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Ana B. Hernández
Sábado, 29 de marzo 2025, 09:47
La muerte de Tarás, el menor ucraniano cuyo cadáver se encontró el pasado lunes en Badajoz, ha vuelto a poner sobre la mesa la ... complicada realidad que viven muchos niños y adolescentes y las carencias que hay tanto para prevenir como para enfrentar su sufrimiento.
«El niño o adolescente que planea un suicidio siente una angustia extrema», afirma la psiquiatra Blanca Lusilla. «Lo que le lleva a esa situación es multifactorial, es muy complicado atribuirlo a algo concreto», asegura la orientadora Laura Santos. «El menor solo sabe que no quiere sufrir más, porque siente un vacío total, siente que su vida no tiene sentido», añade la psicóloga Gloria Cano.
Las tres expertas trabajan en el cuidado de la salud mental de los menores extremeños y las tres coinciden en la necesidad de introducir cambios sociales para prevenir el sufrimiento que lleva a niños y a adolescentes a plantearse el suicidio como solución a su angustia vital.
«El sufrimiento de los menores suele estar relacionado con crisis familiares y con conflictos con el grupo de edad, que en unos casos son acoso y en otros son escaladas agresivas entre menores con características similares. Pero ambas cosas son muy peligrosas», expone Blanca Lusilla, psiquiatra desde hace más de 35 años que forma parte del equipo de salud mental infanto-juvenil de Plasencia .
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Especialmente, explica, porque el ritmo de vida de sus padres en muchos casos imposibilita tener apenas unos minutos de conversación al día, porque no saben gestionar la sobreinformación que reciben de manera constante a través de las redes sociales, «porque la información que les llega por medio de ellas es muy perjudicial y porque aún no se ha encontrado un modelo educativo acorde con los cambios experimentados y la sociedad actual». Para Lusilla, «ese ritmo de vida de los padres, muchos de ellos con sus propios problemas mentales, tratando de lidiar con la hipoteca, con el temor a perder el trabajo, con horarios laborales eternos, dificulta la educación de los hijos».
La psicóloga Gloria Cano considera, sin embargo, que «hemos pasado de un modelo autoritario a otro permisivo en el que no se fomenta el esfuerzo, la disciplina ni la responsabilidad, y los menores crecen en una burbujita de cristal que impide que tengan recursos para enfrentarse a los problemas». Una forma de educar en la que derechos y obligaciones de los menores no van parejos y que está marcada por el egocentrismo y la falta de empatía.
Los menores están creciendo, explican las expertas, con estímulos y sobreinformación a través de las pantallas, que suplen relaciones personales y sociales, «que les aíslan más», y con modelos de referencia que les son dañinos, «porque son irreales, con vidas y cuerpos perfectos, y que promueven conductas muy peligrosas».
«Los menores han normalizado la violencia y la agresividad, y creen, porque para eso hay grupos en internet, que el sufrimiento físico que genera un corte amortigua el psíquico, y les reconforta subir un vídeo con sus cortes y lograr muchos 'likes'», detalla la orientadora Laura Santos, integrante del equipo específico de trastornos graves de conducta de Cáceres.
Extremadura ha prohibido el uso de los móviles en la escuela, «pero se siguen mandando deberes online que impide que los padres puedan prohibir el uso del móvil y el ordenador en casa, y esto hay que cambiarlo», dice Lusilla.
También aboga por establecer protocolos frente al acoso más efectivos, «hay que actuar con mucha más celeridad», y mejorar la comunicación entre familias y docentes. «No puede ser que, por ejemplo, en los cumpleaños se invite a todos los niños de la clase menos a dos o tres, esto les genera un daño tremendo», asegura la psiquiatra.
«Los casos que tenemos en Primaria están relacionados con la conflictividad y los de las etapas superiores con las conductas autolesivas y suicidas, pero todas van a más», asegura la orientadora educativa.
Una tendencia al alza que confirma la psiquiatra y los datos que se publican cada año. Los últimos, de 2022, con 91 personas fallecidas por suicidio en Extremadura suponen un incremento del 20% con respecto al año anterior. Y en la región es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. En el último lustro, 27 se han quitado la vida en Extremadura, una cifra que supera a los fallecimientos por tumores (23) y se acerca a las producidas por accidentes de tráfico (31).
Por eso reclaman más recursos, en Sanidad y en Educación, para procurar la atención más rápida posible, más formación para continuar aprendiendo a detectar «unas señales de alerta que se nos siguen escapando», reconoce Gloria Cano, «y hacer ver a los menores que no están solos, que lo que les pasa ni es excepcional ni es definitivo, que solo tienen que pedir ayuda».
Además de la guía para enfrentar y detectar la conducta suicida, Educación va a poner en marcha un programa en favor del bienestar emocional en la escuela y la región cuenta con el servicio 'Extremadura responde', destinado a la atención psicológica de los jóvenes de entre 10 y 30 años, sus familiares y otras personas allegadas, así como a profesionales de la educación y entornos que trabajen con esta población.
Se trata de un servicio gratuito y confidencial en el que ocho psicólogos ayudan a jóvenes a manejar el malestar emocional. Está disponible los 365 días, de 11.00 a 18.00 horas, a través del correo electrónico ayuda@extremaduraresponde.es, videollamada y whatsaap en el número 911 98 78 74 o llamada telefónica a través del 900 06 01 01. Sin olvidar entre otros recursos, como el 'código suicidio' y el nuevo programa para ayudar a los familiares que sufren duelo por suicidio, ambos del SES, el 112 y el 024, teléfonos siempre disponibles.
«Pero se necesitan más orientadores en los centros educativos y más psiquiatras y psicólogos en el sistema sanitario», defiende Lusilla. «Algunas áreas sanitarias ni siquiera tienen equipo de salud mental infanto-juvenil y en las que existe está infradotado. Y es urgente una unidad de hospitalización de psiquiatría, de estancia breve para atender las crisis de los adolescentes de entre 15 y 17 años».
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