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J. LÓPEZ-LAGO
BADAJOZ.
Domingo, 13 de noviembre 2022, 07:41
La pandemia confinó a la población en casa e hizo aflorar el teletrabajo, lo que cambió el paradigma laboral y dio lugar a especulaciones sobre ... cómo cambiaría nuestra forma de vida y hasta el mercado inmobiliario en el sector de las oficinas. Treinta meses después de aquel toque de queda el teletrabajo ha aumentado respecto a la primavera de 2020, pero sigue siendo anecdótico en Extremadura. No termina de convencer a los empresarios y la Administración lo autoriza con cuentagotas.
Solo en la Junta se han aceptado 1.287 peticiones, más del doble que un año antes (540), en la Diputación de Badajoz 81 y en la de Cáceres no se ha terminado de analizar el borrador que organice el trabajo desde casa.
1.368 personas teletrabajan entre la Junta y la Diputación En la Junta este año se recibieron 1.764 peticiones y se aceptaron 1.287. En la Diputación de Badajoz se recibieron 143 y se aceptaron 81. La de Cáceres solo tiene un borrador para articular el teletrabajo.
Quienes ya lo practican valoran más lo positivo –cercanía a la familia y ahorro de combustible, que lo negativo –pérdida de relaciones en el entorno laboral–.
Luis Miguel Cabezas, que trabaja de informático en la Junta de Extremadura hace quince años (ahora en Hacienda), ha renovado por tercer año su solicitud de teletrabajo, un empleo en remoto, como él dice, que desempeña tres días en semana. «Viene bien ir un par de días con los compañeros, tomarte un café y tener alguna reunión presencial con ellos», reconoce este padre de trillizos que se ha ido adaptando en cada momento a su situación familiar y trabajar desde casa le ha ayudado. En su opinión, el teletrabajo irá a más, sobre todo en su profesión, la de informático.
Cuando se decretó el confinamiento en abril de 2020 se improvisó esta fórmula. No existía un marco legal, pero en septiembre de 2020 se aprobó con urgencia un decreto ley para empleados públicos y que estos no perdieran derechos por trabajar desde casa ni se multiplicaran sus obligaciones. Después, otras administraciones articularon esta posibilidad a través de cupos y hoy la demanda supera la oferta de plazas. La Junta ya lo practicaba desde 2018, la Diputación de Badajoz redactó sus reglas el año pasado y la de Cáceres todavía está trabajando en ello.
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La novedad en este 2022 es que incluso estando contagiado de covid hay que acudir al puesto de trabajo si los síntomas no son graves. Así las cosas, el porcentaje de teletrabajadores en la Administración es ínfimo y a veces surgen conflictos. En la empresa privada, en Extremadura, a tenor de los testimonios recabados existen resistencias para extender el teletrabajo.
Hace un año, desde la patronal extremeña advertían de riesgos al usar portátiles personales que facilitaban los ciberataques, indicaban que las reglas no estaban aún claras y su secretario general, Javier Peinado, opinaba que en Madrid tenía más sentido porque los desplazamientos eran más largos, no así en Extremadura.
Naila Lozano, teleoperadora en GSS desde enero de 2021, lo consiguió al segundo intento. Ella tenía que conducir a diario entre su pueblo, Higuera de Vargas, y Badajoz, 120 kilómetros en total.
«Le pedí al coordinador si podía trabajar desde casa porque sabía que en la empresa ya se había puesto en práctica durante la pandemia, pero me dijo que no. Estuve así diez meses, cambió el coordinador, lo volví a pedir y me dijeron que sí. Me llevé todo el material a casa y estoy supercontenta. Ahorro en combustible y gano en seguridad porque muchas veces tenía que conducir con niebla, lluvia o de noche. Gano en comodidad al estar en casa y como trabajo de camarera los fines de semana el lunes empiezo en mejores condiciones. El único inconveniente es que estás sola y no haces la vida social de antes, pero pesa más lo bueno que lo malo», expone esta joven de 31 años.
Tener familiares al cargo suele ser decisivo para dar el paso. María Cañada, también teleoperadora, afirma estar más tranquila trabajando desde casa. «En mi decisión influyó que tengo una niña pequeña y, aunque va al colegio, sé que si algún día se pone mala puedo estar con ella. Para mí no tiene inconvenientes porque el gasto extra que tenga de luz lo ahorro en combustible. Además, me relaciono de otra manera por grupos de trabajo y de 'whatsapp' y de vez en cuando voy a la plataforma (la oficina)».
Según el sindicato Comisiones Obreras, las condiciones para teletrabajar no son aún las idóneas y en ocasiones se dan abusos por parte del empresario, que tiene a personas que no desconectan de su tarea echando más horas de las pactadas, afirma su responsable de Empleo en la comisión ejecutiva de Comisiones Obreras Extremadura.
La realidad es que se empieza a hablar de riesgos laborales por no disponer del equipo y entorno apropiados en un nuevo marco que los jueces han empezado a observar. De hecho, esta semana se ha conocido la sentencia del Juzgado de lo Social número 1 de Cáceres, que dio la razón a una empleada y consideró accidente de trabajo una caída que sufrió camino del baño en su casa mientras teletrabajaba. La sentencia, que no es firme, indicaba que con la pandemia del coronavirus ha existido un importante desarrollo del teletrabajo y que esta circunstancia «obliga a reconsiderar o matizar algunos aspectos consolidados legislativa y jurisprudencialmente».
Por los testimonios recabados, no todos están satisfechos al cien por cien con esta nueva manera que además exige una conexión sólida a Internet.
Jorge Rodríguez trabaja para una multinacional norteamericana que organiza viajes de negocios. Él iba a la oficina en Sevilla hasta que irrumpió la pandemia y tuvo que teletrabajar. Después a su mujer la trasladaron a Badajoz y él pidió teletrabajar desde esta ciudad. No le está resultando sencillo. Dice que le ponen demasiadas condiciones y como su solicitud aún no está resuelta prefiere no dar su nombre ni el de la compañía.
«Yo siempre he preferido trabajar en la oficina –cuenta–, pero ahora mis circunstancias son otras y pedí trabajar desde casa. La primera traba con la que me encontré es que vivo en una zona del Casco Antiguo donde apenas hay velocidad de conexión, mucho menor de la que me exigen por contrato, así que he tenido que hacer un apaño. Por otro lado, me han pedido hasta las medidas de la habitación con fotos y todo, supongo que para evitar riesgos laborales; también estar a menos de 200 kilómetros de la oficina», resume.
Y aunque a muchas empresas no les motive la idea del teletrabajo, se han tenido que adaptar a esta posibilidad. Según cuenta Jorge, antes de la covid ya había gente teletrabajando en su empresa, pero muy poca. Tras la pandemia se dispararon las peticiones y mucha gente se fue porque no le concedían el teletrabajo, afirma Jorge. «Creo que vieron que se quedaban sin trabajadores, así que han regulado el teletrabajo, aunque ponen unas condiciones muy exigentes».
Si bien la Junta ya abrió esta puerta a sus trabajadores en 2018, ahora mismo el teletrabajo en España tiene sus reglas tras la pandemia de 2020 con un real decreto para la Administración Pública que luego hubo que ampliar y actualizar en 2021 hasta su entrada en vigor en julio de ese año.
Sin embargo, los sindicatos no creen que esta modalidad laboral se desarrolle en las mejores condiciones. «La pandemia convirtió el teletrabajo en algo obligatorio y los bancos lo han aprovechado para cerrar oficinas, pero debe ser voluntario. En su día se malinterpretó porque se dijo que servía para la conciliación, pero eso no debe ser así, debe verse como una forma más de organización de la empresa. De hecho, hoy se ha quedado reducido a gente que lo necesita ocasionalmente, como que se ponga mala la pareja, o se alargue la enfermedad de un hijo, y es que, sobre todo en la empresa privada, la gente no está contenta con el teletrabajo, principalmente las mujeres, que de repente se han visto de nuevo encerradas en casa encargándose de los niños, la cocina, el abuelo,...», explica Francisco Jiménez, de Comisiones Obreras Extremadura. Según los datos de la Junta de Extremadura, las mujeres que teletrabajan son casi el doble que los hombres.
Jiménez considera que hay diferencia entre la Administración pública y la empresa privada, que considera «la selva». Se refiere a que este concepto no está regularizado aunque el real decreto mandó que se incluyera en la negociación de los convenios.
«Al final todo queda al arbitrio de las empresas sobre cómo se articula, y unas ponen los medios, pero muchas no y tampoco se evalúan los riesgos laborales, ya que lo que te hacen firmar es que tienes un sitio para trabajar, que es como firmar un eximente sin que se regulen aspectos como el asiento que utilizas o el tamaño de la pantalla, además de que la desconexión digital no existe y por tanto los horarios se alargan», critica Jiménez.
En la Administración pública, el representante de CC OO reconoce que los horarios sí se cumplen y el teletrabajo está mejor regulado. Con todo, recuerda que, en general, no más del 2% de los empleados de la Administración lo practican.
Los últimos datos de la Junta hablan de 1.287 empleados acogidos a esta modalidad después de aumentar un 15% las plazas en 2022 debido a la demanda, ya que se recibieron 1.764 peticiones. Si excluimos la sanidad y la educación quedan 17.000 empleados públicos en la Administración Autonómica.
Obviamente se habla de puestos que no requieran atención al público. A partir de ahí, la baremación se basa principalmente en la conciliación de la vida personal y familiar con la laboral. Entre los permisos que se concedieron, la mayor parte fue para mujeres, 807, por 480 plazas para hombres. Hay que saber que se puede trabajar en casa dos o tres días a la semana y el resto hay que acudir al puesto habitual.
Además, los solicitantes deben superar un curso obligatorio de manera telemática que incluye nociones sobre prevención de riesgos laborales. Se centra en los riesgos derivados de la utilización de las pantallas, así como en medidas a adoptar para la protección de datos y otras materias relacionadas con la especialidad propia de cada empleado. La vigencia de ese status de 'teletrabajador' público es de un año y en 2023 la Junta sacará su siguiente convocatoria y tendrán prioridad los que no hayan disfrutado de este sistema en la convocatoria anterior.
A Luis Miguel Cabezas, que trabaja desde su casa para la Consejería de Hacienda, los tres años que ha solicitado trabajar de manera remota se lo han concedido. «Tener trillizos da puntos y con menos edad más, igual que vivir a más de cincuenta kilómetros. Nos ha venido muy bien para organizarnos porque mi mujer es empresaria, tiene viajes y que yo tenga tres días para encargarme de recoger o llevar a los niños a clase ayuda».
La Diputación de Cáceres lo que practica desde antes de la pandemia es conceder unas horas al día a algunos funcionarios con problemas de conciliación, pero han de poner ellos sus medios.
En el caso de la Diputación de Badajoz, el texto legal que regula la prestación de servicio en régimen de teletrabajo entró en vigor en septiembre de 2021. En el preámbulo del Reglamento se habla de que el teletrabajo ayuda a superar problemas de movilidad, ya sea por discapacidad o por vivir en un entorno rural. También se apela a que la posibilidad de teletrabajar supone un «salario emocional» y un incentivo en forma de tiempo y calidad de vida. Este texto legal habla igualmente de que su virtud más importante es que reduce el riesgo de accidente 'in itinere', si bien alerta sobre el riesgo de aislamiento.
Una vez concretado el marco legal y recibidas las solicitudes que valora una comisión, no fue hasta el pasado mes de junio de 2022 cuando se hizo pública la lista de admitidos. En total se presentaron 143 solicitudes (89 mujeres y 54 hombres) y se admitieron finalmente a 81 personas para trabajar desde casa. También han tenido que realizar un curso y la institución aporta los medios técnicos, los cuales, según la Diputación, «no suponen un coste significativo».
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