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Hace poco más de un mes, en concreto el pasado 2 de abril, el Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura se dio por ... enterado de varias «donaciones de bienes integrantes del patrimonio histórico y cultural de Extremadura», según informaba la propia administración regional en una nota en la que detallaba cuáles eran esos regalos que había decidido aceptar. Eran varios cuadros. Obras de arte que quizás han decorado estancias privadas durante años y que ahora son públicas, porque así lo han querido sus dueños. Son donaciones culturales, una vía desconocida, impredecible e irregular de ayudar a nutrir los museos –que celebran su día internacional el 12 de mayo– y archivos extremeños.
«A lo largo del año 2023, recibimos cinco donaciones de obras de arte», detalla José Luis Gil Soto, secretario general de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes y buen conocedor del proceso que implica cada donación. Porque es él quien, por delegación de la consejera, firma algunos de los documentos del trámite cuyo último paso es precisamente informar al Consejo de Gobierno en el ejercicio siguiente a la donación.
«Detrás de cada donación –explica– puede haber razones muy distintas: hay quien lo hace porque no tiene claro qué hacer con una obra que acaba de recibir en herencia, pero también hay quien quiere que la obra esté expuesta en un museo porque tiene algún vínculo con el autor, o quien lo hace para proteger ese bien, porque tiene valor y tenerlo en casa en condiciones de seguridad implicaría contratar un seguro y un sistema de alarma».
Sea cual sea el motivo de la donación, para formalizarla hay siempre que cumplir un procedimiento. De entrada, el titular del bien debe acreditar que es su legítimo dueño, habitualmente mediante un título de propiedad, y si este no existe, a través de una declaración jurada en la que hace constar que tiene el pleno dominio y está libre de cargas. «Un caso típico –explica Gil Soto– es el de quien tiene una obra de arte en casa desde hace mucho tiempo y no le resulta fácil acreditar la propiedad, y en estos casos, se hace la declaración jurada».
Una vez acreditada la propiedad, la Junta decidirá si acepta o no la donación en base a un informe de idoneidad que aclare el valor del bien, pues no siempre coincide la opinión del dueño con la de los expertos en la materia, que analizan la pieza sin un vínculo afectivo de por medio.
Si la respuesta de la administración es positiva, la maquinaria seguirá su marcha y llegarán el acta de entrega, el contrato de donación (el bien cambia de manos) o de depósito (el dueño conserva la propiedad pero cede la posesión), el informe de los servicios jurídicos, el acta de entrega… Y finalmente, la obra de arte o el documento pasarán a algún museo o archivo de la región.
Por esta vía llegaron el año pasado un cuadro, una escultura y unas joyas al Museo de Cáceres, y dos pinturas al MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo) de Badajoz. En cuanto a la pinacoteca cacereña, la escultura era del portugués Rogério Timóteo y está valorada en 3.800 euros; el cuadro era un óleo sobre lienzo de Guillermo Silveira valorado en 8.000 euros y donado por María Luisa Silveira Lanodt; y las joyas pertenecían a la Asociación Adaegina Amigos del Museo de Cáceres y fueron tasadas en 1.010 euros. El MEIAC recibió dos pinturas de David de Almeida, valoradas en 37.500 euros y regaladas por sus hijas Sonia, Inés y Ana Claudia Vespeira de Almeida; y un óleo, esmalte y pan de oro sobre lienzo, más sus elementos de montaje (dos cruces de hierro y una mesa de travesaños de hierro), donadas por su autora, María José Gallardo Soler.
«De cada bien donado se hace una valoración económica porque hay que incorporarlo al patrimonio de la Junta, y si es un depósito, también hay que hacerla, porque para los seguros es necesario tener catalogado los bienes asegurados», explica José Luis Gil Soto. Además, se informa a la Agencia Tributaria, por si la operación entraña algún tipo de consecuencia fiscal.
Además de obras de arte, también es habitual recibir documentos, que en el caso extremeño suelen ir a los archivos históricos provinciales, que gestiona la Junta pero son estatales. En este caso, la propiedad del bien donado pasa a ser compartida entre las administraciones regional y nacional. Esto no ocurre cuando el destino de esos documentos es el archivo general de la Junta, propiedad de la administración regional, que en ese caso pasa a ser la única dueña.
«Entre los años 2010 y 2013, hemos recibido para los dos archivos históricos provinciales una serie de donaciones que incluían documentos, fotografías, carnés militares, imágenes…», apunta el secretario general, que refiere también otras donaciones anteriores. «Desde el año 1991, la Junta ha recibido varias de la Asociación de bibliotecarios, archiveros y museólogos de Extremadura», recuerda Gil Soto antes de detallar otros regalos.
En el año 1994, la familia de Luis Ramallo –el primer presidente de la Junta Regional de Extremadura– donó al archivo provincial de Badajoz 51 cajas con documentos y 87 libros, un material que contiene parte de la historia empresarial de la familia, que destacó en la hostelería, el comercio y la radio, y que es dueña del edificio de 'Las tres campanas', en Badajoz, que durante años acogió una juguetería y que ahora está de actualidad por su reciente reapertura como cafetería y hotel.
La variedad es una característica de las donaciones de obras de arte y documentos, y entre estos últimos figura el Libro de entrada de arrestos del fuerte de San Cristóbal, en el archivo histórico provincial de Badajoz desde el año 2019. Más ejemplos, de menor y mayor valor: una hoja de cantoral incautada por la Guardia Civil en Trujillo en el año 2016 –en este caso, la donación llegó por orden judicial–, el legado de Hernán Cortés que la familia Gutiérrez Colomer legó a la Junta hace tres años; el material que el general Federico Carrero Plaza cedió a la administración y que contiene documentos sobre la historia de Oliva de Plasencia; o un documento del siglo XVI que un particular encontró emparedado.
¿Qué debe hacer quien quiera donar algún bien cultural? «Depende de si es una obra de arte o un documento», sitúa José Luis Gil Soto. «Si es una obra de arte y por tanto su destino es un museo –aclara el secretario general de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes–, debe contactar con el servicio de museos de la secretaría general, que decidirá el destino de la obra, mientras que si es un documento, lo mejor es dirigirse al archivo histórico de su provincia». El donante debe tener en cuenta que ha de ser capaz de acreditar que es el dueño del bien, ya sea con un título de propiedad o mediante una declaración jurada.
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