Joyas de la Virgen, cuadros, tallas, dinero de los cepillos y de los lampararios... en un recinto religioso hay muchas cosas que pueden convertirse en botín para los ladrones. Hasta la campana de una ermita, como ocurrió el año pasado en Puebla del Prior. Por ... lo general, según se deduce de las reacciones de los afectados cada vez que se percatan de una desaparición, es más el valor devocional que el valor económico de lo sustraído. La otra realidad en este tipo de robos es que no siempre es sencillo vender a terceros las piezas sustraídas y algunas acaban recuperándose.
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Hace años que las tres diócesis extremeñas reservan parte de su presupuesto a sistemas de seguridad y para pólizas de seguros, que la organización eclesial suele contratar con la mutua Imas. «A las cosas se les pone un valor, pero por mucho que quieras restaurarlas no se consigue recuperar la pieza. Si se roba la Virgen de la Montaña, puedes reconstruir la figura, pero no es lo mismo. Si tienes un seguro es para que al menos los gastos de la restauración se puedan cubrir», explica a este diario Paco Delgado que, entre otras tareas en la Diócesis de Coria-Cáceres, se encarga de asegurar su patrimonio, el cual, añade, «está muy disperso y el inventario hay que actualizarlo continuamente».
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Por su ubicación en lugares aislados o por falta de vigilancia en un entorno rural debido a que hay párrocos que se encargan de varias parroquias a la vez, en Extremadura los bienes eclesiásticos reciben a menudo la visita de los cacos. En algunos casos son simples rateros; en otros, de bandas profesionales.
Si hubo un robo reciente en Extremadura en el seno de la Iglesia que causó escalofríos a los fieles fue el de mediados de abril de 2022, cuando unos ladrones con medios no muy sofisticados entraron en la ermita de la Virgen de la Estrella, en las afueras del municipio pacense de Los Santos de Maimona para arrebatarle la corona. Accedieron por el altar mayor forzando la cerradura de una gran verja de hierro y, como no pudieron desanclar la corona forzaron hasta partir la imagen, por lo que los ladrones huyeron con un doble botín: la cabeza y la corona, un robo que dejó estupefactos a los devotos.
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Esta semana le ha tocado a la corona de la Virgen del Puerto de Plasencia, donde todo apunta a que ha sido una banda profesional la que ha forzado una reja que da al Museo Catedralicio. Una vez dentro, rompieron los cristales blindados que protegían las piezas que sustrajeron aprovechando que el museo no tiene alarmas y las cámaras de seguridad no funcionaban correctamente. El botín: la corona original (data de 1952) de la Virgen del Puerto, la corona del Niño y un par de cruces pectorales y anillos episcopales, unos bienes patrimoniales cuyo valor ronda el millón de euros, según el calculo hecho por el alcalde, Fernando Pizarro.
En el territorio eclesial de Coria-Cáceres están contabilizados 161 templos parroquiales, catedral de Coria y concatedral cacereña de Santa María incluida. Todos están asegurados. También las ermitas (204) abiertas al culto. En la diócesis de Mérida-Badajoz todas las iglesias parroquiales (unas 220) y buena parte de sus 152 ermitas está aseguradas. La diócesis de Plasencia cuenta con 200 parroquias y 120 ermitas.
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Muchas veces el botín está en mitad del campo, lo que supone una ventaja para los ladrones, como en el robo ocurrido el pasado mes de octubre, uno de los más recientes, a siete kilómetros de Puebla del Prior, cuando desapareció la campana de bronce, datada de 1760 y con la inscripción de la Cruz de Cristo, de la ermita de la Virgen de Botós. Según el alcalde, podría valer unos mil euros, aunque en este caso destacó el valor sentimental de la pieza. El caso es que a los pocos días los ladrones fueron identificados cuando trataron de venderla en Internet.
La Iglesia tiene patrimonio disperso por templos, ermitas y cofradías. Y esto da lugar a robos con frecuencia, sobre todo en épocas de crisis. De hecho, no son pocos los templos que son vigilados con cámaras de seguridad, como el Santuario de la Virgen de la Montaña, en Cáceres, o la ermita de la Soledad, en Badajoz. Y si el presupuesto no llega para tanto, al menos con un dispositivo de alarmas. «No es que haya un plan concreto, pero se han tomado ya muchas medidas de seguridad hace tiempo después de que hubiera una oleada de robos», apunta un portavoz de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz.
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Otros robos recientes que se recuerdan en Extremadura son el de Casas de don Millán, cuando en enero de 2022 robaron las joyas de la Virgen de Tebas y el dinero del cepillo que había en el templo; o el ocurrido en Logrosán, en la Iglesia de San Mateo, un lugar que fue robado dos veces en apenas siete meses, en mayo de 2018 y en enero de 2019, cuando los ladrones se llevaron los pendientes de la Virgen y calderilla del lamparario.
A veces algunos objetos que son de oro acaban siendo fundidos y otras veces van a parar al mercado negro, pero hay ocasiones en que se recupera lo sustraído, como ocurrió en 2015 en Badajoz tras desaparecer el rosario de su patrona, la Virgen de la Soledad, valorado en 1.800 euros. En este caso, las cámaras de seguridad delataron al delincuente, que aprovechó un momento en que no había fieles para trepar hasta el camarín de la virgen y arrebatarle esta pieza.
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En Extremadura la Policía Nacional no tiene agentes especializados para este tipo de delitos relacionados con el patrimonio, en cambio la Guardia Civil sí.
En Cáceres se habla de que el robo de las 45 botellas de vino más valiosas de Atrio es, hasta el momento, el robo del siglo. Pero si nos remontamos al siglo anterior el otro gran robo fue el del cuadro de El Greco 'Jesús Salvador' en mayo de 1979, cuando tres jóvenes delincuentes locales sustrajeron esa obra de arte de la Casa del Mono, que entonces funcionaba como museo de Bellas Artes. Un año después el cuadro de El Greco fue recuperado.
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«Algunas veces se recuperan cosas porque la Guardia Civil tiene un equipo especializado. Además, no es sencillo vender estas piezas en el mercado negro. De hecho, no creo que se pueda vender la corona de la Virgen del Puerto», dice Francisco Delgado, de Coria-Cáceres, que lamenta los hechos ocurrido en la «diócesis hermana» placentina y les lanza un mensaje de ánimo.
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