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Patricia Gutiérrez, en la sala de vistas, hablando sin toga con una anciana. Armando Méndez

24 horas en un pequeño juzgado de Extremadura

Adicciones, agresiones, maltrato y gente vulnerable y a punto de lágrima desfilan por el juzgado de Trujillo donde Patricia Gutiérrez (36 años) imparte justicia con tanta autoridad como tacto

Domingo, 31 de diciembre 2023, 07:48

Adicciones, agresiones, amenazas, maltrato, ternura, indignación, amor, rabia, llanto... Una mañana en este pequeño juzgado extremeño es un máster acelerado sobre la condición humana. ... Sobre sus miserias y grandezas. En tres horas, hemos visto llorar ruidosamente a un chaval de 18 años tan enganchado a los porros que cuando no los fuma se le va no la mano pero sí la voz con sus padres; y hacerlo calladamente a una madre que se aguantó las lágrimas hasta que escuchó que no podrá acercarse a su hija menor de edad. Y hemos visto también a una jueza surfeando con autoridad y afectos esa ola emocional que desfila frente a ella. La hemos visto quitarse la toga, levantarse, caminar hasta el primer banco y hablar con ternura a una anciana con demencia que apenas le responde. Y la hemos visto también mandar callar a un joven del público solo con una mirada y un dedo cruzando su boca. Todo ocurre en una habitación abovedada con el mobiliario contado: cuatro mesas –una de ellas más grandes que las demás–, seis bancos, un televisor y un micrófono con pie. Es la sala de vistas del juzgado de primera instancia e instrucción número dos de Trujillo. Y ella, la que manda aquí, es Patricia Gutiérrez Escobero, 36 años, cacereña, su señoría.

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