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El calentamiento global amenaza al sector turístico extremeño con la pérdida de 72.000 pernoctaciones al año, un 2% del total, en caso de que ... se llegue a un escenario de aumento de la temperatura media del planeta de 4 grados centígrados.
Así lo recoge el estudio 'Impacto regional del cambio climático en la demanda europea turística', elaborado por el Centro Común de Investigación, el servicio científico y de conocimiento de la Comisión Europea. Sus trabajos aportan evidencias científicas para el diseño de las políticas comunitarias.
Este trabajo destaca que el turismo es uno de los principales sectores económicos de Europa, por lo que pretende analizar cómo el cambio climático puede afectar a la demanda en función de distintos escenarios. Para ello, toma como referencia el número de pernoctaciones que publica la oficina estadística europea (Eurostat) para los territorios de la UE.
El estudio emplea el denominado índice climático-turístico, que combina factores como la temperatura (con un peso del 50%), las lluvias (20%), el cielo cubierto (20%) y el viento (10%). El valor será más alto cuanto más se acerquen las condiciones a los niveles considerados ideales para los turistas. El tope es cien y el mínimo es cero.
El análisis consiste en calcular la evolución de este índice, y su impacto en la demanda turística, en función de distintas proyecciones climáticas para las próximas décadas. Para ello, plantea cuatro posibles escenarios. Dos corresponden al Acuerdo de París, que fijó como objetivos que la temperatura media del mundo no pase de 2 grados centígrados y se acerque en lo posible a 1,5 grados respecto a la época preindustrial. Para ello, los países se comprometieron a reducir las emisiones contaminantes. Pero en caso de que se mantengan en niveles elevados, el estudio también contempla un incremento de 3 y 4 grados.
De entrada, hay que tener en cuenta que según estudios recientes el planeta ya presenta una temperatura media de 1 grado más que en la época preindustrial, con lo que en realidad el estudio contempla el impacto que tendría sobre las pernoctaciones turísticas un aumento de entre 0,5 y 3 grados centígrados.
Con esos posibles cuatro escenarios de incremento de la temperatura media, el estudio analiza la evolución del índice climático-turístico y el efecto que tendría sobre las pernoctaciones de los países de la Unión Europea. Pero en el caso de España contempla además las consecuencias para cada una de las comunidades autónomas.
Un incremento de 1,5 y 2 grados de las temperaturas, dentro de los objetivos del Acuerdo de París, apenas tendría efecto en la demanda turística. En España la caída sería del 0,3% al 0,4%, mientras que Extremadura se sitúa dentro de la media nacional. Eso supondría para la región una pérdida de entre 11.000 y 16.000 pernoctaciones al año de un total de 3,58 millones, según los datos de Eurostat procedentes de todo tipo de establecimientos (una cifra que coincide con las cifras del Instituto Nacional de Estadística sobre hoteles, campamentos, turismo rural y apartamentos). El estudio emplea datos del año 2019, pero tras el bajón de la pandemia las cifras son prácticamente las mismas que en 2022, por lo que se pueden considerar bastante actuales (en 2023 hubo un incremento de la demanda, pero aún no hay números definitivos).
Sin embargo, los resultados empeoran con un mayor calentamiento y no de una forma lineal. Con un aumento de la temperatura de 3 grados, la demanda turística nacional caería un 1,6%, mientras que Extremadura perdería un 1,20%, 42.800 pernoctaciones menos.
Con un incremento de 4 grados centígrados, el país sufriría un retroceso del 3,14%, mientras que la región descendería un 2%. Con los datos de Eurostat, eso supondrían cerca de 72.000 pernoctaciones al año.
En este escenario, Extremadura sería la sexta región más perjudicada del país. En las cuatro simulaciones de aumento de temperaturas, las comunidades que más pernoctaciones perderían son Baleares, Murcia y Comunidad Valenciana. En el caso de las islas, una subida de 4 grados supondría perder más de un 8% de su demanda turística.
Sin embargo, la actividad del sector crecería en las comunidades del norte. Cantabria, Asturias y Galicia experimentarían un crecimiento que en el primer caso podría pasar del 7% en el escenario de mayor calentamiento global. País Vasco, La Rioja y Castilla y León también mejorarían sus números, aunque de una forma más moderada.
El desplazamiento de la demanda turística del sur al norte no es exclusivo de España, sino que el estudio concluye que se producirá de una manera similar en el conjunto del continente. Con una subida de 3 o 4 grados, estima que tendría lugar un cambio de patrón, haciendo de las regiones del centro y el norte más atractivas para los turistas en detrimento de las áreas mediterráneas.
De hecho, apunta que en la proyección de mayor calentamiento global el 80% de las regiones europeas verían cómo aumenta su demanda turística, con un crecimiento en la Unión Europea de un 1,58%. Alemania, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Holanda, Suecia y Reino Unido se convertirían en destinos predilectos; mientras que Chipre, Grecia, España, Italia y Portugal perderían visitantes. Como caso más extremo, las pernoctaciones en las islas jónicas griegas caerían un 9%, mientras que en la costa occidental de Gales crecerían un 16%.
El estudio del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea sobre el impacto del cambio climático en el sector turístico evidencia que un aumento notable de las temperaturas puede ser determinante, con una pérdida de demanda en las zonas situadas más al sur del continente. Pero también apunta a un desplazamiento de la época de viajes, que caería en verano y aumentaría en otros meses del año. El trabajo utiliza el ejemplo de Andalucía. En el año 2020, el índice climático-turístico más alto de la comunidad se lograba entre mayo y junio con un valor de 80, cercano por tanto al máximo (100); y en torno a 70 en julio y agosto. En 2100, en caso de subida de 4 grados en la temperatura media del globo, caería a 40 en esos meses estivales. En contrapartida, estaría en 80 en el mes de noviembre y muy cerca de ese valor en abril. Esto apunta a un cambio de modelo, lo que podría tener consecuencias en cuestiones como las vacaciones laborales y la actividad empresarial. En el escenario de mayor calentamiento global (4 grados más de media respecto a la época preindustrial, lo que serían 3 grados más que en la actualidad), la demanda turística en la Unión Europea podría caer más de un 5% en el mes de julio, mientras que crecería cerca de un 9% en abril. Pero esta evolución no sería lineal, sino que registraría cambios en función de las zonas. Las áreas costeras del norte de Europa experimentarían un aumento de las pernoctaciones de más del 5% en verano y comienzos del otoño, mientras que en regiones del sur, como Murcia, la afluencia turística caería más de un 10% en esa época. Pero esta bajada se vería compensada, aunque no en los mismos términos, en primavera, verano e invierno.
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