo –admite–, hay que cumplir unos requisitos legales que estamos estudiando, porque queremos una solución que perdure en el tiempo».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La palygorskita, los cimientos del vino rancio en Nava del Rey
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.