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J. M. M.
Sábado, 12 de noviembre 2022, 07:46
Se sumará al paro a partir del lunes. «Si al final se hace», comenta Joaquín Rodríguez (47 años), que trabaja como transportista. Ya lo hizo ... en la anterior convocatoria y desde entonces no volvió a mover sus camiones. «La huelga comenzaba el 14 de marzo, que era domingo, y yo llegué de un porte el viernes; ya no cargué el camión, ¿para qué?», rememora.
Ese día fue el final de Transportes Joaquín Rodríguez. «Cerré mi empresa, que llevaba cinco años con ella», dice. No fue fácil, pero entendió que era la mejor solución. «He vendido los dos camiones que tenía y tuve que despedir a los dos trabajadores que estaban conmigo», añade.
Lo hizo porque las cuentas no le salían, así que decidió abandonar su faceta de empresario. «Nos están ahogando: los precios de los viajes, de los repuestos, de las revisiones, de los carburantes... hacen imposible que sea rentable», cita.
No siempre fue así. Cuando empezó con su empresa, hace cinco años, podía ganar un sueldo digno. Pero los costes se fueron disparando con la inflación y los precios que cobraba por realizar los portes no crecieron al mismo ritmo. «Un ejemplo bien sencillo de lo que fue sucediendo es que al principio si tenía que cambiar dos ruedas al camión, las cambiaba y las pagaba; en los últimos meses, las cambiaba, pero pagaba una al contado y otra al mes siguiente», comenta.
No es algo que haya solucionado en los últimos meses, por eso se convoca el paro en el sector y por eso Joaquín, que considera que la situación por la que están atravesando las empresas, los autónomos y los propios trabajadores es realmente complicada, no se pondrá al volante los días que sea necesario.
Porque él no ha abandonado el transporte. «Ahora estoy de chófer para otra empresa», explica a través del teléfono mientras circula por la provincia de Gerona. «Hago viajes desde Badajoz a Barcelona, La Coruña, Bilbao o Valencia, donde me mandan». Hoy aparcará en Almendralejo antes de volver a su domicilio en Olivenza.
Antes era él quien programaba las rutas y repartía el trabajo. Algo que no se plantea volver a hacer. «Mucho tendrían que cambiar las cosas para que me diera de alta como autónomo otra vez», reconoce Joaquín, que señala que la inversión que se debe hacer es muy elevada. «Ronda los 120.000 euros para ganar un triste sueldo a fin de mes; al final te das cuenta de que estás ganando lo mismo que cualquier trabajador que no arriesga nada; porque un camión normalito cuesta entre 80.000 y 100.000 euros y el remolque más de 25.000 euros», calcula.
Por el momento, prefiere seguir como asalariado, aunque reconoce que ha perdido mucho poder adquisitivo desde que era su propio jefe. «Tengo un sueldo normalito, pero es algo fijo a final de mes», insiste.
Para que el sector remonte, Joaquín defiende que es necesario firmar contratos de transporte que tengan en cuenta la fluctuación del precio de los carburantes. «Se debería poner un fijo a un precio que sea justo para las dos partes y si el combustible sube un 3% pues incrementar un 3%, pero si baja un 3% pues reducirlo en la misma proporción», propone.
Algo más de un mes hace que Miguel Ángel (52 años) dejó de pagar su cuota de autónomo. «Al principio tenía mi plataforma, pero la vendí en abril y seguí trabajando como autónomo solo con la cabeza del camión, pero a primeros de octubre me di de baja», repasa desde el otro lado del teléfono y al volante de un camión a punto de llegar a Logroño.
Le propuso a la empresa con la que trabajaba quedarse como chófer. «Ahora soy asalariado, tengo más dinero en el banco y duermo más tranquilo», asegura este extremeño, que realiza viajes entre el norte de España y Andalucía de manera habitual.
Lo cuenta como un proceso al que se vio abocado. Aunque le costó tomar la decisión y desprenderse del vehículo que tenía desde el año 2018. «Mi padre ha sido camionero y la ilusión de mi vida era tener mi propio camión», reconoce.
En su caso fue el encarecimiento de los carburantes lo que terminó por arruinar su rentabilidad. «Los camiones consumen unos 32 litros cada cien kilómetros, al mes necesitaba unos 4.000 litros de gasoil que pasó de costar 1,1 euros el litro a 1,60; eso significa que tenía 2.000 euros más de gastos al mes. Al final te dabas cuenta de que te salía a pagar; había trabajado todo el mes y habías perdido cien euros», explica Miguel Ángel su situación.
Una máxima del sector dice que un tercio de cada porte debe ir para el mantenimiento del camión, otro tercio para el gasoil y el último tercio para casa. Tras la subida de los carburantes, eso ya no se cumplía en el caso de este autónomo. «El 50% era para el gasoil», afirma.
Para mantener esa proporción, Miguel Ángel considera que los portes deberían pagarse por lo menos a 1,50 euros por kilómetro –otra sentencia en el sector resume que se debería cobrar por kilómetro lo que cuesta un litro de combustible–, pero la realidad es que ronda el euro. «Hasta la increíble subida de precios del gasoil, se funcionaba; aunque nunca se han pagado los portes a lo que se tenían que pagar», afirma.
Ese incremento de los costes, más los préstamos que tenía que pagar de la compra del camión le complicaron la cuenta de resultados hasta el punto de optar por dejarlo. «Tengo compañeros que han renovado la flota y aumentado el número de vehículos, pero en mi caso fue imposible», admite.
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